_
_
_
_
_
Los papeles de Afganistán

Los informes revelan la colaboración de Irán con los talibanes y Al Qaeda

El régimen de los ayatolás ayudó a los terroristas a comprar armas en Pyongyang

El régimen chií de Irán ha brindado al grupo terrorista Al Qaeda y a los talibanes, ambos suníes, más ayuda material y económica de lo que se pensaba, según queda patente en los documentos militares revelados el pasado domingo por la web Wikileaks. Con Irán, en esta campaña de acoso y derribo al Gobierno afgano y a las tropas aliadas que lo respaldan, han cooperado comercialmente otros Gobiernos como el de Corea del Norte o Argelia, que han vendido armas a los insurgentes.

Uno de los informes relata la venta de armas por parte de Corea del Norte a Al Qaeda, con el apoyo logístico de los gobernantes iraníes. En él se dice: "El 19 de noviembre de 2005, el líder del partido Hezb-Islami, Gulbuddin Hekmatyar, y el doctor Amin [al que no identifica con apellido], asesor financiero de Osama bin Laden, volaron a Corea del Norte partiendo de Irán". En Pyongyang compraron misiles tierra-aire. "Ambos cerraron la compra de misiles dirigidos por control remoto para su uso contra aeronaves americanas y aliadas", añade.

En febrero de 2007, la insurgencia adquirió 72 misiles aire-aire a Argelia
El presidente iraní se ha apresurado a desmentir el apoyo a los integristas
Más información
Obama mantiene su estrategia de guerra

Aquella compra, para la que ambos terroristas consultaron previamente con oficiales iraníes, tuvo pronto sus efectos. Según esos documentos, un helicóptero CH-47 Chinook fue abatido en 2007 por uno de esos misiles. Murieron siete soldados: un canadiense, un británico y cinco estadounidenses. "Hay evidencias de que el objeto atacante era mayor que una granada y que era posiblemente un misil tierra-aire", explica ese segundo informe.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

En los informes publicados en Internet no hay una atribución a las fuentes de las que provienen las informaciones que se revelan. Los administradores de Wikileaks advirtieron de que borrarían cualquier mención de nombres concretos para evitar por un lado posibles represalias de los terroristas y por otro dar pistas de quién, dentro del Pentágono, es el responsable de la filtración.

En uno de esos documentos, de 2005, se afirma que Irán llegó a poner precio a las cabezas de los soldados y líderes políticos afganos muertos por los insurgentes. Diversos oficiales iraníes reunieron en Teherán a un grupo de ex funcionarios afganos, de la época del gobierno talibán, y les aseguraron que, si se unían a la insurgencia en el país vecino, recibirían entre 1.700 y 3.400 dólares (entre 1.300 y 2.600 euros) por cada objetivo afgano abatido.

Los gobernantes iraníes se han apresurado a desmentir estas acusaciones. En una entrevista con el canal de televisión CBS, el presidente Mahmud Ahmadineyad dijo en la noche del lunes (madrugada en España) que su Gobierno no ha prestado ayuda financiera o logística a los insurgentes. "Nosotros solo apoyamos a la ciudadanía afgana" dijo. "Queremos que se incremente la seguridad en Afganistán".

Sin embargo, según esos documentos, desde 2006 el régimen de los ayatolás ha ido tomando un papel cada vez más importante en la insurgencia islamista afgana. La compra de armas con la mediación de los iraníes se convirtió casi en un hábito para Al Qaeda. En febrero de 2007, un grupo de líderes terroristas compró 72 misiles aire-aire a Argelia. El informe dice, expresamente: "Con la ayuda de Irán". Esa remesa de armamento, de hecho, viajó desde el Magreb hasta Asia con una parada en la localidad iraní de Zahedán. En otro informe, de septiembre de 2009, se llega a decir que los soldados aliados encontraron diversas lanzaderas de granadas en zona de batalla en las que se leía, en farsi, el idioma que se habla en Irán, la inscripción: "Fabricado en Irán".

La colaboración de Irán con Al Qaeda parece venir de largo y se nutre también de la estrecha relación de Gulbuddin Hekmatyar con los ayatolás. Hekmatyar, un terrorista buscado por EE UU, fundó en 1975 la guerrilla islámica Hezb-Islami, conformada por muyahidines, para librar a Afganistán del comunismo. Llegó a ser primer ministro de Afganistán en dos ocasiones en los noventa. En aquellos años conoció a Bin Laden. Finalmente, en 1997, los talibanes le obligaron a abandonar el país. Se refugió en Teherán, donde vivió seis años y donde frecuentó a los gobernantes locales. Recientemente, Hezb-Islami ha unido fuerzas con Al Qaeda y con los talibanes ante el enemigo común que representan EE UU y sus aliados en la OTAN.

Soldados paquistaníes escoltan a presuntos talibanes detenidos durante una operación militar en la región tribal de Khyber, en 2009.
Soldados paquistaníes escoltan a presuntos talibanes detenidos durante una operación militar en la región tribal de Khyber, en 2009.EFE

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_