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EL RINCÓN

Relatos de la era de los espejos

"Desde hace años mi taller lo llevo en la cabeza". A pesar de lo tajante de la afirmación Joan Fontcuberta, fotógrafo y artista multimedia, conserva su casa, un estudio y dos grandes almacenes, en La Roca del Vallès, idílica localidad en las afueras de Barcelona. Allí se apilan ordenadamente las fotografías de sus célebres series, Orogénesis, Googlegramas, Spútnik y Sirenas, entre muchas otras. A través de estas imágenes se ha convertido en explorador, astronauta, paleontólogo jesuita, lugarteniente de Bin Laden y otros fantásticos personajes, a los que debe una merecida fama de narrador de historias, entre realidad y ficción, que demuestran con ironía e imaginación la fragilidad y a menudo falacia de nuestros conocimientos visuales. Los embalajes que envuelven las grandes fotos dan fe de su itinerancia y de los numerosos proyectos alrededor del mundo, que le mantienen en constante movimiento. Si a esto se le añade que, desde que se casó con una quebequesa, ha establecido en Montreal su segunda residencia, resulta fácil entender que haya desarrollado la capacidad de trabajar en cualquier lugar. Esto no quita para que uno de los sitios donde mejor escribe, reflexiona y concibe sus proyectos paradoxales sea la biblioteca de su casa, amplia y luminosa, con vistas al jardín-casi bosque que rodea su vivienda y las de sus hermanos. "Aquí veraneábamos de pequeños y una vez adultos todos hemos regresado", recuerda el artista. "Sin embargo, un tren, la sala de espera de un aeropuerto, un cuarto de hotel, cualquier sitio me sirve si tengo mi ordenador y si hay una conexión a Internet aún mejor", asegura Fontcuberta (Barcelona, 1955. www.fontcuberta.com), que está centrando cada vez más sus trabajos en el cambio de paradigma social generado por Internet y las nuevas tecnologías. Precisamente de la construcción de la imagen y de la propia identidad a través de la Red va su último proyecto A través del espejo, que consta de la exposición que tuvo este mes en la galería Dels Àngels de Barcelona y de un libro publicado por La Oficina. "Vivimos en la era de los espejos e Internet es el gran espejo del mundo", afirma Fontcuberta. En A través del espejo, el artista deja el protagonismo a los anónimos narcisistas digitales, que cuelgan sus retratos online. Al recorrer esta especie de cueva de imágenes, el espectador se encuentra de repente delante de un espejo, detrás del cual se oculta una cámara que atrapa su mirada asombrada y acto seguido la vierte en el flujo de fotos. "Este proyecto constata que el acto de creación más genuino y coherente no consiste en producir nuevas imágenes, sino en asignar sentido a las existentes", concluye Fontcuberta.

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