_
_
_
_
_
Reportaje:

Toros: ni unos ni otros

Floja entrada y una quincena de manifestantes en el inicio de la posible última temporada de la Monumental

Dos horas antes de iniciarse la corrida que ayer abrió temporada en La Monumental de Barcelona, Juanito Tarré y sus amigos estaban sentados en un bar frente a la plaza, regentado por chinos y abarrotado de pósters taurinos. Estaba lleno de hombres de edad avanzada, con trajes, que bebían y fumaban tabaco negro y debatían sobre la corrida que verían en breve: Jesulín de Ubrique, El Fandi y El Cordobés, que fue ingresado en la clínica del Remei tras recibir una cogida en su primera faena que le comportó fractura del tabique nasal.

Tarré, de 87 años, fue torero: "Empecé antes de la Guerra Civil con 13 años, y debuté en Valencia, donde me sacaron a hombros. En 1955 toreé 14 corridas, seis de sobresaliente", evocó. El ex torero vive cerca de la plaza. Cada domingo que hay corrida va con sus amigos. Cuando se le plantea la posibilidad de que esta sea la última temporada taurina y que los toros sean prohibidos por el Parlament, Tarré se exalta y arremete a insultos contra la institución.

Minutos antes de las seis de la tarde, hora de inicio del espectáculo, Dimitrina estaba decidiendo qué entradas comprar frente a las taquillas junto a unos conciudadanos búlgaros. Lleva siete años en España por trabajo; sus cinco compatriotas vinieron sólo para ver los toros. Desconocían que se debatía la prohibición, como la mayoría de extranjeros de ayer, el 20% de los asistentes y de varias nacionalidades: chinos, canadienses, polacos, alemanes. Incluso entre los medios de comunicación estaba Ashish Sharma, periodista de la BBC y de una radio holandesa. "Ambos medios tienen mucho interés en saber qué pasa y en estar en un hecho histórico", decía.

El sueco Lasse, de vacaciones con sus amigos, ignoraba cómo reaccionaría al ver la corrida, pero creía que "debería estar en el otro lado de la calle", mientras señalaba la quincena de antitaurinos que allí se manifestaban ante una veintena de policías autonómicos y locales.

En la otra acera, miembros de la Plataforma para la Defensa de la Fiesta pedían firmas al reducido número de personas que esperaban para entrar: el coso se quedó con un tercio de entrada, unos 6.200 asistentes. Entre estos estaba Pepe. Nació en una finca donde se criaban toros bravos; cuando hizo la mili, llegó a Cataluña. Lleva medio siglo yendo a La Monumental. "Si prohíben los toros me voy a Andalucía; lo juro por mis dos hijos". Así estaba la plaza al inicio de una temporada que podría ser la última. Más información en la página 40

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_