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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Unidad antiterrorista

Si gana, Rajoy pedirá la colaboración para acabar con ETA que su partido niega hoy al Gobierno

Los miles de ciudadanos que se manifestaron el sábado en Madrid lo hacían tras una pancarta que relacionaba la exigencia de no presencia de ETA en las instituciones con la derrota de la banda. La participación o no en las elecciones de formaciones emanadas de Batasuna o de personas relacionadas con ella incluidas en las listas de un partido legal depende de decisiones de los tribunales competentes, pero los manifestantes interpelaban al Gobierno. "Si ETA consigue estar presente de alguna forma en las elecciones será porque Zapatero y Rubalcaba lo permiten", dijo en su discurso de cierre de la marcha la presidenta de la principal organización convocante, la Asociación de Víctimas del Terrorismo.

El Gobierno ha cumplido con su obligación al impugnar la candidatura de Sortu, y el Tribunal Supremo ha decidido, por escaso margen, aceptar esa impugnación. Pero podría no haberlo hecho, por razones como las expuestas por los siete magistrados discrepantes en su voto particular, y hubiera sido igual de legal y de legítimo, es decir, de respetuoso con el Estado de derecho. Por muy claro que crean tenerlo algunos de los convocantes, hay argumentos para sostener que si bien Sortu es efectivamente una creación de Batasuna, no es seguro que ese partido pueda sin más seguir siendo identificado con ETA. Existe un pulso todavía no decidido que permite interpretaciones diferentes de unos indicios cuya valoración corresponde a los jueces.

La relación entre participación electoral y derrota de ETA la establecen los convocantes a través de una laberíntica argumentación según la cual si finalmente ETA (en referencia a Batasuna o sus sucedáneos) concurre a las elecciones "será porque lo han pactado con el Gobierno", como decía un llamamiento del Foro Ermua a participar en la marcha. Es lo que viene sosteniendo el portavoz del PP en el Parlamento Europeo, Mayor Oreja, sin apoyo de la dirección de su partido, lo que no impidió que Génova respaldara una marcha en la que, sin embargo, no participó Rajoy. Es bastante probable que dentro de un año Rajoy esté en La Moncloa, y seguro que hará un llamamiento a la unidad para acabar con ETA. ¿Con qué autoridad podrá hacerlo cuando dirigentes de su partido no dejan de sembrar insidias contra el Gobierno en relación a la lucha antiterrorista y de procurar dificultar esa unidad?

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Los disparos del sábado contra un gendarme certifican la resistencia de ETA a desaparecer, pero la detención ayer de sus autores, relevantes terroristas, es un indicio de la proximidad de su fin gracias a la eficacia policial y al antagonismo latente entre la banda y su brazo político. Resulta por ello incoherente este intento de recrear artificialmente, por afán de protagonismo de algunos y mala fe de otros, el ambiente de enfrentamiento que dividió a la opinión pública durante la pasada legislatura en torno, paradójicamente, al asunto sobre el que existe mayor acuerdo en la sociedad española.

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