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Análisis:PURO TEATRO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Boadella, entre Berlanga, Muñoz Seca y Pemán

Marcos Ordóñez

La cena, de Els Joglars, en los teatros del Canal, se diría una nota a pie de página (o un descarte) de El retablo de las maravillas, donde Boadella fustigaba con superior solera la vacuidad solemne, el papanatismo y la palabrería rentable. El punto de partida no puede ser más propicio para la sátira: el Gobierno español prepara una cumbre internacional sobre el cambio climático y encarga el condumio de clausura a un presunto genio gastronómico llamado Maestro Rada. Influencia Uno: obviamente, Berlanga. La primera media hora es un galope brioso, un magistral plano secuencia que Don Luisgé habría firmado (y filmado): los correteos y tropiezos de los pelotas (directores generales, secretarios, funcionarios), los discursos pijos de la ministra de Medio Ambiente (excepcional, como siempre, Pilar Sáenz) y la formidable escena en la que todos se reúnen sentaditos en el suelo porque la dama ha enviado mesas y sillas "a las favelas de Brasil". Poco a poco se revela, a brochazos, la Influencia Dos. La ministra lee la lista de participantes en la cumbre, integrada por "Evo Morales, Rigoberta Menchú, la secretaria de Obama y Pilar Bardem": rugidos de aprobación entre la parroquia. Aquí Boadella, combinando la zumba y la carne barata para la fiera, está muy cerca del Muñoz Seca de la época de la República, que tiraba con bala sobre todo lo que oliera a izquierda: los sindicatos en La Oca ("Obreros Cansados y Aburridos") o los avances sociales en Anacleto se divorcia. Sigue la función, en cota alta, con un episodio de estirpe tatiniana: los desafueros de una cocina salvajemente disfuncional, creada por una despótica arquitecta americana. Golpes de puro genio: el grifo insultador, que cuando lleva cinco segundos abierto grita "¡Hijo de puta, estás acabando con el planeta!", y la música ambiental para cocinar tortillas. Los actores, excelentísimos (equipo médico habitual: Jesús Agelet, Xavier Boada, Jordi Costa, Minnie Marx, Lluís Olivé, Dolors Tuneu), no cesan de multiplicarse en un vértigo fregolista; las luces y la puesta rozan la perfección. A media función, acompañado por su escudero / sicario Slym, comparece el Maestro Rada, mesías de la "cocina sostenible y vanguardista". Ramon Fontseré está que se sale, para variar, y su secreto (harto presumible: una puesta al día de la "modesta proposición" de Swift) se anuncia con frases de lustroso repeluco: "No sobran personas, pero hay muchas repetidas". Boadella siempre ha mostrado una secreta fascinación por los grandes embaucadores, y este Rada es una de las criaturas más siniestras y mejor perfiladas de su galería, un Sweeney Todd casi transilvano con las fauces del horno bien abiertas. La farsa podría virar de Berlanga al Ferreri más agrio (y siempre con guión de Azcona) si no fuera porque sus discursos a los cocineros del parador ("¡Asesinos de vegetales!") se hacen condenadamente latosos, casi tanto como las respuestas de su antagonista, el tradicional chef Jordi Blas: que sí, hombre, que donde estén unos huevos fritos bien hechos, que se quite el humo de centollo al regaliz, que eso lo tenemos claro. Al bajonazo de ritmo contribuyen, a) unos interludios pantomímicos muy relamidos (la niña a la que le matan la mariposita, la niña a la que le estalla el globo del mundo en las manos, el descubrimiento del sexo de los ángeles) con subrayados de Vivaldi, y b) una tercera influencia (la he dejado para el final, pero emerge muy al principio) menos evidente que las anteriores: don José María Pemán, el Pemán de El Séneca, aquella jurásica serie televisiva protagonizada por Antonio Martelo, que encarnaba "el buen sentido del pueblo llano", entre otras charramecas. El Séneca de Boadella es un juez andaluz (Xavi Sais), que recibe en su despacho a un tal Mányez (Xavier Boada), ayudante de cocina, testigo de las atrocidades de Rada y, por encima de todo, progre arquetípico hasta decir basta. Un juego con cartas marcadas, marcadísimas: el progre suelta las mayores imbecilidades imaginables, y el juez le apuntilla cada vez sin despeinarse, mirando al tendido: "Hombre, no me va a comparar usté a los mártires cristianos con los terroristas islámicos...". La baza última de Boadella radica en igualar a la baja hasta llegar al subsuelo: para satirizar el ecologismo como negocio y la nueva cocina como "demanda de dioses laicos" necesita que el progre sea un cretino inverosímil, y el neococinero, un demente criminal. Vale, es su opción. Es tramposa, pero es su opción. Lo que ya no es de recibo, teatralmente hablando, es que nos remache verbalmente (y hasta la extenuación) lo que nos acaba de mostrar o lo que podría mostrarnos: en los añorados días de Teledeum no nos hubiera "contado" la conexión (también un tanto manida, todo hay que decirlo) entre eucaristía y canibalismo. Yo creo que La cena sería un gozo de aúpa si prescindiera de esos interludios de guardería fina y tajeara cuarto y mitad de los redundantes diálogos de esa pareja. Y, ya puestos, también le diré que no todas las dianas están a la altura de su ingenio. ¿El socialdemócrata en el poder, posando de bueno y esquilmando el erario? Leñazo bien dado y otro de mi parte, nada que objetar. ¿El manduquero fantasmón? Muy bien, se lo repito, el perfil satánico, pero el resto es sopa recalentada: ya recibió lo suyo en El retablo con la feroz jornada de "cocinas abiertas", un pasaje digno de Dino Risi. ¿El "intelectual progresista"? ¿Con esos mimbres de polichinela? ¡Uh, qué miedo! ¡Qué pedazo de enemigo! Venga, maestro, que en otro tiempo y otras plazas toreó bichos más bravos. No me diga que no ha encontrado personajes infinitamente más dañinos y con más jugo teatral en la España de hoy, con la que está cayendo. Por si ha estado usted muy ocupado entre los seis meses de ensayos (bienvenidos sean: que no falte de ná) y la inauguración del templo (por cierto, muy feo, muy caro y muy sordo: a partir de la fila diez cuesta entender a sus muy entrenados actores), le recomiendo que abra más los ojos: no le hará falta mirar muy lejos. -

Boadella siempre ha mostrado una secreta fascinación por los grandes embaucadores

La cena. Teatros del Canal. Madrid. Hasta el 12 de abril

'La cena', obra que estrena la sala principal de los teatros del Canal de Madrid, contiene la sátira habitual de otras de las más importantes creaciones de Els Joglars.Vídeo: BABELIA

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