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Reportaje:

Aquí sí hay sitio para aparcar

Sólo se ocupa el 30% del estacionamiento disuasorio de Ciudad Universitaria - Mucha gente desconoce que está abierto y que tiene precios asequibles

Costó casi seis millones de euros y fue presentado a bombo y platillo por Esperanza Aguirre como el aparcamiento más grande de la región, 1.498 plazas en cinco niveles subterráneos. Fue la respuesta que el Gobierno de la Comunidad, el Ayuntamiento y el Consorcio Regional de Transportes encontraron para liberar las calles de Ciudad Universitaria del yugo de los miles de coches que tenían tomadas las aceras y hasta los pasos de peatones. Pero no ha funcionado. A seis meses de su inauguración, el aparcamiento bajo la plaza de Ramón y Cajal permanece casi vacío. Muy poca gente sabe de su existencia y, lo peor, las calles aledañas a la plaza siguen colmadas de vehículos.

"¿Que hay un aparcamiento debajo del parque? Tiene que ser nuevo, yo no lo conocía. ¿Cómo quieren que lo usemos si ni nos avisan de que ya abrió y podemos usarlo? Es una contradicción", asegura Sofía, una visitadora médica que desde hace 24 años busca todos los días un lugar para estacionarse en una calle junto a la Facultad de Farmacia, una de las tres más cercanas al nuevo aparcamiento. Las otras dos son Medicina y Odontología.

El aparcamiento más grande de la región tiene tres plantas cerradas
La Policía Municipal dice que no hay recursos para multar a todos

"¿Ya está abierto? Sabía que lo iban a abrir, pero no más. Que hagan una campaña para darlo a conocer. No conozco ni los precios", responde Tadeo, de 22 años, estudiante de cuarto año de Odontología, mientras baja de su coche recién estacionado frente a su facultad para ir a clase.

Como Sofía y Tadeo, varios automovilistas consultados en la zona por EL PAÍS desconocen el nuevo aparcamiento. Pero no hay planes, ni del Consorcio Regional de Transportes ni de la Universidad Complutense, para hacer una campaña de promoción del garaje. Nadie se hace responsable de la baja ocupación del aparcamiento, sólo el 30%, según datos del consorcio.

"No hay presupuesto para hacer una campaña publicitaria en la universidad. Tiene que hacerla el consorcio", dice una portavoz de la Complutense. "Hace falta que las universidades hagan su labor y distribuyan las tarjetas de descuentos entre alumnos y profesores. No se trata de llenarlo porque sí. Cambiar las costumbres de aparcar en la calle tarda tiempo, quizá un año. Algunos no lo utilizan por costumbre, nada más", replica un portavoz del consorcio.

Mientras las oficinas se pasan la pelota del fracaso de ocupación del aparcamiento, tres de sus cinco plantas permanecen cerradas por falta de clientela. Seguirán blancas, limpias, perfectamente acondicionadas y vacías. Y Sofía, como muchos de los que se estacionan en la calle, seguirá pidiendo ayuda a uno de los cinco gorrillas que ejercen en la zona. Así se evita dar varias vueltas buscando sitio. Son ellos quienes le indican dónde hay espacio libre y, a diferencia del aparcamiento, son muy conocidos. Estos aparcacoches reciben propinas por el servicio que prestan. Ganan unos 300 euros mensuales de promedio, aseguran.

La demanda de espacio es tal que hay una fila de coches aparcada en medio de la carretera, dejando un carril a cada lado, frente a Odontología y Farmacia. Según un estudio de la Subdirección General de Circulación del Ayuntamiento, alrededor de esas facultades aparcan diariamente casi 1.400 vehículos, una tercera parte en zonas indebidas. La Policía Municipal no tiene los recursos humanos necesarios para multar a todos los que cometen infracciones, según una portavoz.

El flamante aparcamiento semivacío tardó 15 años en construirse. El espacio estaba planteado como un estacionamiento disuasorio desde 1994, cuando el Consorcio Regional de Transportes terminó la estación de metro de Ciudad Universitaria, en la línea 6, pero no se inauguró hasta 2009. El objetivo era que los usuarios de la autovía de A Coruña (A-6) pudieran dejar sus coches y tomar el metro. Durante años se mencionó en los planes de reordenamiento como la panacea para el desorden vial en la zona. Pero se abrió y los coches no llegaron a sus 64.487 metros cuadrados. Ni los precios reducidos (ocho horas por dos euros, abonos mensuales y trimestrales y descuentos a estudiantes y profesores) ni su buena ubicación impidieron que tres de las cinco plantas se cerraran por falta de uso. Y eso a pesar de las rebajas de tarifas: los conductores ajenos a la universidad tienen la misma tarifa que los relacionados con ella.

La estrategia de bajar las tarifas tiene contentos a los pocos usuarios que se han enterado por amigos de la existencia del aparcamiento y lo usan cotidianamente. "Dos euros por ocho horas no está mal. Las instalaciones están bien y siempre encuentro lugar rápido, pero si pudieran bajar las tarifas, mejor para nosotros", dice José Javier Castellano, estudiante de primero de Farmacia, mientras acomoda sus cosas en su Renault. Alfonso Díaz, alumno de primer año de Ingeniería Aeronáutica y cliente diario del aparcamiento, está de acuerdo. "El precio está muy bien, pero mucha gente no sabe que existe", dice.

La Comisión de Seguimiento del Aparcamiento, en la que participan el Ayuntamiento, la Comunidad, el Consorcio Regional de Transportes y la Complutense es consciente de que el uso del inmueble es mínimo y considera preciso hacer algo, pero nadie dice qué. La empresa concesionaria del estacionamiento, Itemosa, rechazó dar su punto de vista a este periódico.

El aparcamiento, inaugurado a bombo y platillo con la presencia de la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, el concejal de Seguridad y Movilidad, Pedro Calvo, y los rectores de la Complutense, Carlos Berzosa, y de la Politécnica, Javier Uceda, languidece. Seis millones de euros gastados en un estacionamiento que es el más grande de la capital. Y el más desconocido.

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