Los Mostenses tendrán que esperar
La reforma de la plaza y de su mercado se pospone - Un proyecto de 30 millones de euros proponía construir un nuevo edificio con cine, piscina y restaurante
La plaza de los Mostenses tiene, en realidad, poco de plaza. Al llegar por la calle del Álamo, o del General Mitre, uno no tiene la sensación de estar en un espacio abierto. Apenas se pueden dar unos pasos antes de toparse con el mercado de los Mostenses, un edificio de dos plantas y ladrillo visto que ocupa casi toda la plaza. Y donde no hay edificio, hay camiones cargando o descargando mercancías, coches aparcados... El paseante, si no tiene algo que hacer allí, la esquiva. Y eso que no podría ser más céntrica, justo detrás de la Gran Vía, a tiro de piedra de la plaza de España.
El Ayuntamiento es consciente de que la zona necesita un lavado de cara. Por eso la Oficina del Centro encargó un anteproyecto a un estudio de arquitectura. Su propuesta: derribar el viejo mercado y levantar un edificio acristalado, de volúmenes apilados y 11 plantas de altura con biblioteca, piscina, cine al aire libre, restaurante, mirador... Es solo una "idea", advierten desde la Concejalía de Urbanismo. Y nunca ha sido un proyecto en firme, subrayan. Desde luego, no es una prioridad para esta legislatura. Y aunque lo fuera, tendría difícil acomodo con una deuda que ya asciende a 7.314 millones. Porque la ambiciosa remodelación que propone el equipo de las arquitectas Carmen Espegel y Concha Fisac costaría nada menos que 30 millones de euros.
El proyecto, para empezar, recupera buena parte de la plaza para el ciudadano. "Uno de los requisitos era ese, liberar más espacio público a nivel de suelo", explica Carmen Espegel. "La planta del edificio supone un tercio de lo que ocupa el actual". El boceto, por el que la Oficina del Centro (dependiente de Urbanismo y creada en 2007 para impulsar la revitalización del área central de Madrid) pagó 18.000 euros, propone casi 2.500 metros destinados al mercado tradicional, una mediana superficie, zonas deportivas -entre ellas, una piscina-, biblioteca, guardería, oficinas, un cine al aire libre, un restaurante vinculado a una escuela de hostelería, un gran parque-cubierta... Y cuatro plantas de aparcamiento subterráneo. "El de los Mostenses es un estudio previo, como encargamos miles", dice Beatriz Lobón, coordinadora general de Urbanismo. "A priori no estaría mal, pero tenemos que ver si se hace todo o una parte, si compensa gastar 30 millones o es mejor hacer algo más sencillo".
Aunque la propuesta para toda la plaza no llegue a buen puerto, la remodelación del mercado sí tiene visos de realizarse. Está incluida en el plan municipal de innovación y transformación de los mercados madrileños y el área de Economía lleva ya un par de años hablando de esa posibilidad con los comerciantes, que tienen los puestos en concesión. Hay dos opciones. Derribar el mercado y construir uno nuevo (hacerlo en el de San Antón costó unos 12 millones) o remodelarlo íntegramente (el coste sería de unos cuatro millones). En cualquier caso, aún no hay proyecto. "El de la Oficina de Centro no es viable económicamente, por eso no se lo hemos presentado a los comerciantes", asegura Daniel López, director general de Comercio.
La oferta de subvenciones alcanza el 60% (30% del Ayuntamiento, 10% de la Comunidad y 20% de la Cámara de Comercio); el resto lo deben poner los comerciantes. "Estamos dispuestos a hablarlo, pero la situación tampoco es muy boyante para nosotros", reconoce el presidente del mercado, Alfonso Cubas. Lo que tienen claro es lo que no quieren. "¿A qué tipo de mercado vamos a ir? ¿Como el de San Miguel? Eso no es un mercado", sentencia. También les preocupa tener que trasladarse. Propusieron ir a plaza España, pero el Ayuntamiento lo ha descartado. La alternativa, un pequeño parque en Conde Duque, no les convence. "El mercado hay que remodelarlo, pero ahora mismo está todo parado", se lamenta Cubas.
Tenderos de 14 nacionalidades
Mariano Laguna, de 56 años, se ha convertido en un especialista en frutas tropicales y verduras exóticas. "Los latinos me piden yuca, plátano macho, tanto verde como maduro, papaya, mango; los chinos, jengibre, pachoy, col china, y los africanos quieren ñame", enumera. Quién le iba a decir a él, hace 42 años, que en el puesto que heredaría de sus padres entrarían viandas tan extravagantes. "Qué remedio", exclama. No ha hecho más que adaptarse a las circunstancias. Más de la mitad de la clientela de su puesto en el mercado de los Mostenses es foránea. Lo mismo le pasa a Joaquín Izquierdo, de la carnicería Hermanos Izquierdo. "Hace 20 años aquí no entraba nadie", recuerda. "Ahora tenemos cola". Cola de ecuatorianos y dominicanos, básicamente. Fue adaptarse o morir, cuenta: "Traigo queso ecuatoriano y hacemos nosotros chorizo y longaniza como les gusta a ellos, con otro preparado de picante y especias".
En la ONU del comercio ya no sorprende ninguna tienda, por insólita que sea. En una se venden enormes latas de caviar iraní. Otra está especializada en delicatessen kosher. En las fruterías chinas, las ofertas del día son de "amparaya, sitao y kangong". Hay colmado filipino, supermercado coreano, pescadería ecuatoriana... "Aquí conviven 14 nacionalidades, cada una con sus respectivas comidas", ilustra el presidente del mercado, Alfonso Cubas. Los nuevos madrileños han revitalizado esta plaza. Primero como clientes y luego, como comerciantes. Blanca Sánchez, oriunda de Guayaquil, abrió su bodega hace dos años. Muestra orgullosa su mercancía: muchines, corviches, bolones con chicharrones... "Los que más vienen son extranjeros, latinos", constata. Y aprovecha para lanzar una queja: "Pero la crisis nos ha afectado; vendemos un 35% menos".
Mucho han cambiado las cosas desde que se inauguró el actual mercado. Fue el 11 de marzo de 1946 y tomó el nombre de la plaza que lo acogía. Una plaza que, a su vez, heredó el nombre de otra anterior, que desapareció con la construcción de la Gran Vía. El primer mercado de los Mostenses empezó a construirse en 1870 (a la vez que el de la Cebada), en el solar donde se levantaba el convento de los Premostratenses de San Norberto, llamados popularmente mostenses.
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