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Reportaje:RUTAS DE OCIO | verano

Saltando de piedra en piedra

Pablo Ferri

El incansable justiciero del videojuego, Mario Bros, hubiese encontrado en el curso del río Chillar, en Nerja (Málaga), en la sierra de Almijara, un escenario inmejorable para sus aventuras. Saltos de piedra en piedra, piscinas naturales, eucaliptos, pinos, adelfas, y pequeñas mariposas blancas con un dibujo negro en las alas de un parecido inquietante al logotipo de la Junta de Andalucía. Palabra de honor.

Agosto es perfecto para ir a chapotear al río Chillar. El sol se amontona sobre la copa de los pinos y los cañaverales acaban de repelerlo con esas paredes inmensas. El viento sopla con paciencia. Los excursionistas, niños y mayores, emplean palos para apoyar el cansancio. Unos improvisan, otros llevan inconcebibles obras de ingeniería. En cuanto al calzado, lo más adecuado, sin duda, es procurarse un par de zapatillas deportivas. Las chanclas, y más las hawaianas, están mejor en la playa; lo de ir descalzo dependerá de las durezas de cada uno, pero no es recomendable.

El Chillar nace en la Loma del Imán, donde se ve alguna cabra montesa

Una vez calzado y aparcado hará falta un cuarto de hora de marcha para alcanzar el principio de la ruta. Hay una pequeña rampa de obra que conduce a la presilla que rapta el agua desde ahí. Comienza el paseo.

Al igual que un niño empieza a andar, usted deberá desplazarse a contracorriente, una habilidad atrofiada por la ciudad. Lo más sensato es pisar las piedras grandes, las que más sobresalgan del agua. Moverse, así, cuesta menos esfuerzo. Fíjese en las libélulas negras que revolotean entre los arbustos: se posan en las ramas altas de las zarzas para que los zagales no practiquen béisbol a costa suya. Una vez los pies cogen soltura es posible creer que se está a la altura de John Locke, de Perdidos; la naturaleza y yo, o yo contra ella. Si hay que desbrozar el camino, se desbroza, si hay que sacar el machete, se saca. Si los hierbajos son poca cosa, algunos jabalíes pastan río arriba, tan tranquilos.

El camino se estrecha poco a poco, el valle se angosta y el río toma la forma de una atracción de Port Aventura. Las paredes en ese tramo, en Los Cajorros, son verticales; el cauce del Chillar, una garganta de metro y medio.

Cuando las piernas no den más de sí, una parada a la vera del río es esencial para seguir más tarde. Muchos grupos de paseantes gozaban de la sombra y el bocadillo el sábado pasado. La ruta es larga, completarla en un día, y más si no se madruga, parece imposible. Hacen falta tres horas para llegar a la segunda presa. Ese puede ser un buen momento para la pausa del tentempié. Hay un salto de agua, una esbelta cascada de tres o cuatro metros que cae en una poza. En verano se agradece. En invierno también, pero con traje de neopreno. Así lo explicaba el sábado algún excursionista. El agua, que en esta época sólo alcanza los muslos, en invierno puede llegar al pecho.

Llegar al río Chillar por primera vez puede resultar complicado, pero he aquí una proposición. Desde Málaga hay que coger la A-7 dirección Almería. La salida es Nerja - Maro. A la quinta rotonda, la sexta si se viene desde Almería, hay que girar a la derecha, por la calle Julio Romero (en medio de la rotonda, un cartel amarillo anuncia a la derecha los apartamentos Torres de San Juan). A unos quinientos metros aparece un desvío a la izquierda, la calle Cisne. En la esquina, un letrero avisa de un rastrillo y unas urbanizaciones, las almijaras. A unos 200 metros otra rotonda, con una farola en medio y el suelo azul. Se debe torcer a la derecha, por donde las palmeras, es la calle del Mirto. Otra rotonda, recto. A unos doscientos metros hay un giro a la izquierda en forma de uve. Por ahí, todo recto, se llega. Hay una cantera, coches aparcados y gente buscando moras, pero ya casi no quedan.

El río Chilar nace en la Loma del Imán, donde es difícil encontrarse a alguien salvo alguna cabra montesa despistada. La belleza del paraje, mesurada, recuerda a la campiña en que brota el arroyo de El Manatial de la Doncella. Bergman cuenta en su película cómo el agua nace del suelo tras el asesinato de una ingenua doncella. En Nerja, la historia, está aún por contar.

Un grupo de senderistas, por el paraje natural del Río Chillar.
Un grupo de senderistas, por el paraje natural del Río Chillar.GARCÍA-SANTOS

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

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