Aquí descansa Orson Welles
Palacios, jardines andalusíes y, en una finca cercana, las cenizas de un genio del cine que fue feliz en estas tierras. Leyendas rondeñas de escritores y bandoleros. Y para comer, perdices y conejos
Parecen columnas de humo de un extintor gigante. Se acercan a la ciudad sin que los rondeños les hagan caso. Tranquilidad: son solo nubes de lluvia esponjosas allá en la serranía. No es extraño que este fenómeno ocurra en invierno y se vea a los alemanes, en excursión desde la Costa del Sol, embelesados. Con el cielo gris, Ronda gana en misterio. El centro sigue conservando esa belleza inquietante mientras los rondeños van a su bola.
9.30 Por donde pasaban los fulleros
O mejor dicho, van a la calle de la Bola (1) (oficialmente, Carrera de Espinel), la gran vía peatonal cuajada de las mismas grandes marcas que una capital, lo que deja entrever el nivel adquisitivo de este pueblo de casas señoriales y cortijos. El día comenzará en la plaza de España (2), donde se topará con el emblema de la ciudad, el Tajo, ese imponente puente de piedra erigido a finales del siglo XVIII como una singular obra de ingeniería.
Desde el mirador de la Aldehuela se contempla el desfiladero de 120 metros por donde pasa el río Guadalevín. Comienza una ciudad irreal como ella sola. El Callejón de los Tramposos (3) (la sabiduría popular siempre pone los mejores nombres) conduce a la plaza de la Duquesa de Parcent (4), con la iglesia mayor renacentista y barroca, el Ayuntamiento y el convento de Santa Isabel. Sin prisas: siéntese en el jardín central, de aires andalusíes. Las callejas le llevan a uno al solemne palacio de Mondragón (5) (plaza de Mondragón, 5; 952 87 84 50), mezcla de gótico, renacentista y mudéjar y hogar del museo arqueológico municipal. La madre de los palacios rondeños.
11.30 Cubismo 'versus' aquelarres
El silencio va de maravilla con la cal espiritual de, por ejemplo, la plaza de Sor Ángela de la Cruz, pero lo rompen los turistas. Vuelva a no escuchar nada en la Casa del Gigante (6) (plaza del Gigante, s/n; 678 63 14 45), un palacio nazarí de los siglos XIII-XV que conserva la escultura de un hombretón (de ahí el nombre del edificio) que podría ser de origen fenicio. Al lado se encuentra el museo Joaquín Peinado (plaza del Gigante, s/n; 952 87 15 85), interesantísima colección de obras del artista cubista y rondeño, que fue seguidor de Cèzanne y amigo de Picasso en París. La plaza de María Auxiliadora (7) se abre al paisaje agreste con su mirador. La calle de Armiñán devuelve a la realidad, pero por poco tiempo. El museo Lara (8) (calle de Armiñán, 29; 952 87 12 63), en el dieciochesco palacio del Conde de las Conquistas, alberga salas temáticas históricas. Las más sorprendentes: la de la Inquisición, la de brujería y aquelarres y la de fotografía y cine.
13.30 Juguetes de los de antes
Apetece un tentempié, ¿a que sí? Hay que empezar en el Museo del Vino (9) (calle de González Campos, 2; 952 87 97 35), en un palacete con balcones de madera. Por tres euros, le explican el origen y la elaboración de estos caldos, que son principalmente tintos, le enseñan las bodegas y la maquinaria antigua y le ofrecen una copa.
Luego hay que probar la gastronomía típica de la serranía en Hermanos Macías (10) (calle de Pedro Romero, 3; 952 87 42 38): rabo de toro, conejo, perdiz, revueltos... Deje hueco para postres como el arroz con leche y las natillas, que para muchos es motivo de peregrinación a la ciudad. Momento de compras por la calle de la Bola (1). Imprescindible curiosear en la juguetería El Pensamiento (carrera de Espinel, 6; 952 16 18 72), abierta en 1858 y fiel a su idiosincrasia de juegos antiguos, artesanales, educativos, de hojalata y de toda la vida.
17.00 Recuerdos de un cineasta
Hora taurina, así que no se puede hacer otra cosa: visitar la famosísima plaza de toros (11) de la ciudad (calle de la Virgen de la Paz, 15; 952 87 15 39), inaugurada en 1785 y una de las más antiguas de España, que cada septiembre celebra la tradicional corrida goyesca. Antes de entrar verá las estatuas de dos grandes toreros rondeños: Cayetano Ordóñez y su hijo Antonio, y dentro visitará el coso y un museo.
Siguiendo con los tópicos, visitemos el Museo del Bandolero (12) (calle de Armiñán, 65; 952 87 77 85), único en España, con la historia del bandolerismo, ropajes y personajes míticos como Diego Corrientes. Estos piratas terrestres, sus leyendas, las montañas y el folclore andaluz atrajeron la atención de viajeros románticos como el escritor Washington Irving y el poeta Rainer María Rilke, que calificó a Ronda como "la ciudad soñada". Más tarde, Ernest Hemingway también quedó prendado de este pueblo colgante. Y Orson Welles pasó aquí, según asegura su familia, los momentos más felices de su vida y por eso sus cenizas están esparcidas en la finca Recreo de San Cayetano, que perteneció a Antonio Ordóñez.
19.00 Al filo de la roca
Aún queda mucha historia: el minarete de San Sebastián (13) (plaza del Poeta Abul-Beca), que perteneció a una mezquita; el palacio del Marqués de Salvatierra (14) (calle del Marqués de Salvatierra, 8), cuya fachada hace un guiño a la América colonial, y la Casa del Rey Moro, con pasadizos militares subterráneos de la época nazarí y jardines andalusíes de principios del siglo XX. Bajando al río encontrará la Puerta de Felipe V y el puente viejo - (15) y el árabe sobre el Guadalevín. Cruzando se llega a la Fuente de los Ocho Caños y la iglesia de Nuestro Padre Jesús (calle Real, 1), justo debajo de cuestas hiperbólicas y restallantes de macetas. De aquí a los baños árabes
(16) (calle del Molino de Alarcón, s/n; 656 95 09 37). Luego habrá que subir las escaleras al filo de la roca y caminar por el paseo Chefchauen y las murallas de la Xijara hasta la Puerta de Carlos V en la plaza de Ruedo Alameda (17). La iglesia del Espíritu Santo (calle del Espíritu Santo, s/n) es la más antigua de Ronda. Erigida por los Reyes Católicos, parece más bien una fortaleza. Se puede subir y extrañarse ante la visión de una ciudad a punto de tirarse por sus barrancos.
21.00 Tapas a 75 céntimos
A esta hora ya está el Tajo iluminado. Sienta el fresco que viene de la sierra en los miradores situados detrás del parador, en el paseo de Blas Infante y en la Alameda del Tajo. La noche es de las tapas: creativas en medio de un diseño minimalista en Tragatapas (18) (calle de José Aparicio, 1; 952 87 72 09), croquetas en El Torero (19) (calle de Armiñán, 1; 952 87 71 69), carne en salsa en La Farola (20) (plaza de Carmen Abela, 9; 952 87 15 47) y precios de antes del euro (75 céntimos los huevos de codorniz con jamón, las migas, el lomo en manteca o las tostas) en El Lechuguita 21 (calle de la Virgen de los Remedios, 35). Extranjeros y locales se mezclan en Central Corner 22 (calle de los Remedios, 26), el pub más cosmopolita.
Lástima que no haya dado tiempo de visitar el enorme teatro romano de la ciudad de Acinipo (A-374, kilómetro 108, dirección a Setenil de las Bodegas), admirar las pinturas rupestres de la Cueva de la Pileta (carretera de Benaoján a Cortes de la Frontera, kilómetro 4,5) o recorrer la ruta de los castaños por el río Genal. El paisaje también es mágico. ¿Y si se quedan otras 24 horas?
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