El mecanismo de la literatura
Agustín Fernández Mallo descubre su canon literario en el cierre de la trilogía Nocilla. El autor se dirige al lector del futuro, independientemente de que su literatura tenga o no futuro
En el prólogo a Nocilla Dream, el escritor Juan Bonilla apuntaba El libro de los pasajes de Walter Benjamin. La mención era plausible. Le recordaba con razón la novela de Fernández Mallo la arquitectura de citas del inacabado texto del filósofo alemán. En el segundo volumen, Nocilla Experience, Agustín Fernández Mallo repite la operación. Heterogeneidad al servicio de un discurso narrativo refractario a la rutina. A la rutina de la forma, a la monótona cadencia de principio, nudo y desenlace de la novela tradicional. Por ello insiste tanto el autor gallego en la concomitancia y cruce de códigos: la música pop, el lenguaje de los cómics, la virtualidad cibernética y un cuerpo de conceptos científicos. Todo ello no hace sino acrecentar la idea de una novela sin autor (una pequeña concesión al ideal estructuralista de texto sin alma), pendiente sólo de lo contingente, de lo indeterminado, de lo aleatorio (esa noticia que se lee en un diario o ese fragmento de ensayo o ficción que se traslada como una inevitable ley de la casualidad a la novela que se está escribiendo), probablemente de lo epifánico, que también tiene mucho de ello su poética. Así urde Fernández Mallo un transgresor concepto de expectativa, un factor que juega un rol esencial: no abrigar ilusiones: un acto ficcional sin principio ni final: sin esperanzas. Una poética de la incertidumbre (como extraído de la física cuántica). Y es ello también el rizoma, palabra que Fernández Mallo pide prestada a Deleuze para indicar en su literatura (poesía, novela y ensayo) la sinrazón de toda expectativa en un relato. Un disparo directo al corazón de la representación novelística tradicional.
Nocilla Lab
Agustín Fernández Mallo
Ilustraciones de Pere Joan
Alfaguara. Madrid, 2009
180 páginas. 16 euros
Nocilla Lab insiste a medias en esta línea, vanguardista y posmoderna. La idea de rizoma queda bastante matizada. En términos generales, Fernández Mallo quiere que su lector penetre en el engranaje de su idea de la literatura como proceso, como mecanismo. Quiere escribir para el mercado, más que para la tradición: de ahí la multiplicidad (y complicidad) de materiales no necesariamente narrativos que pueblan su trilogía. Su lector sería el lector del futuro, independientemente de que su literatura tenga o no un futuro. Y sin embargo es en este libro donde Fernández Mallo muestra su canon. Paradójico en un autor que parecía no necesitarlo. Nocilla Lab se divide en tres partes. En la primera expone sus claves literarias, una tradición, aunque sean sus contemporáneos. Las dos restantes abundan en un argumento en el que alternan el tema del doble y un asunto lo más parecido a un desenlace que conviene no develar. Desde el punto de vista de la prosa, echa mano de Thomas Bernhard: sus cláusulas repetitivas. Invoca y evoca a Enrique Vila-Matas. Cita La música del azar, probablemente la novela más desoladora de Paul Auster, y sin embargo, teniendo en cuenta que priman en Nocilla Lab las reflexiones en torno a la identidad personal y la idea (cervantina) de la autoría u orfandad de ella, me parece que su autor casi traslada la misma sensación de zozobra existencial y metafísica que destila no La música del azar sino La trilogía del Nueva York. Nocilla Lab cierra un ciclo. Pero abre un severo interrogante en el futuro literario de Agustín Fernández Mallo: ¿qué escribir después? Nocilla Lab no nos da la respuesta. Fernández Mallo no reniega de la emoción estética que abundó brillantemente en los dos títulos anteriores de su trilogía. Su apuesta transgresora apunta a revelar un misterio que él supo exponer entre el criterio del hombre de ciencia que es y el poeta que no quiere dejar de ser: "No existe espacio si no existe luz. Y sin embargo dentro de cada cuerpo todo es oscuridad, zonas del Universo a las que la luz jamás tocará. Asusta pensar que existes porque existe en ti esa muerte, esa noche para siempre" (Nocilla Dream). Nocilla Lab es la constatación de que Fernández Mallo intuyó el peligro de la reiteración. Por ello prefirió traicionarse a medias. Insistió esta vez en provocar al lector con insólitas soluciones formales, pero a la vez cedió a la fiesta de la invención aunque con materiales ya usados. Su adiós a la ficción tradicional se incumple. El futuro dictaminará con más justicia que el crítico. Mientras tanto, como diría Benjamin, el crítico tiene suficiente con juzgar en presencia del autor.
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