El primer turista gallego
Sale a luz el libro sobre el viaje que en 1899 inspiró el Parque do Pasatempo
"Cumplido aquel deber, me anunció el mismo don Jesús que no sólo él era el viajero, sino que también su hermano presente, ya que así lo había resuelto la noche anterior, y agregó que yo también debería acompañarlos". El encuentro entre Rogelio Borondo y Jesús García Naveira se producía en Betanzos a las doce de la mañana del 21 de octubre de 1899. Apenas siete horas más tarde, ellos dos y otro García Naveira, Juan, partían hacia Francia, Suiza e Italia "augurando desde luego un largo viaje placentero que labraría en la memoria recuerdos imperecederos". De una peripecia de casi dos meses por la Europa continental en una época en la que el turismo ni siquiera se prefiguraba en las novelas de Julio Verne quedó constancia en Memorias dunha viaxe improvisada. De Betanzos a Nápoles en 1899. La editorial canguesa Morgante recupera el relato de Rogelio Borondo 110 años después de su primera edición, en la imprenta Sucesores de Castiñeiras, y traducido al gallego.
Borondo vivió una peripecia de dos meses por la Europa continental
En la emigración argentina conoció a los hermanos García Naveira
"Aquella fue una edición familiar de un libro", explica Xoel Ben, autor del perfil biográfico de Borondo que acompaña al volumen, "a medio camino entre una guía y un diario". Cómo hacer un viaje de placer en pleno cambio de siglo también serviría para enmarcar las 120 páginas de estas Memorias en las que apenas se leen valoraciones personales. "Rogelio Borondo cuenta los acontecimientos de un modo objetivo y da muchísimos detalles de los lugares por los que van pasando, algo así como 'donde se come bien', 'este es el mejor sitio para tomar unas cañas". Tantos detalles registró que su escrito aportó ideas para el diseño del célebre Parque do Pasatempo, financiado por los hermanos García Naveira en un terreno de 90.000 metros cuadrados de Betanzos .
El escritor y periodista Xesús Fraga hace recuento, en el prólogo a la nueva edición de la obra, de estas coincidencias. Un laberinto de espejos parisino, desaparecido del jardín betanceiro hace años; los leones de mármol, el Estanque de los Papas o las estatuas de personajes de la antigüedad y de emperadores fueron imágenes que los García Naveira recogieron en Roma y materializaron después en su pueblo, como en Venecia compraron conchas reproducidas en el Pasatempo. Aquellos pioneros del turismo contemporáneo, que se desplazaban por pura voluntad hedonista y no bajo obligación ni por salud -la excursión balnearia era lo que se estilaba entre la gente con posibles del siglo XIX-, se movían para "admirar las grandezas de la naturaleza y de la mano del hombre".
Rogelio Borondo había amasado su fortuna en la emigración. Aunque nacido en Betanzos en 1864, a la muerte de su padre navegó hacia la Argentina. En una versión austral de la conquista del Oeste, Borondo se convirtió en uno de los primeros pobladores de Carmen de Patagones, en el corazón de la Patagonia. "Dormía con pistola para protegerse de los indígenas", relataron los nietos aún vivos de Borondo a Xoel Ben. Volvió a Betanzos para casarse y, ya en pareja, hizo las américas con Almacenes Las Delicias, de nuevo en Carmen. Allí conoció a los hermanos García Naveira, empeñados en la construcción del ferrocarril argentino que un Gobierno de Carlos Menem a las órdenes del FMI acabaría por desmantelar en los años 90 de la pasada centuria.
De regreso definitivo en Betanzos, entonces capital de provincia, con industria y una potente banca, Borondo estrecharía su relación con los García Naveira al tiempo que asumió la dirección de la sucursal del Banco de La Coruña, hasta su muerte en 1935. Los hermanos, arquetipo del indiano triunfador, levantaron escuelas y casas para obreros, y ficharon al autor de Memorias dunha viaxe... para gestionar económicamente su Patronato. Era famosa su meticulosidad: dejó por escrito en un libro, redactado a lo largo de su vida, los avatares de su familia de siete hijos. La amistad desembocó en el interrail decimonónico, el que la memoria de Borondo inmoratilizó en libro "para perpetuar un recuerdo [...] y bosquejar brevemente el itinerario seguido con las más notables bellezas del arte y de la historia".
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