_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Sólo humo

Manuel Vicent

Parte de nuestro cerebro está inoculado con los mitos de la Historia Sagrada. Antes de que el uso de razón llegara a ocupar ese bulbo, en él ya se había introducido la serpiente del paraíso y allí duerme todavía. La acompañan otras imágenes indelebles: la quijada de asno de Caín, la zarza ardiente, el puñal de Abraham en la garganta de Isaac, los sueños del faraón interpretados por José, la canastilla de Moisés salvado de las aguas del Nilo, el sol detenido sobre las murallas de Jericó, la figura de Goliat derribado por la honda de David, Salomón y la reina de Saba. En la adolescencia estos mitos fueron sustituidos por alfombras mágicas, lámparas de Aladino, aventuras de Simbad el Marino, corsarios negros, viajes a la luna o al fondo del mar. Cuando estas fábulas perdieron energía nuestro cerebro fue asaltado por un conjunto de héroes grecolatinos, guerreros con faldilla de latón, leones y gladiadores, argonautas en busca del vellocino de oro, la hazaña de Aquiles, los infinitos regresos a Ítaca. Estos mitos forman una espiral de humo y uno tarda mucho en darse cuenta hasta qué punto ese humo, que no es sino un sueño de la imaginación, a la hora de vertebrar el espíritu, es más consistente que las columnas de mármol donde han sido esculpidas todas las doctrinas filosóficas y las amenazas morales. Después llegó un momento en la vida en que Hollywood ocupó el lugar de la torre de Babel; Adán y Eva tomaron la figura de Tarzán y Jane; la zarza ardiente fue Atlanta en llamas iluminando el juramento de Scarlett O'Hara. Se quema cada día en el interior de nuestra conciencia la brasa de todos los cigarrillos que se ha fumado Humphrey Bogart mientras la mirada de gata de Lauren Bacall desafía cualquier clase de metafísica. La Segunda Guerra Mundial son las piernas largas y la boquilla de marfil de Marlene Dietrich y ningún viento de los dioses se puede comparar al que, emergiendo por un respiradero desde las entrañas de Nueva York, le levantó las faldas a Marilyn Monroe. El árbol de la ciencia es hoy el árbol del ahorcado y Caín nada tiene que envidiar a James Dean en su huida al Este del Edén a bordo de un Porsche Spider. Sólo humo son también Brad Pitt y Angelina Jolie como lo fueron todos los arcángeles.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_