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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Diálogo de gigantes

Pocos signos tan explícitos del cambio de los tiempos como el diálogo de Washington entre EE UU y China. Lo que comenzó en 2006 como encuentro exclusivamente económico se ha transformado ahora, con la presencia de Hillary Clinton y el significativo y solemne mensaje de Barack Obama, en un indisimulado foro de rango mayor en el que las dos superpotencias del siglo XXI -una ejerciente, la otra en ciernes- escenifican la necesidad de entenderse en casi todos los temas cruciales, desde la economía y el cambio climático hasta la proliferación nuclear.

De entre los rivales de EE UU como poder hegemónico -la lejana URSS en lo militar, o Japón, en los años ochenta, en lo económico-, China aparece como el más consistente y global en un horizonte cercano. Pekín ya es el banquero por antonomasia de Washington y principal financiador de su deuda. Su desarrollo desde 1978 ha sido el más espectacular de la historia, y previsiones solventes estiman que en 20 años su economía superará a la estadounidense. Frente a este gigante que se consolida, árbitro en la mayor parte de Asia y con creciente implicación estratégica en África y Latinoamérica, el declive estadounidense como actor único es evidente. Irak, militarmente, o la crisis mundial concebida en Wall Street lo certifican.

Congruente con esta apreciación de la realidad, Obama llama a cooperar, a los intereses compartidos. Y pasa de puntillas por el desprecio de los derechos humanos por parte del Gobierno comunista. Hay terrenos, como las ambiciones atómicas de Irán y Corea del Norte, en los que sería provechosa la convergencia Washington-Pekín. En otros, como el calentamiento atmosférico, probablemente la mayor amenaza planetaria, es imprescindible. Algún entendimiento entre los dos mayores contaminadores mundiales, distante por ahora, resulta perentorio si se quiere evitar que la conferencia de Copenhague sea un rotundo fracaso.

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