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PATÉ DE CAMPAÑA | ELECCIONES CATALANAS | Faltan 11 días
Columna
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Cultura y agricultura

CiU celebra de vez en cuando una cosa que llama "minidocsession", escrito así: en no se sabe bien qué idioma. Ayer le tocó el turno a la cultura. ¡Apasionante! Lo lógico en estos actos es que haya meritorios: gente con ganas de gustar a quien pueda ser príncipe. Pues lo de ayer en Palo Alto (Poblenou, Barcelona) era patético. Las figuras más relevantes fueron Vicenç Villatoro y Àlex Susanna. Y haciendo méritos, Eliseu Climent y el converso Jaume Sobrequès, de quien como historiador apenas se recuerda una historia del Barça. Las preguntas le llegaron a Artur Mas por vídeo. La proyección llevaba un título clarificador: "La cultura es la cultura". ¡Bingo! Y Mas añadió que, al final, "todo acaba siendo cultura", pues eso: cabe hasta la agricultura.

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Presentaron el acto Teresa Manresa y Adam Martín. Cuando Mas quiso agradecérselo, se giró a la derecha (gesto de libre interpretación) y no los vio: estaban delante, porque hasta en la primera fila quedaban sitios libres.

La cantante Laura Simó le hizo una pregunta capital: ¿qué hay de lo mío? No lo espetó así, pero le comentó que la música anda fatal por falta de espacios y promoción. Mas estuvo de acuerdo: a la música no se le otorga valor porque la gente se la baja de la red sin pagar. Quizás, sólo quizás, Mas confundió en esta ocasión valor y precio, como sugería Machado que ocurre a veces. Cuando más tarde Mudit Grau (bailarina y coreógrafa) le reclamó "crear un público para la danza", el candidato fue sincero: "No tengo la solución. Hoy no la veo". Luego sugirió la utilización de Internet y una cadena de televisión.

Terminó Mas como habían previsto los guionistas: con un canto a la cultura popular y tradicional. Grave error de las élites no tenerla en cuenta. Citó los castells y la Patum, no los correbous y los toros. Y concluyó pesimista: "Nos falta prestigio y autoestima". Pero no hay problema: si gana las elecciones, piensa hacer una ley para devolver la dignidad a los músicos, a los que, por lo oído, ve hoy peor que indignos.

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