_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

En el Observatorio

La actualidad arde. Los controladores tenían prevista el lunes la última sesión negociadora de su peculiar sindicato, la USCA, que amenaza tomarnos una vez más como rehenes hasta atornillar el último de sus privilegios exorbitantes; el proyecto de Ley General del Audiovisual, aprobado el jueves en la Comisión Constitucional del Congreso, está reclamando una primera lectura comentada para debatir si nos liberamos de la basura o asistimos al desguace de TVE; el presidente del PP ha iniciado con sus entrevistas -escrita, la del domingo y oral, la del lunes- una nueva salida a la aventura, esta vez como Mariano IV, quien se autodefine en términos de "un señor de Santiago de Compostela, que ha vivido toda su vida en Pontevedra y que ha sido educado con mucha libertad"; se inaugura la presidencia española de la UE, que atrae el escrutinio de la prensa internacional sobre la situación de nuestro país. Y así podrían seguir añadiéndose sumandos a la lista de espera.

Al Plan Nacional de la Ciencia debería sumársele otro para dar a conocer lo que hacen nuestros investigadores

Pero, como sostenía mi buen amigo Carlos Luis Álvarez, Cándido, la actualidad tergiversa muchas veces la realidad y, por eso, las líneas que siguen van a desobedecer esos dictados de lo más urgente para atender a cuestiones de mayor importancia. En este caso, la de la vida que ofrecemos a nuestros científicos e investigadores. La ocasión para hacerlo surge de la visita que en la mañana de ayer hizo el Príncipe de Asturias a las instalaciones del Real Observatorio de Madrid, incardinado en el Instituto Geográfico Nacional. Una visita que fue precedida y ambientada por una sesión conjunta del Consejo Superior Geográfico, de la Comisión Española de Geodesia y Geofísica y de la Comisión Nacional de Astronomía. Fue del mayor interés conocer las colaboraciones internacionales.

Por ejemplo, la que el Observatorio Astronómico Nacional, el CNRS de Francia y la Sociedad Max Planck (MPG) de Alemania llevan a cabo para conformar el Instituto de radioastronomía Milimétrica (IRAM), considerado un modelo de cooperación científico-técnica. El IRAM tiene su sede en Grenoble y dos Observatorios en el Plateau de Bure (Alpes franceses y en el Pico Veleta (Granada). Sus investigaciones son muy relevantes en el área que le es propia y además colabora con la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA). Otro proyecto en el ámbito del Observatorio Europeo del Sur (ESO) es la construcción del Gran Interferómetro ALMA, una red de antenas en el desierto de Atacama (Chile), el proyecto de mayor envergadura de la astronomía mundial. Merece mencionarse la Red Atlántica de Estaciones Geodinámicas y Espaciales, constituida inicialmente a partir de los emplazamientos en Yebes (Guadalajara), Canarias y Azores. Y también el proyecto VSOP-2, cuyo objetivo es participar en la misión de Radioastronomía espacial liderada por la Agencia Espacial Japonesa, que incluye la puesta en órbita del satélite ASTRO-G a principios de 2013 para explorar fenómenos que no se observan en condiciones terrestres, asó como la formación de sistemas planetarios similares al del Sol con un detalle sin precedentes.

Fue una oportunidad magnífica la de compartir ese encuentro con la pequeña comunidad científica congregada en el Observatorio del Retiro. Me permitió regresar más de 40 años atrás. El poeta concluye su soneto Desmayarse certificando una definición: "¡Esto es amor!, quien lo probó lo sabe". También a mí, por mucho que desertara, la experiencia vivida en la Facultad de Ciencias me permite afirmar que nada hay comparable al gozo intelectual que proporciona el estudio de las Ciencias, en particular de la Matemática y de la Física. Pensaba que los colegas entregados a la investigación sabían bien que al optar hace años por su vocación se apartaban de los circuitos de las retribuciones astronómicas, reservado ya entonces a las estrellas del famoseo, las figuras deportivas, los controladores aéreos o los registradores de la propiedad y a los figurantes del mundo subalterno de la industria y el comercio, por decirlo con la definición de Arturo Soria y Espinosa. Pero a esa renuncia, por la que se inscribían en la senda de la estimulante austeridad, se le superpone otra prueba más difícil de sobrellevar, la del desinterés del entorno social. Como si los clarividentes hubieran de ser también negrovidentes, según anticipaba en sus Pensamientos despeinados S.J. Lec.

La visita del Príncipe al Observatorio vino a dar ánimos, más aún porque no se trata de una comparecencia esporádica. Pero al Plan Nacional de la Ciencia debería sumársele otro para dar a conocer lo que hacen nuestros investigadores. A lo mejor si baja la bilirrubina de la basura televisiva se liberan espacios disponibles. Sin I+D+i no hay salida, es imposible ser competitivos y crecer. Pero al sector le faltan cerebros como al campo le faltaban brazos. ¿Acudirá Alberto Oliart a poner remedio?

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_