¿Nos merecemos esto?
Tuvimos la dicha de disfrutar de una generación de políticos -personas que trabajaban para los ciudadanos- que fue extraordinaria; capaz de llevar a cabo la transición y nuestro ingreso en una Europa moderna, dejando de lado sus intereses personales para que primaran los de la nación. Pero eso fue el pasado.
En la actualidad los votantes estamos presos de un sistema y una generación de profesionales de la política -personas para las que trabajamos los ciudadanos- que se sienten en un plano superior al resto. Nos consideran poco menos que estúpidos.
Causa irritación e impotencia asistir al espectáculo bochornoso de un Gobierno que es incapaz de tomar medias eficaces para salir de la crisis y que centra su discurso y acciones en socializar la miseria -todos igual de pobres- mientras sus representantes nos lanzan mensajitos contemporizadores y frases prefabricadas (brotes verdes, desaceleración del incremento del paro, etcétera). Y mientras, en el otro bando, un partido en la oposición que en lugar de brindar alternativas eficaces se canibaliza a sí mismo en una pelea infame. Y lo hace sin ningún pudor, ante los ojos atónitos de la ciudadanía, en un forcejeo descarado y descarnado por el poder. El poder, lo único que les interesa. Mantenerlo o conquistarlo. A cualquier precio.
¿Nos merecemos esto.