Lena Horne, actriz y cantante que luchó contra el racismo
Se convirtió en la primera intérprete negra con contrato
El domingo por la noche, cuando Lena Horne falleció a los 92 años en un centro médico de Manhattan, el cine y la música estadounidenses no sólo perdieron un talento irrepetible, sino también un icono de la lucha contra el racismo. Porque la vida de Horne está repleta de duras batallas ganadas, como la de convertirse en la primera afroamericana con un contrato de larga duración en un estudio de Hollywood, en concreto Metro Goldwyn Mayer. Su peculiar físico, resultado de su mezcla de etnias (era mitad afroamericana, mitad indioamericana), provocó tanto rechazo como admiración. Hoy en día su rostro y su voz le hubieran reportado millones. Hace 70 años era un bicho extraño -y muy orgulloso- para cualquier comunidad.
Durante la II Guerra Mundial, rechazó actuar ante tropas segregadas
Horne, nacida en una familia de clase media en Brooklyn en 1917, comenzó su carrera en el mítico Cotton Club de Harlem a los 16 años, en contra de los deseos de sus padres. En el local podían actuar los negros, pero no entrar como clientes. Lo mismo ocurría -o tenían puertas distintas según la etnia- en otros clubes en los que cantó Horne, hasta que comenzó a actuar en el Café Society, en el que, ella misma lo reconocía, encontró su lugar recién separada (se divorció en 1944) y tras haber rodado un par de pequeñas películas con sólo 23 años. Su extraordinaria voz y su fuerza a la hora de afrontar temas como Stormy weather llamaron la atención de Hollywood. MGM la contrató en 1942 y empezó a filmar musicales como Panama Hattie (1942) y Stormy weather (1943), aunque nunca logró un papel protagonista: su color impidió en aquella época timorata su lanzamiento. La única excepción fue Cabin in the sky (1943), de Vincente Minnelli. Un buen ejemplo ocurrió en 1951, cuando Ava Gardner (que fue doblada en las canciones) protagonizó Magnolia en detrimento de Horne.
A mediados de los cincuenta a estos impedimentos se sumaron sus protestas políticas y su negativa a actuar en locales con segregación racial, que le acarrearon aparecer en la lista negra de los estudios de Hollywood. Más aún, durante la II Guerra Mundial estuvo animando a los soldados y rechazó hacerlo ante tropas segregadas. Así que Horne decidió centrar su carrera en la música con actuaciones en nightclubs, musicales de Broadway (fue candidata al Premio Tony en 1958 por su trabajo en Jamaica) y grabaciones discográficas, además de, por supuesto, múltiples apariciones en televisión. En la revista Time, apuntó en una entrevista. "Realmente odié Hollywood y me sentí allí muy sola".
Al cine, que había abandonado tras actuar en el musical Viva Las Vegas, no volvió hasta 1969 con el filme La ciudad sin ley. En El mago encarnó a Glenda, la bruja buena de esa versión de El mago de Oz que protagonizó Michael Jackson.
En verano de 1980, con 63 años, anunció su retirada y realizó una gira de dos meses de conciertos benéficos. Poco duró su descanso porque en 1981 volvió con el show Lena Horne: the lady and her music, que le proporcionó dos grammys y un tony especial. Ese espectáculo la tuvo de gira hasta 1984. Horne siguió apoyando cualquier acto de lucha por los derechos civiles y grabando discos hasta inicios de este siglo.
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