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Crónica:Mundiales de Roma
Crónica
Texto informativo con interpretación

"La natación ya no es de los nadadores"

El alemán Biedermann derrota a Phelps en los 200 metros libre y bate el récord mundial gracias a su bañador totalmente impermeable, pero lamenta que en su deporte prime ahora la tecnología

Diego Torres

Hasta ayer, los libros decían que el estadounidense Michael Phelps era el mejor nadador de siempre y que el australiano Ian Thorpe era el segundo. Ayer, en Roma, Paul Biedermann les colocó la lápida. De paso, lapidó la natación. Este alemán de 23 años, usando el mismo bañador que Phelps, nadó los 200 metros libre en 1m 46s hace un año en los Juegos Olímpicos. Ayer lo hizo en 1m 42s, ganó y batió el récord del mundo. Pero, tras dar saltos, se dio cuenta de que, mientras Phelps lo tenía mojado, él tenía seco el culo porque estaba plastificado de los tobillos al cuello y de que la gente, además de por sus méritos biológicos, le preguntaría por su plástico fantástico. Entonces se le nubló la mirada: "Estoy un poco triste. La natación ha dejado de ser un deporte de nadadores para ser un deporte en el que se valora más la tecnología".

A Biedermann se le nubló la vista al ver mojado el culo de Phelps y seco el suyo
"Lo que la federación internacional ha hecho es una tragedia", dice el legendario Hackett

El destrozo se completó ayer, pero empezó hace un año. La World Sports Goods es una empresa que representa a la mayoría de los proveedores de material deportivo. Tiene su sede en Lausana. En 2008 convocó una reunión entre los principales fabricantes de bañadores. El cónclave fue tenso. Los abogados de las marcas acusaron a Speedo de introducir en el mercado uno, el LZ Racer, que vulneraba las normas de la federación (FINA) porque ayudaba a flotar gracias a que la mitad de su superficie estaba recubierta de placas impermeables. El delegado de Arena fue el más agresivo: "¡Habéis hecho un bañador ilegal!". Su homólogo de Speedo le respondió: "Nosotros lo hemos presentado y la FINA lo ha homologado", dijo; "si podéis hacer un bañador igual, ¡adelante!".

El mercado de bañadores en Estados Unidos factura unos 140 millones de euros anuales. Speedo, la compañía más poderosa, controla el 65%. Nunca imaginó que, mientras defendía su derecho a reinterpretar las normas de la natación, un pequeño fabricante de calzoncillos de Vigevano, cerca de Milán, acababa de patentar un bañador que en los Mundiales de Roma, un año después, desplazaría al LZ Racer a un lugar marginal en el medallero y en la tabla de los récords del mundo. Sólo uno de los 15 que se llevan batidos en la capital italiana lo ha sido con el Speedo. Como dice Rafael Escalas, ex nadador español y experto en tejidos que, pagado por la FINA, supervisa los bañadores en la cámara de salidas: "El Speedo sólo se lo está poniendo el 10% de los nadadores. Antes se lo ponían todos. Ahora se lo ponen los que tienen contratos especiales de patrocinio, como Phelps".

"Speedo", prosigue Escalas, "comenzó a poner poliuretano en los bañadores en 1996. El LZ Racer fue un paso más. Y pensaron que todo iría en una dirección que a ellos les convenía. Pero se equivocaron. Apareció Jaked, que era un fabricante de calzoncillos, y en vez de cubrir el tejido del bañador con placas de poliuretano al 50% lo cubrió al 100%. Cada pieza está íntegramente compuesta por dos láminas. Esa impermeabilidad total es la que está produciendo estos récords".

El hombre del plastificado total se llama Francesco Fabbrica, tiene 50 años y se siente completamente feliz. Se pasea por las inmediaciones de la piscina del Foro Itálico con aire juguetón. Cuando le preguntan por la técnica que le ha permitido recubrir todo el tejido del bañador con una película de goma sintética, se ríe. "Pídame cualquier cosa", dice, "menos mi mujer, mis hijos y la fórmula de soldadura del bilaminado. Hemos sido los primeros en crear este sistema térmico. Los otros intentan hacer lo mismo, pero no llegan. Si es tan fácil como dicen, ¿por qué no lo hacen? Speedo tiene mi teléfono. ¡Que me llamen!".

Fabbrica ha entrado en un mercado apetitoso. Sus bañadores, como los de Speedo, se venden a 400 euros cada uno y tardan más en ponerse (40 minutos) que en usarse (tres o cuatro carreras). El hombre no entiende que la gente se escandalice con el ritmo desorbitado al que se baten los récords. "El año pasado, cuando Speedo lanzó el LZ, durante los Juegos Olímpicos se batieron 47 récords. Y nadie dijo nada. Todo iba bien. Todo, tranquilo. Yo digo que vivimos en un mundo libre, empresarial, y el mercado va adelante. Antes ganaban siempre los mismos. ¿Por qué no pueden ganar los que antes eran cuartos?".

Los industriales, más allá de sus querellas, están satisfechos. Pero los nadadores observan todo con repugnancia. "El récord de 200 y el de 400 sólo han sido posible por los nuevos bañadores", dijo Grant Hackett, legendario plusmarquista australiano; "lo que la FINA le ha hecho a este deporte es una absoluta desgracia".

Paul Biedermann, por delante de Michael Phelps durante la final de los 200 metros libre.
Paul Biedermann, por delante de Michael Phelps durante la final de los 200 metros libre.EFE
Phelps, tras la prueba, con su traje empapado.
Phelps, tras la prueba, con su traje empapado.EFE

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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