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Reportaje:

Barcelona redescubre al Maragall poeta

En el centenario de la muerte del intelectual modernista, la capital catalana acoge dos exposiciones, sobre su vida y obra, y sobre su legado como articulista

Joan Maragall fue abierto a todos, concordaran o no con su pensamiento, pero claro y crítico con la época convulsa que le tocó vivir. Comprometido con Cataluña y defensor del modernismo cultural de finales del siglo XIX, defendía la necesidad de amar por encima de las creencias ideológicas y las cuestiones de Estado. Ahora que se cumplen 150 años de su nacimiento y 100 de su muerte, dos exposiciones recorren su legado poético y periodístico.

En el Palau Moja puede verse, hasta el próximo 10 de julio y antes de viajar a Madrid, La paraula il·luminada. La exposición recorre la trayectoria vital del poeta a través de su única arma: la palabra, y quien la visite encontrará en el recorrido poemas grabados en columnas instaladas para la ocasión. Marcos digitales escoltan cada poema y expresan el significado de forma visual. También puede uno adentrarse en una sala que recrea el ambiente de la casa de Maragall. En las paredes negras, líneas blancas dibujan los muebles del salón de su casa de Sant Gervasi, y la música de Wagner, Mozart o Beethoven acompaña la lectura de algunas de sus cartas más personales.

El poeta Maragall combinó el romanticismo con la problemática social
Fue crítico con Prat de la Riba y con el encaje de Cataluña en España

Punta de lanza de la cultura catalana y polémico en su vocación de remover conciencias, Maragall buscaba en la palabra el camino de la reivindicación de sus ideas. Se interesó por Nietzsche y admiraba a Goethe, de cuyas obras tradujo una amplia selección (las primeras ediciones de esas traducciones también están expuestas al público). Pero su interés por el romanticismo alemán deja paso también a una conciencia implicada en los conflictos sociales y políticos de su época.

Un ficticio chat entre el propio Maragall y Miguel de Unamuno transporta al siglo XXI la letra del casi siempre optimista poeta catalán, en contraposición al sufridor y dubitativo vasco, marcado por la crisis colonial y sociocultural del 98. Esta conversación epistolar modernizada introduce la preocupación de Maragall por la realidad que le rodea. Su catalanismo militante, que busca enmarcar en una hipotética federación ibérica, no encontró adeptos ni dentro de Cataluña ni fuera de ella.

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Otro de los acontecimientos capitales de la Barcelona de inicios de siglo fue la Semana Trágica, que propició una crítica del poeta a la burguesía catalana. Maragall acusaba a la clase alta de no impedir la condena a muerte de los acusados, entre ellos Francesc Ferrer i Guàrdia. Esta preocupación por su propio presente se observa en sus escritos periodísticos, muchos de ellos publicados en el conservador y borbónico Diario de Barcelona. Joan Maragall fue articulista del diario propiedad de los Brusi durante tres etapas distintas; la relación comenzó en 1890 y perduró hasta la muerte prematura del poeta, en 1911. Muchos de estos artículos se pueden ver en la exposición Advertiments d'amor, en la Casa de l'Ardiaca, que permanecerá abierta al público hasta el 31 de octubre.

Los 21 artículos escritos en el año 1911, en los cuales se centra la exposición, difieren sustancialmente de la línea editorial del diario. Fue crítico con Prat de la Riba y la conservadora Lliga Regionalista en artículos como La vuelta al caos, y con el encaje de Cataluña en España, en La espaciosa y triste España. "Ésta es nuestra España, sí, la nuestra, la de todos los llamados españoles, y aun la de aquellos que lo son sin ser así llamados: ¡vana ilusión de un nombre!", escribió Maragall, y el debate, un siglo después, sigue en plena vigencia.

Imagen de la exposición <i>La paraula il·luminada,</i> que se ha presentado en el Palau Moja, sobre la figura de Joan Maragall.
Imagen de la exposición La paraula il·luminada, que se ha presentado en el Palau Moja, sobre la figura de Joan Maragall.TEJEDERAS

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