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Reportaje:LOS PAPELES DEL DEPARTAMENTO DE ESTADO | Las excentricidades del dirigente libio

"Pasatiempos carnales" en Arabia Saudí

Las élites de Yeda esquivan la ley islámica amparadas por la realeza

El 29 de octubre de 2008, los diplomáticos del Consulado de Estados Unidos en Yeda, en la costa oeste de Arabia Saudí, asistieron a una fiesta de Halloween en la residencia de uno de los príncipes de la familia real Al Saud. Días después, un cable confidencial del consulado del 18 de noviembre detallaba a la Secretaría de Estado, a la CIA y a otras embajadas cómo los jóvenes saudíes conseguían esquivar la ley islámica y darse a los "pasatiempos carnales".

"Puertas adentro y después de haberse quitado la abaya [ropa que cubre todo el cuerpo de la mujer]", señala el despacho, "la escena recuerda a un club nocturno de cualquier lugar fuera del reino: alcohol en abundancia, jóvenes parejas bailando, un dj pinchando, y todos los invitados con disfraz". Son 150 personas, hombres y mujeres, de entre 20 y treinta y pocos años, invitados por el príncipe y por una bebida energética que acaba de aterrizar en Arabia Saudí. No es lo único que se bebe en la fiesta. Aunque el alcohol está prohibido por la ley saudí, los diplomáticos relatan que hay todo tipo de bebidas alcohólicas, de las que "los juerguistas" dan buena cuenta. Agotadas las existencias, las botellas de marca son reemplazadas por una especie de ponche fabricado con un licor local llamado sadiqi. Los funcionarios norteamericanos también aseguran que, "por boca de otros", pudieron saber que algunas de las mujeres de la fiesta eran prostitutas.

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Para completar la información sobre estas costumbres, los diplomáticos que redactan el despacho recurren a su experiencia en otras fiestas similares: "Aunque no se ha visto directamente en este encuentro, el consumo de cocaína y hachís es común en estos círculos sociales y se ha presenciado en otras ocasiones".

La fiesta se desarrolla lejos de la vigilancia de la Comisión para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio (CPVPV). Según una fuente del consulado, los saudíes tratan siempre de conseguir la presencia de alguno de los 10.000 príncipes que existen en el reino como una forma de evitar a la CPVPV.

Esa noche, la única autoridad es la de los guardas de seguridad nigerianos del príncipe, los llamados khawi, quienes controlan el acceso al lugar según la lista de invitados de "Su Alteza". Este es el tratamiento que recibe una de las muchas "altezas" de las ramas menos directas de la familia Al Saud, que gobierna en Arabia Saudí desde la creación del Estado, en 1932. "Aunque no es un príncipe cadete y no tiene posibilidad de acceder al trono, posee mansión, coche lujoso, séquito y riqueza de por vida", dicen los diplomáticos.

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El comentario final de los funcionarios analiza el contexto de estas fiestas, que siempre se celebran de puertas adentro y solo para los más ricos. Según un miembro de la alta sociedad, "el creciente conservadurismo de los últimos años ha llevado las relaciones sociales al interior de las casas de la gente".

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