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Feijóo se estrella contra Baltar

El hijo del barón logra el 62% de los votos frente a la dirección del partido - Rueda reclama unidad y el vencedor dice que no integrará a los oficialistas

José Luis Baltar atraviesa solo el Pazo de Os Remedios, busca a su mujer, Alicia Blanco, entre la media docena de pancartas de apoyo a su hijo, y concluye: "Ya está". Decenas de familiares y amigos se arrancan con vítores de "¡presidente, presidente!" el pabellón se contagia y aparece en escena el heredero, José Manuel, que baja por la escalerilla en medio de una atronadora ovación que hace imperceptible la entrada por una puerta lateral, del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Baltar padre alza a su hijo en brazos frente a un enjambre de fotógrafos que retratan la instauración de una saga en Ourense. "Han perdido los traidores", grita una seguidora convencida. Los altavoces del pabellón precisan el resultado: 723 votos de Baltar Blanco, por 433 de Juan Manuel Jiménez Morán. Los observadores llegados desde las sedes de Madrid y Santiago para fiscalizar la votación escuchan y callan.

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Alberto Núñez Feijóo supo ayer que la dinastía continúa en Ourense y que tiene un problema grave en la provincia que lo vio nacer. Su candidato preferido, a quien la dirección regional empujó a presentarse tras proporcionarle un equipo de campaña, apenas convenció al 38% de compromisarios. De poco le sirvió a Jiménez Morán arrimarse al presidente gallego, ni las declaraciones de Feijóo y Rueda en dos periódicos distintos el pasado jueves, llamando a renovar el partido. La intervención del propio presidente nacional, Mariano Rajoy, que esta misma semana llamó a capítulo a Baltar a Madrid no tuvo efecto. Y la traca final del aspirante oficialista -la filtración la misma víspera del congreso, de una candidatura que reservó el segundo puesto, tras Jiménez Morán, al número tres del PP gallego, Antonio Rodríguez Miranda, y dejó hueco para el delegado de la Xunta, Rogelio Martínez- sólo añadió algo más de estrépito al fracaso. La apuesta de Feijóo, Rajoy y Rueda convenció exactamente al 36,05% de la militancia orensana.

Pero la contundencia de la derrota no impidió al secretario general gallego reclamar "inteligencia" a la hora de "interpretar los resultados". La dirección del PP interpreta que con un 40% de contestación interna, los Baltar no deberían permitirse demasiadas alegrías. Pese a ello, Alfonso Rueda se esforzó en cerrar las heridas de campaña. Admitió que algunas cosas no deberían haber pasado y pidió explícitamente un partido unido que garantice futuros éxitos electorales.

"Cerremos este día para la historia y trabajemos todos juntos", exhortó a los miembros de ambas candidaturas que compartían las primeras filas. Los rostros de todos ellos delataban a vencedores y vencidos. En las sillas del medio, exultantes, Baltar, padre e hijo... Mucho más escorados y cariacontecidos, dirigentes como Rodríguez Miranda, Celso Delgado, o Rogelio Martínez, muy tocados políticamente tras la votación de ayer.El sucesor de Rueda en el estrado, el presidente electo, Baltar Blanco, hizo como si no hubiera oído las llamadas a la unidad y ratificó su compromiso de construir un partido "de leales, de gente que no duda y que no siembra dudas". Demostró de paso que, por mucho que interese a la cúpula del PP, el antecedente de Cacharro Pardo no cuenta porque ni Lugo es Ourense, ni el apellido Baltar se jubila tan fácilmente.

El estreno en el cargo del nuevo presidente fue otro alegato a favor del galleguismo y de los intelectuales de la Xeración Nós, con evidentes puyas a sus superiores de Santiago y Madrid. "Llegó el tiempo de la imposición de abajo a arriba, en lugar del diseño de plástico", avisó de entrada. Luego invitó a su padre a seguir en la Diputación el tiempo que quiera, desoyendo a la dirección regional que pretende despedirlo también de las instituciones.

Pero la mayor carga de profundidad la colocó en el turno de agradecimientos. Tras saludar a "la familia", se acordó de su hija Elena, todavía adolescente. "Espero que nadie cercene tu libertad de presentarte", expuso en un mensaje directo a sus detractores internos del partido. "En Ourense pensamos lo que decimos y decimos lo que pensamos... nadie puede poner vetos a la democracia", continuó. Su intervención, trufada de ataques contra BNG y PSdeG para hacer ver que éstos son los verdaderos enemigos, sirvió además para marcar una cierta distancia respecto a su padre: "Nace un partido nuevo que conectará el pasado con una nueva forma de hacer política".

Cuando comprobó que la llamada a la unidad de Alfonso Rueda no había servido de mucho, el propio Feijóo la propuso a su manera. Evocó su propio ascenso a la presidencia del partido hace cuatro años y recordó a Baltar Blanco que sólo comprendería lo que él sintió entonces, cuando "desde la soledad de su despacho" reflexione sobre la responsabilidad de liderar "un partido unido donde haya sitio para todos", en su enésima llamada a una integración imposible de los dos bandos populares. Y más cuando el calendario marca que falta menos de un año para la campaña de los comicios municipales.

Feijóo había comenzado proclamando, que "este no es el partido de los caciques" y advirtió luego que "de nada valen ganar congresos si no se ganan elecciones". Empleó un tono gélido, más que frío, para saludar al vencedor, a quien no tardó en poner deberes. El presidente reclamó que el partido vuelva a la calle después de una campaña "viva" e incluso se propuso improvisar la fotografía de las portadas de hoy.

Cuando concluyó su intervención, impuso un posado a quienes no dejaron de descalificarse durante las últimas semanas. Pero las sonrisas forzadas de Baltar Blanco y Jiménez Morán deslucieron el retrato. La instantánea se quedó vieja sólo unos minutos después, cuando el nuevo presidente del PP orensano subrayó ante los periodistas que en ningún caso integrará a sus rivales en el cónclave, tal y como le exige la dirección. "Seré coherente con lo que dije en campaña y formaré un equipo con las personas que hablaron en positivo", espetó. Palabra de Baltar II en el inicio de su mandato. La vieja pugna entre el sector de la boina y el del birrete, que muchos dieron por finiquitada antes de tiempo, entra en una nueva fase.

Militantes del PP aúpan a José Luis Baltar Pumar ante la mirada de su hijo (a la derecha).
Militantes del PP aúpan a José Luis Baltar Pumar ante la mirada de su hijo (a la derecha).NACHO GÓMEZ

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