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Columna
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Aleteo de mariposas

Francisco G. Basterra

Descuidar el aleteo de una sencilla mariposa al otro lado del planeta puede provocar el caos a decenas de miles de kilómetros. Esto, que se conoce como efecto mariposa o teoría del caos, fue descubierto por el meteorólogo Edmund Lorenz, en los años sesenta del pasado siglo, cuando combinaba una serie de ecuaciones para lograr una predicción exacta del comportamiento de la atmósfera. Se trata de la amplificación de errores que pueden aparecer en el comportamiento de un sistema complejo si algo no sucede como debe suceder. En el laboratorio mundial globalizado de las relaciones internacionales asistimos a un batir de alas de mariposas con extraordinarios efectos no previstos capaces de trastocar realidades que dábamos por fijas. Algunos de estos aleteos afectan estos días a Europa y especialmente a España, pero se han producido también en la península de Corea, en China, en Irán, Brasil o Turquía. Sus efectos ya han sido registrados en Washington. La alerta temprana en algún caso ha evitado su propagación. Comencemos por los sucesos más próximos.

Obama cree que mantener el liderazgo depende de aceptar el ascenso de muchos competidores

Las mariposas volando sobre la periferia sur de Europa, las primeras en Grecia, trasladaron pronto su efecto de caos sobre el euro y la debilidad de la Unión Europea hasta el otro lado del Atlántico, poniendo en peligro la salida de la gran recesión y a la banca norteamericana. El jueves, afortunadamente, una acción preventiva lograda in extremis en el parlamento español con la aprobación del plan de ajuste de gasto, evitó el batir de alas de la mariposa española. Sólo la convicción de que la derrota del decreto del gobierno hubiera sumido en el desastre a nuestra economía y, por rebote de sus ondas, a la moneda única y a Europa, abortó el efecto mariposa. En la misma jornada se vivieron momentos de pánico en las bolsas mundiales con un confuso anuncio, luego desmentido, de que China, ante la debilidad de la eurozona, decidía deshacerse de parte de sus 630.000 millones de reservas en euros. Las autoridades de Pekín, que controlan un fondo de activos extranjeros de 2,5 billones de dólares, aseguraron que todavía confían en el euro. La mariposa china plegaba sus alas y los mercados suspiraban aliviados. Otro síntoma más del peso creciente del Imperio del Medio solo horas después de celebrarse en Pekín un nuevo G-2, con los representantes del Tesoro y de la diplomacia norteamericana. Hillary Clinton acudió a un programa popular de la televisión china donde le preguntaron cómo se sentía EE UU al ser la primera nación deudora de China.

La aislada Corea del Norte, dictadura familiar comunista con armas nucleares, resucitaba un conflicto de la guerra fría mal cerrado en los años 50, hundiendo a una corbeta de la armada de Corea del Sur. Todavía 28.000 soldados norteamericanos patrullan en la frontera entre las dos Coreas. La inexplicada provocación de Kim Jong-il, otra mariposa, convulsionó las bolsas mundiales. Y como principal rebote reactivó la importancia de China y puso de manifiesto la impotencia de Estados Unidos que no logró doblegar a las autoridades de Pekín, que se negaron condenar la acción de Pyongyang. Estados Unidos, envuelto en dos guerras en Irak y Afganistán, no podría eventualmente librar una tercera en la región. El historiador Paul Kennedy ya señalaba el excesivo estiramiento de los compromisos militares y la consecuente debilidad económica como causa de la caída de los imperios.

Y una tercera mariposa, esta vez sobre el Golfo Pérsico. Brasil y Turquía llegan a un acuerdo nuclear con Irán para salvar la cara a los ayatolás. Estados Unidos reacciona acelerando la imposición de sanciones al régimen teocrático. Obama ve mal la entrada en juego de otras potencias emergentes en un asunto que, según el pensamiento convencional, le correspondería a Occidente. Nos encontramos ante el inevitable ascenso de los otros que zapa la hegemonía de Estados Unidos, descrito por Fareed Zakaria en El mundo después de USA (Espasa). Si Occidente quiere un orden global tiene que acostumbrarse a que los otros tengan algo que decir en la construcción de las reglas, en palabras de Philip Stephens en el Financial Times. Obama ya ha procesado el aleteo de esta última mariposa. En su primera doctrina de Seguridad Nacional, que conocimos ayer, el presidente norteamericano admite que mantener el liderazgo depende de que Estados Unidos aprenda a aceptar y gestionar el ascenso de muchos competidores. Reconoce los límites: "A nuestros adversarios les gustaría ver como América agota su fuerza tratando de extender exageradamente su poder". Prestemos atención al vuelo inesperado de las mariposas y a sus efectos.

fgbasterra@gmail.com

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