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Columna
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Cifras y letras

Uno nunca se maravilla lo suficiente de lo moldeable que es la realidad. Cierto que a veces parece la más dura de las rocas, pero la mayoría de las veces es plastilina fina en manos de los pequeños artistas que juegan a darle la forma que más les conviene; a veces la forma que le dan los propios deseos, a veces la que le dan los propios demonios. Todos nosotros somos esos pequeños artistas, pero qué decir de los periodistas, que se dedican profesionalmente a esa escultura. Tomemos una noticia de hoy, avalada por la solidez de las cifras estadísticas, esas maravillas de objetividad frente a las que nos plegamos como trozos de verdad incuestionables.

La OCDE, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, acaba de hacer público que, según el titular de este periódico, "España tiene por primera vez más titulados posobligatorios", es decir, como aclara el subtítulo, que "El 51% de los españoles de entre 25 y 64 años tiene una titulación superior" (bachillerato, FP o universidad). Es la forma de ver medio llena la botella. Los periódicos que no gustan de dar titulares benéficos al gobierno, en cambio, rotulan: "La mitad de los españoles se queda en la enseñanza obligatoria"; o con mayor gravedad, "sólo México y Portugal superan a España en tasa de fracaso escolar" (entiéndase por "fracaso escolar" superar mal que bien la ESO y no seguir estudiando).

Todos esos titulares son formas correctas de interpretar los datos de la OCDE. Después, todos ofrecen las mismas cifras, aunque con subrayados tan diferentes que lo que es un esperanzador avance para unos es un triste tercermundismo para otros. ¡Ah, el gran prestigio del que gozan las cifras, toda actividad que se juzga cuantificable y mensurable! Y sin embargo, qué poco significan sin las letras que las interpretan en una u otra dirección. Lo mismo ocurre con las imágenes: es mentira que valgan más que mil palabras. Una fotografía sin pie de foto, sin explicación, puede crear todo tipo de emociones en el espectador, pero no puede impulsar sin más una comprensión de los hechos.

¿Es mucho, es poco ese 49/51% de titulados obligatorios y posobligatorios? ¿En función de qué lo juzgamos? Todos los periodistas han acudido al criterio más socorrido, el que la misma OCDE alienta: compararlo con la media de otros países (del primer mundo, por supuesto). Los que lo valoran positivamente alegan que la media ha mejorado en los últimos años; los que lo ven negro, que aún queda muchísimo por hacer para estar a la altura de los países punteros. Poco o nada se discute, en cambio, sobre cuál debe ser el ideal educativo que da sentido a tanta ensalada de cifras. ¿Aspiramos a que la mayoría de los ciudadanos de las próximas generaciones sea universitaria? Curiosa pretensión para una sociedad que da tan poca importancia al amor del conocimiento por el conocimiento, y que apenas debate sobre la calidad de la educación.

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