El nuevo futuro del Compostela
Quinteiro, empresario de Lestedo con negocios en México, releva a Caneda
El presidente del Campus Stellae espera recuperar en breve el nombre original del equipo, SD Compostela, nomenclatura que pervive en el habla y el corazón de la gente. Se trata de un hombre de apariencia tranquila y mesurado al expresarse, al que le gusta emplear la palabra prudencia, que alude sin cesar a "unirse y colaborar", a "tener formalidad", un dirigente que pregona respeto y que dice que el vestuario pertenece a técnicos y jugadores, que el club no es suyo, sino de la ciudad y los aficionados. El presidente del Compostela no es José María Caneda. El pasado 25 de febrero sin pompa ni focos, lo propio en un club que se debate en la mitad de la tabla en Regional Preferente, se hizo efectivo ante notario el traspaso de poderes mediante el cual Antonio Quinteiro Canedo tomaba el relevo.
"Modernizaré el club pero aún estamos limpiando. No sé ni la cifra de abonados"
Este industrial hizo fortuna en América en el mismo sector que Mouriño
Atrás quedan más de 20 años en los que Caneda ha sido la referencia del fútbol en la ciudad. Hubo un interregno de dos temporadas, las transcurridas entre la liquidación de la SD y la refundación del club como Campus Stellae, pero incluso en aquel periodo de tiempo Caneda hizo ruido. Ahora calla: semeja que se ha retirado. Quinteiro le ha comprado por 4.000 euros la marca SD Compostela y se ha comprometido a asumir los compromisos de pagos pendientes, que no quiere concretar, pero que podrían estar en torno a los 400.000 euros.
Quinteiro niega que haya tenido que llegar a algún acuerdo económico con Caneda y zanja: "Para atrás no puedo mirar". Así, que tras poco más de dos semanas en el club trata de poner la casa en orden. "Estaba todo muy abandonado, muy dañado, muy solo. Nadie quería acercarse hasta aquí", explica mientras se mueve por el erial en que se ha convertido el estadio de San Lázaro, el mismo escenario en el que Ronaldo firmó su gol más repetido y que ahora es pasto del polvo y de anticuado mobiliario.
"Queremos modernizar todo, pero por ahora estamos limpiando. Ni siquiera sabemos cuántos abonados tiene el club porque hay varios listados diferentes en distintos ordenadores. Ha venido a ayudar gente que colabora con el club y padres de niños de categorías inferiores. Ahora montaremos una junta directiva y contrataremos una gestoría para que lleve el control del gasto administrativo", explica Quinteiro, mediana edad, natural de Lestedo, con un bagaje de cuatro años como futbolista en las categorías inferiores del Compostela y veinte como empresario en México. Allí hizo fortuna en diversos ámbitos, uno de ellos el de las gasolineras, el mismo en el que se mueve Carlos Mouriño, el presidente del Celta. "Don Carlos", para Quinteiro. "No le conozco personalmente, pero sí que hemos tenido contacto telefónico en el pasado. Espero acercarme a Vigo para saludarle".
Quinteiro, que ahora está de vuelta en Lestedo pero mantiene su residencia en México, dice que tiene "un pequeño grupo de empresas", pero maneja más posibles de lo que su verbo indica. Con todo, no semeja que vaya a tirar inicialmente de chequera y sí a tender puentes. "La prioridad es estructurar el club desde la base con la solidez que dan unas categorías inferiores con buenos educadores. En el primer equipo trataremos de agrupar a gente de Santiago y comarca, futbolistas gallegos. Si el club algún día regresa a categoría profesional y tiene que volver a ser sociedad anónima ya vería si entro en el accionariado, pero por ahora tenemos que recuperar la confianza, la tranquilidad y la ilusión", explica.
Es en ese punto donde el nuevo mandatario reivindica al Compostela como faro del fútbol en Santiago, como referencia para empresas e instituciones. "Otras entidades han surgido de manera natural y no podemos despreciarlas porque todas tienen razón de existir, pero nosotros siempre hemos sido el equipo de la ciudad".
Quinteiro matiza que él no buscó nada, pero ya llevaba tiempo en el punto de mira del grupo de compostelanistas que buscaban una salida para el club. También Caneda lo veía como una solución. No se conocían. "Al final no hubo negociaciones, sino acuerdos", desliza el empresario. "Encontré a un hombre que ama el club y que, seguramente, al no sentirse apoyado se vio incapaz de seguir al frente de él". Todos, incluso Caneda, sabían que con él al frente el horizonte del Compostela era muy limitado. El club tejió lo mejor de su historia con ese histrión del que restan más sus modos y talante que el mérito de guiar a la entidad a cotas insospechadas. Subió a la cumbre y luego desanduvo el camino. Ahora anida el sentimiento de que se abre un nuevo futuro para un club: la pasada semana, tras días de limpieza y de visitas al contenedor, uno de los colaboradores que trabajan con el club encaró a Quinteiro, le dio las gracias y le abrazó.
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