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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Jatamí da marcha atrás

Es improbable que la espantada electoral del ex presidente iraní beneficie a los aperturistas

El ex presidente reformista Mohamed Jatamí ha anunciado, cinco semanas después de confirmar su presencia, que se retira de la carrera presidencial iraní, el 12 de junio. Jatamí ha argumentado ante sus decepcionados seguidores que prefiere que el voto aperturista no se divida entre su persona y Mir Husein Musavi, un antiguo primer ministro durante la guerra con Irak, entre 1980 y 1988. Aunque hay un tercer aspirante moderado, el ex presidente del Parlamento Mehdi Karubi, Jatamí cree que Musavi será un rival de más peso frente al ultraconservador Mahmud Ahmadineyad, que busca su relección por cuatro años.

Jatamí ha sido el más liberal -aunque débil- de los presidentes iraníes desde la revolución islamista de 1979, el rostro presentable del oscuro régimen teocrático. Y obviamente era el candidato occidental para suceder al abrasivo Ahmadineyad, especialmente en una coyuntura en que la reformulación por Barack Obama de la política de Washington en Oriente Próximo busca llegar a algún tipo de entendimiento que detenga las inequívocas ambiciones nucleares de Teherán. Es poco probable, sin embargo, que la decisión del siempre dubitativo Jatamí ayude a los iraníes que quieren un régimen más abierto. Parece más probable que su sorprendente marcha atrás beneficie a Ahmadineyad y su designio de más islam.

Para empezar, el candidato Musavi lleva 20 años alejado de la vida política, lo que en un país tan joven como Irán significa que le conocen poco la mayoría de sus 45 millones de votantes. Es más que improbable, además, que el calificativo reformista encaje bien con Musavi, un conservador que, salvo conversión reciente, no cree en la economía abierta ni en los cambios relevantes. La base social del ex primer ministro Musavi está más próxima a la de Ahmadineyad que a la de Jatamí, pero es el presidente actual, un ultrarreligioso y un demagogo en materia exterior, quien hasta ahora goza del apoyo del líder supremo Alí Jamenei, un ayatolá no elegido, por encima del bien y del mal y a quien corresponde la última palabra en todas las decisiones de Estado. Y Jamenei, que lleva 20 años controlando al frente de un opaco sanedrín clerical las instituciones y los poderes fundamentales del régimen -políticos, militares, judiciales, informativos- es un factor decisivo en las elecciones presidenciales de junio.

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