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Reportaje:LOS OTROS 'CABANYALS' / 2 | Barrio de Natzaret de Valencia

La barriada que crece a empujones

Encajonado por la F-1, el puerto y una gran fábrica, el vecindario lucha por subsistir

Pablo Ferri

A Natzaret se llega por un puente que pasa por encima de un río que desemboca en un túnel. Es el cauce antiguo del Turia, que con la última remodelación del puerto se pierde de vista bajo una rotonda. El puerto de Valencia es el problema con mayúsculas del barrio valenciano de Natzaret. Casi todos sus males nacen y mueren en él, desde que se tragó su playa en los años ochenta alejando a los vecinos del mar, hasta que se convirtió en el lienzo de los políticos para diseñar grandes eventos como la fórmula 1 o la Copa del América. Así y todo, el puerto no es el único problema de Natzaret, pues la fábrica de Moyresa, el tráfico de drogas o el abandono de las administraciones acaban de desfigurar una barriada antaño próspera.

En Natzaret, las ayudas y mejoras llegan tarde o tardan en llegar
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El puerto nos da la espalda

El caudillo mexicano Porfirio Díaz (1830-1915) exclamó, ya cercana su muerte: "Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de EE UU". Julio Moltó, presidente de la Associació de Veïns i Veïnes de Natzaret, adapta la frase al caso del barrio: "Tan lejos de la ciudad y tan cerca del puerto". En los años ochenta el puerto necesitaba crecer. Debía elegir, así que optó por el sur. Natzaret, que quedaba a dos pasos de la playa, se encontró de repente con un muro de hormigón y contenedores. Hoy no queda ni rastro de la playa, ninguno de los 7.030 vecinos diría que existió de no ser porque hay quien lo recuerda, como Juan, que fue buzo y soldador de barcos, o Enrique, que trabajó la tierra que sus padres tenían de camino a La Punta.

El puerto creció, le dio a Natzaret un empujón y lo apartó del mar. Y así es como ha crecido el barrio, a empujones. Cuando no es el puerto con sus ampliaciones, son las vías del tren de Barcelona que limitan el crecimiento del barrio por el oeste, y si no el cauce del Turia, que en su tramo final aún lleva agua y ha provocado varias inundaciones, o si no el circuito urbano de F-1... "Seguimos siendo un barrio físicamente aislado" lamenta Moltó. "La conexión natural de Valencia con el mar es el río y el barrio de El Grau", continúa, "así que lo lógico sería hacer un parque de desembocadura, igual que hay uno de cabecera". Sería la forma de sanear el barrio.

Cuando el tranvía llegue a Natzaret y posteriormente se desarrolle el plan de actuación integral (PAI) de El Grau, ese aislamiento podría quedar parcialmente resuelto. El tranvía llegará pronto, pero el PAI de El Grau, el remate del jardín del Turia hasta el puerto, tardará años en ser una realidad, en el mejor de los casos.

El tiempo se toma con calma a Natzaret; las ayudas, reivindicaciones y mejoras tardan en llegar o llegan tarde. La fábrica de Moyresa, que ocupa desde hace más de 40 años una enorme explanada a 100 metros de las casas, responde al primer caso. Los vecinos exigen desde hace años que se desmantele, pero allí sigue. "La fábrica", apunta Julio Moltó, "está prácticamente parada. Lo que hacen es pedir pasta para renunciar a los años que les quedan de concesión [hasta 2022]". Moyresa, que cuando funcionaba con normalidad se dedicaba al aceite de soja, empleaba un disolvente "muy explosivo", el hexano, que era almacenado en un depósito cercano a las viviendas. Moyresa ha provocado más de un susto, como cuando por los grifos de las casas empezó a salir el agua aceitosa o cuando se declaró un importante incendio en 1998. El Ayuntamiento es partidario de rescatar la concesión, pero la Consejería de Medio Ambiente mira para otro lado. La alcaldesa, Rita Barberá, se comprometió hace 10 años a desmantelarla. Mientras, un trecho enorme de suelo sigue ahí, estéril.

Los desastres sobrevuelan el barrio. Ramón Arqués llegó a Natzaret en 1973. Recuerda cómo era entonces, con sus pescadores y trabajadores de los astilleros, con sus obreros de Cuenca y Andalucía. Reconoce esa falta de concreción que envuelve al barrio y favorece que las cosas lleguen a destiempo, como aquel terrible suceso que lo conmocionó recién llegado: "En Natzaret, donde no había agua ni luz, estábamos rodeados de troncos de árboles guineanos. Los cargueros los dejaban por todo el barrio y los camiones que los recogían pasaban por las calles y cabían a duras penas. Además, el sistema de cuerdas para amarrar los troncos era muy rudimentario. Un día se rompió una cuerda y se soltó un tronco. Mató a una mujer. Se podía haber evitado".

Tarde. Siempre tarde, como los 16 años que se retrasa la Consejería de Infraestructuras en acabar la reurbanización del barrio; o todo el tiempo que estuvieron las Casitas de Papel cultivando la marginalidad y el tráfico de drogas antes de ser derribadas. Un barrio encajonado, empujado, maltratado. La solución es sencilla si se entiende la situación desde el punto de vista de Moltó: "Esto es un problema de marginadores y marginados".

Sobre Natzaret

- Origen. El barrio nace a principios del siglo XVIII, cuando las autoridades de la ciudad trasladaron un llatzeret (donde se ponía en cuarentena a los marineros de los barcos que atracaban en el puerto) desde Monteolivete a la zona que hoy es Natzaret.

- Población. En 2009 había 7.030 vecinos, la mitad hombres y la mitad mujeres. La población del barrio sube desde 1991.

- Vecindario. De los 7.030 vecinos, 1.651 son extranjeros, la mayoría hombres de países de África, América del Sur y de la Unión Europea.

- Resultados electorales. En las elecciones municipales de 2007, el PP logró 1.584 votos y el PSPV-PSOE contabilizó 835.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

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