El periodismo ciudadano agrieta la muralla de la censura china
Los 'blogueros' se convierten en una alternativa a la propaganda gubernamental
Templo del tigre se inclina sobre el ordenador portátil, colocado sobre una rudimentaria mesa en el minúsculo apartamento, y señala los artículos de su blog que han sido bloqueados por la policía. "Éste es sobre la condena a muerte de Yang Jia [hombre de 28 años, que fue ejecutado en noviembre pasado por haber matado a seis policías en una comisaría de Shanghai porque, según dijo, le apalearon durante un interrogatorio por conducir una bicicleta sin licencia]; y este otro, sobre los peticionarios encerrados
[sin juicio en prisiones paralelas] en Pekín", afirma. Al lado de los textos censurados, aparece en la pantalla un candado.
Templo del tigre es el seudónimo de Zhang Shihe, uno de los blogueros más populares de China. Se ha labrado la fama gracias a las denuncias sociales e informaciones periodísticas que, desde hace cinco años, publica en Internet. Aunque algunas son eliminadas por el complejo sistema de filtrado y censura del Gobierno chino, la mayoría llega a la Red, y se suma a las de otros ciudadanos, que cada vez vuelcan más informaciones, que, de otro modo, no verían la luz.
El Gobierno ha creado nuevos métodos para acotar las informaciones
Hay 50 millones de ciberciudadanos. El 22,6% de la población dispone de Internet
"Mi objetivo es dar noticias y escribir la verdad. Es mi deber con la sociedad", dice este antiguo miembro de la Asociación China de Escritores, para la que redactaba entre 20 y 30 artículos anuales. "Estaba desperdiciando mi vida, así que decidí dejarlo y comenzar un blog. Ahora, puedo escribir lo que quiero", afirma rodeado de libros, dos viejas televisiones, y un gato que dormita sobre la cama.
El terremoto de Sichuan, el escándalo de la leche contaminada, el reciente incendio del rascacielos de la televisión pública china (CCTV), la corrupción oficial o los abusos de poder de los funcionarios del Gobierno han entrado en la blogosfera de la mano de los internautas en China, que han puesto en evidencia, e incluso ridiculizado, las informaciones manipuladas o silenciadas por la maquinaria de la propaganda tradicional: periódicos, televisiones y radios estatales.
China superó el año pasado a Estados Unidos como primer país del mundo en número de internautas, con 298 millones (un 42% más que en 2007), y tiene más de 50 millones de blogueros. La mayoría escribe diarios personales, pero también hay activistas, académicos, abogados o periodistas de los medios oficiales. Un panorama que ha transformado la forma en que los ciudadanos con acceso a Internet -el 22,6% de la población- se informan, ha modificado el sistema tradicional de creación de opinión y ha obligado al Gobierno a crear nuevos métodos para acotar la avalancha informativa.
"Internet tiene un impacto real en la vida pública china ahora. Los ciberciudadanos expresan sus opiniones y desafían al poder institucional y al control del Partido Comunista cada vez con más frecuencia", afirma Xiao Qiang, director de China Internet Project, un programa de la Universidad de California, cuyo objetivo es estudiar las comunicaciones digitales y promover su uso para impulsar una transición democrática.
Templo del tigre se lanzó de lleno a escribir su blog tras ser testigo de cómo un hombre asesinaba a una mujer en una de las calles más comerciales de Pekín en 2004. "En lugar de investigar, lo primero que hizo la policía al llegar fue pedirme la cámara. Así que publiqué la historia, con las fotos, en mi blog. La noticia se extendió rápidamente, y muchos periódicos me llamaron para comprarme la información".
La influencia que las noticias difundidas por particulares en la Red tiene sobre la sociedad y los medios chinos es cada vez mayor. ¿Está esto forzando al Gobierno a ser más transparente? "Le está forzando a ser más receptivo y, en cierta medida, a ser más responsable. Pero se trata de un proceso gradual", explica Xiao.
Zhang ha escrito artículos muy críticos con los dirigentes, a quienes acusa de viajar a provincias lejanas para retratarse en la televisión, mientras ignoran a los peticionarios y pobres.Son artículos sensibles, que podrían crearle problemas y llevarle a la cárcel, como ha pasado con otros blogueros. Pero Internet ha difuminado la frontera de lo que está permitido de lo que no. Y los escritores en la Red lo saben. "El Gobierno no teme que yo diga la verdad. Los problemas vienen si intentas organizarte contra ellos", dice este activista social, cuyo padre fue un importante cargo del Partido Comunista con Mao Zedong. Ante la avalancha de blogs, el Gobierno ha adaptado los controles a la era de la información. Pekín censura miles de páginas en Internet, como las de Amnistía Internacional o la BBC en chino (que fueron temporalmente desbloqueadas durante los Juegos Olímpicos), y el mes pasado clausuró el sitio bullog.cn, donde se alojaban los blogs de activos comentaristas como Lian Yue o Wen Yunchao. Al mismo tiempo, está reaccionando con más celeridad ante las noticias, y enviando comunicados de prensa y artículos aprobados sobre temas que antes habrían sido suprimidos.
Pero quizás su herramienta más potente sea el ejército de miles de ciudadanos a los que paga 50 céntimos de yuan (5,6 céntimos de euro) por detectar noticias críticas en los foros de la Red, negarlas y escribir mensajes positivos para reorientar el debate; un efectivo grupo, conocido como el Partido de los 50 céntimos, en este país donde prácticamente el único ágora existente para la disensión es Internet.
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