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Stephen Hawking excluye a Dios como creador del Universo

El astrofísico cierra la puerta a la compatibilidad entre ciencia y religión

Dios no fue el creador del Universo, sostiene el astrofísico británico Stephen Hawking en su nuevo libro, que precisamente será publicado una semana antes de la visita del papa Benedicto XVI a Reino Unido. El famoso científico británico argumenta en The Grand Design que el Big Bang, es decir, la gran explosión inicial del universo, fue "una consecuencia inevitable" de las leyes de la física y que el cosmos "se creó de la nada", según extractos del libro publicados por el periódico The Times.

Esta idea de que Dios es redundante en la explicación del origen del Universo es, en cierto modo, una rectificación a las opiniones que el mismo Hawking formuló en Una breve historia del tiempo (1988). Allí donde el científico no veía entonces una incompatibilidad entre la existencia de un Dios creador y la comprensión científica del universo, ahora lo descarta: "Porque existe una ley como la de la gravedad: el universo puede y podría crearse por sí mismo de la nada. La creación espontánea es la razón por la que resulta redundante el papel de un creador". El Big Bang, por tanto, es una consecuencia inevitable de las leyes de la física, razona en su nuevo libro.

"Porque existe la gravedad, el cosmos puede crearse por sí mismo"
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The Grand Design, firmado junto con el físico estadounidense Leonard Mlodinow, rebate la hipótesis de Isaac Newton, convencido de que el universo no pudo nacer del caos a partir de las meras leyes de la naturaleza y que tuvo que ser creado por Dios. Hawking ya no ve posible conciliar la causa de la fe con la comprensión científica del Universo. El descubrimiento en 1992 de un planeta en órbita de otra estrella diferente del Sol le ayudó a cuestionar la visión del padre de la física. Considera probable, además, que al igual que otros planetas, existan también otros universos (conocidos en su conjunto como el multiuniverso) en los que no descarta que haya vida. Si la intención de Dios fue la de crear al hombre, esos otros universos no tendrían sentido. Hasta hace apenas un año, el científico de 68 años desempeñaba el mismo cargo que ocupara Newton en la cátedra Lucasiana de Matemáticas de la Universidad de Cambridge. Ahora está jubilado.

El nuevo libro, que aterrizará en las librerías el próximo jueves, explica que la comunidad científica está próxima a elaborar una teoría del todo, un marco que puede ser capaz de explicar las propiedades de la naturaleza aunando las dos grandes teorías de la física contemporánea, que por ahora resultan inconsistentes en niveles fundamentales: la Relatividad General, de Einstein, y la Mecánica Cuántica.

De momento, al menos desde el punto de vista del impacto público y publicitario, es ese descarte de Dios como creador el que ya ha comenzado a suscitar reacciones encontradas. Mientras que el biólogo Richard Dawkins, conocido por sus postulados ateos, acoge con entusiasmo la posición de Hawking, el presidente de la Sociedad Internacional para la Ciencia y la Religión, George Ellis, critica el hecho de que presente ante el público un dilema que él estima falso: elegir entre religión o ciencia.

El gran problema para voces como la de Ellis, estiman varios analistas, es que en cuestiones de religión Hawking siempre adoptó una posición mesurada ("hasta que descifremos la teoría completa del Big Bang debemos tener en cuenta la importancia de Dios", escribió en su día) y eso aporta credibilidad a sus nuevas hipótesis en The Grand Design. No hay que olvidar, sin embargo, que la mente científica de Hawking siempre imperó sobre cualquier otra consideración, como refleja una de sus sentencias: "Hay una diferencia fundamental entre la religión, que se sustenta en la autoridad, y la ciencia, que se basa en la observación y la razón. Esta última ganará, porque funciona".

Hawking sufre una grave enfermedad neurodegenerativa, esclerosis lateral amiotrófica, por la que tiene paralizado prácticamente todo su cuerpo y que exige cuidados médicos constantes.

Stephen Hawking, en 2008 en Ciudad del Cabo.
Stephen Hawking, en 2008 en Ciudad del Cabo.REUTERS

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