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España será el séptimo país del mundo con una recuperación más débil

El FMI eleva sus previsiones sobre la economía española, pero la mantiene descolgada de la mejoría general - La reactivación mundial se consolida

Claudi Pérez

Basta con dos trimestres de caída del PIB para que los economistas hablen de recesión. España lleva ocho. Y basta con un solo trimestre de crecimiento anémico -y España está a un paso de lograrlo- para salir de ella, al menos técnicamente. Las estadísticas suelen confirmar lo que ven los ojos, y con más de cuatro millones de parados esos tecnicismos parecen difíciles de defender. El Fondo Monetario Internacional (FMI) presentó ayer un mapamundi económico en el que la economía española cuenta otra historia: el color azul va extendiéndose poco a poco y domina con claridad sobre el rojo; o lo que es lo mismo, los países que han salido ya de la recesión son muchos más de los que siguen en el fondo del pozo. La economía mundial mejora, al fin. Pero la española sigue en rojo, sufriendo de lo lindo con una recesión mucho más dura de tragar que en otros lugares.

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"Hay buenas noticias: la economía global se recupera más y mejor de lo esperado", abrió ayer fuego Olivier Blanchard, economista jefe del FMI, en Washington. "Y sin embargo se trata de un momento difícil: la recuperación es tibia en los países avanzados y más fuerte en los emergentes", remachó. El crecimiento mundial avanzará a una velocidad de crucero superior al 4% este año y el próximo. Adiós a la peor crisis desde la II Guerra Mundial.

Pero las buenas noticias van por barrios: España sera el único gran país rico que seguirá en recesión este año, con un retroceso del 0,4%, dos décimas mejor que en el anterior informe del Fondo y en línea con las previsiones del Gobierno, como ayer se apresuró a destacar la vicepresidenta Salgado, de camino hacia Washington para la cumbre del G-20.

Y sin embargo, esos datos tienen otra lectura. España es uno de los pocos países que siguen en rojo en todo el mundo: aquellos en los que la recuperación será anémica en 2010 y en 2011. El crecimiento en 2011 será de apenas el 0,9%, a todas luces insuficiente para dejar atrás la fuerte crisis del empleo, incluso para despejar las dudas de los inversores por el potencial contagio de la crisis fiscal en el Sur de Europa. El FMI señala solamente a ocho países con el color de la crisis en ese bienio rojo. Sólo Grecia, Venezuela, Haití, Letonia, Islandia e Irlanda, con problemas profundos y de lo más variado, están peor que España. Portugal y Lituania aparecen también en ese colorido furgón de cola, pero en una situación algo mejor que la de España.

La institución prevé un paro del 19,4% en España este año, algo por encima del actual, y del 18,7% para 2011, apenas tres décimas por encima de lo que espera el Gobierno. Considera, además, que España es uno de los tres países con mayor riesgo de deflación, junto a Japón e Irlanda.

La economía española es un ejemplo arquetípico de acumulación de desequilibrios que, según el FMI, suelen acabar en un ajuste doloroso: alto déficit público; elevado déficit comercial; incapacidad para usar el tipo de cambio para recuperar competitividad; riesgos de contagio de la crisis fiscal griega; un elevado desempleo capaz de hacer mella en la confianza, y problemas sin resolver en el sistema financiero. "La respuesta del Gobierno español para hacer frente a la crisis fue la correcta, pero ahora debe reducir el déficit publico: las medidas previstas para 2010 son adecuadas, el desafío es un plan fiscal creíble a medio plazo", aseguró Jorg Decressin, economista del Fondo. Eso debe traducirse en un recorte del gasto público no productivo.

El FMI tiene un ejemplo de libro desde hace décadas para ese desafío que ayer desempolvó para España: "Aumentar la edad de jubilación", apuntó Decressin, una medida que el Gobierno tiene la intención de adoptar, según ha anunciado, aunque pretende pactarla con los grupos políticos. Decressin añadió otra que parece un acertijo: "Hay que conseguir un código fiscal igual para todos los ciudadanos". No dio más pistas.

Fuera de España, hay un puñado de buenas noticias que se afianzan: la actividad económica y la financiera se van respaldando mutuamente, el mercado financiero se ha estabilizado, el mercado bursátil repunta, el endurecimiento del crédito parece llegado a su fin. El apetito por el riesgo ha vuelto.

Y, sin embargo, hay también un buen número de riesgos al acecho: el principal, el vinculado al incremento de la deuda pública en los países ricos. A corto plazo, el gran temor es que Grecia acabe prendiendo la mecha del contagio de una crisis fiscal, básicamente a los países de la periferia de Europa, con España como víctima potencial. Aunque hay también otros miedos: el margen de maniobra de la política fiscal y la monetaria está casi agotado, y el sector financiero sigue expuesto a los efectos de la explosión de la burbuja inmobiliaria en EE UU y en varios países europeos.

Porque Europa es tal vez la gran perdedora de esta recesión, pese a que la crisis se forjó y tuvo su epicentro en EE UU. La economía norteamericana saldrá más deprisa. ¿La razón? "La inversión y la actividad económica en Europa se basan en el crédito bancario", según Blanchard. Y el crédito bancario está seco. Además, "Europa se enfrenta a ajustes internos importantes": Grecia. Aun así, Blanchard no ve "riesgos de crisis fiscal importantes para la eurozona", dijo el economista jefe del Fondo, involucrado en el plan de rescate griego. Pero Europa enfrenta una digestión complicada, con un crecimiento débil en Francia y Alemania y problemas fiscales en Portugal y Grecia. Entre uno y otro grupo, España (déficit elevado, deuda pública baja) e Italia (enorme deuda y exiguo déficit).

El destino de Europa es "solucionar esos problemas fiscales, lo que conlleva una contracción de la demanda interna, e impulsar el sector exterior para compensar esa caída", según el informe de Perspectivas Económicas Mundiales del FMI, un extenso trabajo con datos y más datos, análisis y un punto de vista acerca de por dónde va a ir el mundo en los próximos meses. La misma receta de Europa vale también para la economía española si quiere salir de esta. Eso sí: el Fondo no dice cómo ponerla en práctica a lo largo de 200 páginas.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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