Puigcercós cede poder a los carodistas para trabar la paz en ERC
Los dos sectores mayoritarios se conjuran para marginar a los críticos
Los que hace apenas un año actuaban como enemigos irreconciliables en Esquerra Republicana posarán en los próximos días alegres y sonrientes en una fotografía que la dirección del partido pretende vender como la prueba de que se ha dado carpetazo a las divisiones internas. Los seguidores de Josep Lluís Carod Rovira, perdedores del congreso celebrado en 2008 y borrados del mapa republicano por el vencedor, Joan Puigcercós, volverán a ocupar puestos de responsabilidad en la ejecutiva del partido. El acuerdo se selló ayer, hoy se ratificará en el consejo nacional de la formación y el próximo lunes se tomará la buscada foto.
Todos reconocen que, más que un acto de generosidad del líder, es un gesto lógico en un partido que busca recomponer la unidad para frenar la sangría de votos ante las autonómicas del año que viene. "ERC obtendrá un éxito o un fracaso en las próximas elecciones, pero no será en función de la división interna, porque habremos pasado página", dijo ayer el secretario general del partido, Joan Ridao.
El acuerdo entre la dirección y los llamados carodistas se ha estado cocinando los últimos meses, pero quedaban demasiados flecos por resolver. En total entrarán en la ejecutiva cuatro personas de confianza de Carod, además del presidente del Parlament, Ernest Benach, que ya estaba en la dirección pero que ahora asumirá un puesto de honor al hacerse con la presidencia de la fábrica de ideas del partido, la Fundación Josep Irla. Los que sí se incorporan son el secretario de Medios de Comunicación del Gobierno, Carles Mundó; el secretario general del Departamento de Innovación, Enric Aloy; la diputada Marina Llansana, y el delegado del Gobierno en el Ebro, Lluís Salvadó.
Desde el congreso del año pasado la ejecutiva del partido ha sido monocolor a pesar de que el sector liderado por Puigcercós sólo obtuvo el 37% de los votos. Los carodistas se hicieron con el 26%. El resto se lo repartieron los dos sectores críticos: el de Joan Carretero, ya ex militante del partido, y el de Uriel Bertran, que ahora queda en clara minoría y con escaso margen de maniobra. Fuentes del sector afín a Carod Rovira juzgaron ayer de "lógica" su entrada en la ejecutiva. "Las cosas vuelven a su sitio y ahora lo importante es ganar elecciones", añadieron.
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