Alejandra y Raimon
En 1958, pasados los peores momentos de la diáspora republicana, Alejandra Soler era elegida jefa de la cátedra de Lenguas Romances de la Escuela Superior de Diplomacia. Su padre ya había logrado reunirse con ella y su compañero Arnaldo Azzati en Moscú, y también por aquellos tiempos la pareja pudo conocer a Alberti y María Teresa, a Neruda, reiniciando su relación con Muñoz Suay y Renau. No gozaron precisamente de un trasterramiento dorado, pero ahora la misma Alejandra confiesa remordimientos por no haberse quedado tras la Guerra Civil, y se inclina "con fervor" ante quienes soportaron el durísimo exilio interior.
Entre 1958 y 1963 la Universitat de València no es que fuera el centro del mundo, pero sí el lugar desde el que un puñado de adolescentes al principio y jóvenes al final, veían, descubrían y constataban que había mundo. Así lo ha recordado uno de ellos, este al que llamaban El Pele: "La Universitat fou la portella per on passàrem a formar part de la societat civil d'aquest bell i malhaurat País Valencià".
En 1961 ni Yugoslavia ni Albania participaban en el XXII congreso del PCUS. La primera por "revisionista", la otra por contraria a la desestalinización iniciada por Jruchev. Luego vendrían el intento de desembarco en Cuba y el asesinato de Kennedy. La Primavera de Praga y la invasión soviética produjeron un importante desgarro en el exilio español en la venerada URSS: en su mayoría justificaban el ataque, pero no Alejandra y Arnaldo. Mientras, a la pareja les eran sistemáticamente denegados todos los permisos para cruzar la frontera española y (como tantos otros rojos peligrosos) tenían que encontrarse con familiares y amigos en Italia o Francia.
Aquella década de los sesenta era calificada por Manuel Costa como "la más salvaje" en el País Valenciano. La de los cincuenta, como la del no res. Y a caballo entre ambas, los bocatas del bar Amorós, las tertulias en casa Pedro, la cançó como vehículo de poesía. El Pele se hizo persona, se subió a una moto y se inventó Al vent. Luego se fue a Barcelona a hacerse cantante y ya todo el mundo le conoció como Raimon. El lunes, recibiendo la medalla de oro de la Universitat de Valéncia, se decía disgustado, perplejo, irritado, preocupado. Pero al mismo tiempo contento y recargado de energía.
Alejandra Soler también recogió hace años el mismo honor, en representación del grupo de la FUE. Y el miércoles nos mostraba, con 96 años, la segunda edición de sus memorias. "La vida es un río caudaloso con peligrosos rápidos. Al final de todo..., sigo siendo comunista".
Mis personajes favoritos de esta semana son luz y fuerza, en absoluto apariciones del pasado. Son otros y otras los fantasmas que nos amargan el presente.
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