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Análisis:EL ACENTO
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Escuelas filosóficas en Ferraz

El ministro de Industria, Miguel Sebastián, anunció en un programa televisivo que se estaba acabando la paciencia del Gobierno con los bancos. Un día después, el vicesecretario general de los socialistas, José Blanco, declaró que la paciencia del Gobierno era ilimitada. Y, por su parte, la secretaria de Organización, Leire Pajín, también echó su cuarto a espadas asegurando que Sebastián y Blanco decían lo mismo.

Por descontado, lo más fácil ante este abanico de opiniones sería hablar de descoordinación o, incluso, de discrepancias en el Ejecutivo y en el partido que lo apoya. Pero también cabría la posibilidad de que la actuación de los bancos españoles ante la crisis hubiera desencadenado un trascendental debate filosófico en las filas socialistas.

Leire Pajín, por ejemplo, se habría puesto al frente de la escuela marxista, dando a entender que Sebastián es la tesis, Blanco la antítesis y que, a partir de estas premisas, nadie se debería quedar en las apariencias. La clave sería buscar la síntesis, como ella ha hecho. El problema reside, sin embargo, en que, junto a la marxista, la escuela aristotélica también podría tener sus representantes en la sede de la calle de Ferraz.

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Tal vez hablando en voz baja para no verse en mitad del avispero, los aristotélicos recordarían a sus correligionarios que el principio de contradicción sigue existiendo y que, según sus enunciados, Blanco dijo lo contrario que Sebastián, en tanto que Pajín se limitó a poner paños calientes.

Los socialistas se encuentran, pues, ante la tesitura de decidir cuál es la escuela filosófica a la que se ajustarán a partir de ahora sus declaraciones, a riesgo de acabar confundiendo a los bancos y desorientando a los ciudadanos si tardan en hacerlo.

Una cosa es escuchar en boca de un adepto de la escuela aristotélica que su paciencia se ha acabado y otra escuchárselo a un discípulo del marxismo. En el primer caso significaría sólo eso, que se ha acabado. En el segundo, por el contrario, habría que esperar a la antítesis. Y aunque luego apareciera una portavoz declarando que es lo mismo que la tesis, nadie estaría exento de respetar los pasos del materialismo dialéctico.

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