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Reportaje:Laboratorio de ideas

Montones de oro

Las retribuciones de Goldman Sachs despiertan la ira del contribuyente

Es fácil que a los trabajadores de Goldman Sachs se les olvide que todavía hay una crisis financiera. La empresa de Wall Street declaró unos beneficios asombrosos en el segundo trimestre y apartó una cantidad histórica de efectivo para pagar a la plantilla. Pero los acólitos de Goldman harían bien en quitarse el sombrero ante la ayuda prestada por la muy visible mano del contribuyente. Puede que los mercados sigan en apuros, pero el mayor riesgo al que se enfrenta la franquicia de Goldman podría ser una reacción política y ciudadana contra los beneficios del grupo, y en especial contra sus remuneraciones.

Eso se debe a que las cifras de la compensación son pasmosas casi desde cualquier perspectiva. En uno de los peores semestres en la historia del sistema financiero, Goldman reservó 11.360 millones de dólares para remuneraciones y prestaciones, más de lo que dedicó a esos fines en el primer trimestre de los prósperos años 2006 y 2007. Es cierto que en esta fase la mayoría de los pagos se generan, no se realizan. E incluso durante aquellos primeros años del auge, la empresa no consiguió repetir los resultados del primer semestre en el segundo.

Es cierto también que, per cápita, las cifras parecen un poco menos doradas que durante la burbuja crediticia. Las cifras del primer semestre equivalen a aproximadamente 386.000 dólares por seis meses de trabajo promediados entre cada banquero, agente, mensajero y conserje de la empresa. Dado que Goldman tiene en la actualidad 29.400 trabajadores, la compensación por empleado está de hecho por debajo del máximo de 433.000 dólares alcanzado en el primer trimestre de 2006.

El tipo impositivo de Goldman está a un defendible 31%, frente al porcentaje inferior al 10% del año pasado. Además, sus empleados deberían prepararse para afrontar unos 4.000 millones de dólares en impuestos sobre la renta si hicieran efectivo lo devengado en el primer semestre. Y ahora que la competencia por el personal vuelve a animarse en Wall Street -incluso en bancos en mucho peor estado- Goldman tiene que pagar suficiente para conservar a los mejores y a los más brillantes.

Pero sería una temeridad por parte de Goldman creer que estos argumentos aplacarán necesariamente a una ciudadanía nerviosa que hace frente a un paro superior al 10% y a unos políticos con prioridades legislativas ambiciosas y escasas de financiación. Y aunque Goldman ha hecho gala de una voluntad férrea de ampliar y gestionar el riesgo en unos mercados turbulentos, mientras muchos rivales no lo hacían o no podían, es difícil imaginar que a la empresa le fuese tan bien sin los extraordinarios salvavidas que ha lanzado el Gobierno a Wall Street en general, a expensas de los contribuyentes. El jefe de Goldman, Lloyd Blankfein, se ha mostrado extraordinariamente contrito y agradecido en sus comentarios públicos acerca del tema. Queda por ver si eso bastará para eludir la ira del Congreso.

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