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Tres estrellas, todo incluido, 17 euros

Hoteleros de Lloret admiten que la carrera de ofertas mina al sector - "Si tú no abaratas, lo hará otro", dice uno - Otros mantienen la clientela familiar

Rebeca Carranco

Son las diez de la noche de un martes, a las puertas de la Semana Santa. Un pequeño caballete en la puerta del bar del hotel anuncia que esa noche hay disco. De fondo, suena la canción que catapultó fugazmente al mundo de la música a la (¿modelo?) Malena Gracia. "¡Loca por un beso tuyo!", retumba en la sala. Ha llegado el momento de pedir algo en la barra. La idea de abonar la bebida le resulta curiosa al camarero. "¿No tiene tarjeta?", pregunta. En efecto, el resto de los huéspedes blanden una tarjeta de color azul.

Es el todo incluido. Con ella, disfrutan de la barra libre de las diez de la mañana a la medianoche en este hotel de tres estrellas de Lloret de Mar (Selva). Los que han dado con la mejor oferta están pagando por la cama, la comida y toda la bebida que quieran 17 euros por noche y persona.

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"Es una gran oferta, por eso hemos venido a Lloret", explica Carme Prats, de 46 años. Ella, con Carme Mosquera, de 77 años y María Antonia Mate, de 63, ha viajado en coche desde Sant Just Desvern (Baix Llobregat) para pasar los siguientes cinco días en la ciudad de la Costa Brava. Cuando se reserva la habitación directamente al hotel, sale un poco más caro. EL PAÍS pagó 31 euros por una noche, con pensión completa: cena, desayuno y comida.

La habitación individual, de no más de 15 metros cuadrados, tiene el suelo de gres, una cama coronada con un cuadro de flores, una televisión y un baño. Todo muy limpio, sin queja posible, más allá del ruido de los jóvenes que se cuela por el balcón.

Esa noche hay 9.000 portugueses y 2.000 ingleses preuniversitarios de fiesta en Lloret. En el bufé libre se puede ver a algunos de esos adolescentes cargando sus platos con espaguetis y patatas fritas. Ni tocan la verdura, la lechuga, los tomates o el pescado. Los muslitos de pollo adobado (que se deshacen en la boca) y la tortilla de patatas tienen más éxito. Esos mismos chavales rapiñan después las tarrinas de helado, que se llevan de dos en dos.

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Las bebidas cuestan 1,95 euros y van aparte, a no ser que, de nuevo, se tenga esa maravillosa tarjeta azul. Los responsables del hotel -que piden que se mantenga oculto el nombre del establecimiento para este reportaje- conceden que el turismo que reciben con esas tarifas no es el mejor posible.

Menos calidad

"Hay guerra de precios. Si tú no abaratas, lo hará otro", asegura uno de ellos, que acepta que eso va en detrimento de la calidad. Aun así, tienen margen de beneficio. El 80% de sus clientes son jóvenes. Los dueños cambiarían de plan en caso de que hubiese una estrategia común en el municipio, consensuada por todos. "Si cada uno trabaja por sí solo, sólo se puede empeorar", sentencian.

Pero existen otras maneras de trabajar. El director del hotel Helios (también de tres estrellas), Antonio Casals, no acepta grupos de jóvenes ni ha entrado en el todo incluido. "Buscamos turismo familiar y de calidad", asegura Casals. Su hotel no está de acuerdo en reventar precios porque perjudica a Lloret. "Esa política hace que no se pueda competir a un nivel adecuado y de calidad", lamenta. El Helios tiene un cliente fiel y cuelga el cartel de "completo" cada verano.Sin embargo, a pesar de que Lloret de Mar se llene, de hecho, hasta los topes, muchos comerciantes de la localidad se quejan del poco gasto que hacen los turistas.

"Hace ya 10 años que la gente apenas compra excursiones. Antes había más familias, ahora vienen muchos jóvenes que se conforman con la playa y la discoteca", explica una trabajadora de la agencia de viajes Over Mistral. El empleado de una tienda de souvenirs, Dharmendra Kodwani, opina lo mismo.

Los turistas, en cambio, no están de acuerdo. El matrimonio catalán formado por Antonio Luque, de 74 años, y Carmen Pérez, de 70, dispone de un presupuesto de 600 euros para gastar (más los 300 euros que han pagado ya por la estancia). A Pepe Pousa, gallego de 65 años, le ha costado 200 euros el hotel, y cuenta con gastarse 1.000 euros más, junto con su esposa, durante los días que pasará en Lloret.

El Ayuntamiento trabaja para atraer este tipo de turismo, el familiar, además del deportivo, y poder erradicar el turismo de borrachera. "Trabajo 24 horas para que este tipo de turismo no exista", defiende el alcalde de la localidad, Xavier Crespo (CiU). El objetivo del Consistorio es alcanzar un turismo basado en la "sostenibilidad social", de modo que los que viven el Lloret y los que van de visita convivan en paz. "Es la única manera de obtener destinaciones turísticas de futuro y de calidad", afirma Crespo.

La ciudad empezó un plan de excelencia turística en 2001. Desde entonces se trabaja sobre todo en reforzar la faceta deportiva de Lloret de Mar.

En el año 2006, la localidad obtuvo el certificado de destino turístico deportivo, debido a las celebraciones anuales que tienen lugar, como el Rally Costa Brava, la Copa del Rey de Hockey y la Vuelta Ciclista a Cataluña.

Lloret de Mar, con un total de 39.363 habitantes empadronados, recibe cuatro de cada 10 turistas que visitan la Costa Brava, tiene un total de 130 establecimientos hoteleros y suma 30.000 camas.

Un grupo de jóvenes procedentes de distintos países, en una de las playas de Lloret de Mar, esta Semana Santa.
Un grupo de jóvenes procedentes de distintos países, en una de las playas de Lloret de Mar, esta Semana Santa.PERE DURAN

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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