_
_
_
_
_
AL CIERRE
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Banderas de la ciudad

Andamos enfrascados en lo simbólico, una vez más. ¿Cuatribarrada pelada encabezando la manifestación del día 10, como quiere el presidente Montilla, o con lema añadido, como propone Òmnium? En todo caso, "Som una nació. Volem decidir" suena a tautológico: si lo primero es cierto, lo segundo parece una derivada que quita fuerza al mensaje principal. En fin, ellos verán cómo lo ponen, pero que sea pronto, porque la discusión aburre a las ovejas.

Mientras, la ciudad ha ido colgando banderas en sus balcones. No muchas, es cierto, pero sí de una tipología variada que da cierto juego. Veamos. La mayoría son cuatribarradas peladas, como le gustan a Montilla, con las franjas en vertical u horizontal, según tipología de las barandillas y al modo de la festiva Diada de Sant Jordi. Banderas afirmativas, sin más. La variante introducida con ocasión de la sentencia estatutaria lleva prendido en el centro un fúnebre crespón negro para significar que Cataluña está de duelo, lo cual no deja de ser otra tautología. Y de ahí ya pasamos a las banderas directamente propositivas: la del triángulo azul con la estrella blanca (las más) o la de la estrella roja sobre fondo amarillo (las menos): "Adéu, Espanya!". Pues vale. Sin solución de continuidad, junto con las anteriores se presentan, además, muchas banderas españolas, la mayoría nuevas, con el escudo constitucional. No se trata de ninguna provocación política, sino del apoyo sentimental a la Roja, que mañana se la juega frente a Alemania. Una "roja" llena de catalanes, como vienen a recordar las banderas del Barça, que también abundan por las calles, no se sabe si olvidadas tras el triunfo en la Liga o bien subrepticiamente colocadas de nuevo como un subliminal apoyo a Laporta al frente de Democràcia Catalana, en cuyo caso habría que catalogarlas en el apartado anterior y no en el deportivo. Vaya lío.

Ahora bien, de todas las banderas de la ciudad, la que resulta más risueña y directa es sin duda la de Uruguay, con sus franjas azules y blancas y el Sol de Mayo mirándonos entre rayos flamígeros desde el cuarto superior izquierdo. Aquí no caben matices: ánimo cerrado a una selección heroica que esta tarde se enfrenta a la temible Holanda. ¿Tiene ese sol alguna opinión sobre el fabuloso lío simbólico en que solemos meternos en este país? Tal vez podría iluminarnos. Aunque, la verdad, parece muy concentrado en el fútbol.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_