_
_
_
_

Cinco sospechosos de planear el 11-S aseguran que se confesarán culpables

El organizador de los atentados pide ser ejecutado por el Gobierno de EE UU

Mónica Ceberio Belaza

Con una larga barba grisácea y túnica y turbante blancos, el supuesto cerebro de los atentados del 11-S, Jalid Sheij Mohamed, sorprendió ayer a la comisión militar que lleva su proceso, en la base estadounidense de Guantánamo, al renunciar a seguir defendiéndose, y a continuar con los recursos sobre la legalidad de las comisiones y de las pruebas obtenidas bajo tortura. Sheij Mohamed presentó una nota al juez junto a otros cuatro acusados en la que pedían declararse culpables y que todo terminara cuanto antes. Quieren ser condenados a muerte y ser ejecutados como mártires.

El anuncio de los acusados se ha producido cuando falta poco más de un mes para la toma de posesión como presidente de Barack Obama, que ha anunciado su intención de acabar con el sistema de justicia de excepción de Guantánamo y trasladar los casos a tribunales estadounidenses. La petición de los cinco acusados pretende acelerar la sentencia y forzar al Gobierno a ejecutarlos antes de la toma de posesión de Obama.

Pero plantea distintos problemas jurídicos que tendrán que ser resueltos. Entre ellos, si hace falta que se celebre un juicio aunque haya declaración de culpabilidad. La pena capital debe ser decidida, en todo caso, por un jurado.

Algunos familiares de víctimas se desplazaron a la base para ver en vivo a los presuntos organizadores de la matanza. Lo que se celebraba ayer no era el juicio propiamente dicho, sino una audiencia previa en la que debían discutirse cuestiones alegadas por la defensa. Tres de los acusados se representaban a sí mismos. Han renunciado a sus abogados, en los que no confían. "No queremos seguir desperdiciando nuestro tiempo", dijo Sheij Mohamed. "No nos fiamos de ningún americano".

El juez no ha aceptado por el momento la petición de dos de los acusados, Ramzi bin al Shibh y Mustafá al-Hawsawi, porque se está evaluando su capacidad mental. En la sesión de la tarde, Sheij Mohamed dijo que, antes de seguir adelante con su confesión, los que sí podían hacerla habían decidido esperar para ver qué pasaba con sus otros dos compañeros, uno de los cuales dijo en árabe que enviaba sus "saludos a Osama Bin Laden" y que esperaba que la yihad "continúe y golpee el corazón de América con todo tipo de armas de destrucción masiva".

Éste es el caso más importante que juzgan las comisiones militares y una de las principales razones por las que George W. Bush creó el sistema de Guantánamo. A Sheij Mohamed, presunta pieza clave dentro del engranaje de Al Qaeda, se le imputan 2.973 asesinatos, uno por cada víctima del 11 de septiembre de 2001. Se le acusa de haber organizado y financiado a los 19 pilotos suicidas que secuestraron los aviones y se estrellaron contra las Torres Gemelas, el Pentágono y el que cayó en un campo de Pensilvania. En su primera comparecencia ante la comisión, confesó haber planeado los atentados de la "A a la Z".

Los cinco acusados fueron trasladados a Guantánamo en 2006, tras pasar por cárceles secretas de la CIA en distintos puntos del planeta. Allí fueron sometidos a interrogatorios que, en el caso de Sheij Mohamed, capturado el 1 de marzo de 2003 en Pakistán, incluyeron simulacros de ahogamiento, lo que ha planteado dudas sobre la fiabilidad de sus declaraciones.

La vista se celebró en una zona de alta seguridad del Camp Justice (Campo Justicia) de Guantánamo creada para los acusados del 11-S. Es la sala de juicios número 2: una habitación blanca sólo adornada por los emblemas y las banderas de las cinco ramas del Ejército y una de EE UU. La sala se encuentra dentro de un barracón rodeado de alambradas junto al mar Caribe. Junto a la sala, y separadas por una verja, se alzan las caravanas que hacen las veces de oficinas para los defensores y fiscales.

El Ejército extremó los controles: no se podía pasar con bolsas, cámaras de fotos o grabadoras, y cada libreta o jersey eran palpados minuciosamente por un policía militar con guantes. Los periodistas y observadores estaban separados de la sala por un cristal y escuchaban el sonido con 20 segundos de retraso.

Para algunos de los familiares de las víctimas presentes en la vista, ver las caras de los acusados supuso una catarsis. Alice Hoagland, cuyo hijo murió en el vuelo United 93, que se estrelló contra el suelo en Pensilvania después de que los pasajeros consiguieran reducir a los secuestradores, decía, visiblemente emocionada, que estaba "muy agradecida". "Claro que sirve. Yo dedico ahora mi vida a las causas de mi hijo. A luchar contra el terrorismo y a defender los derechos de los homosexuales. Mi hijo Mark era gay".

Jalid Sheij Mohamed, tras su captura en Pakistán en 2003.
Jalid Sheij Mohamed, tras su captura en Pakistán en 2003.EFE

El hombre que inspiró a Bin Laden

Jalid Sheij Mohamed conoció a Osama Bin Laden a mediados de 1996. Fue él quien le habló al líder de Al Qaeda de la posibilidad de estrellar aviones como si fueran misiles en edificios emblemáticos estadounidenses. Tres años después recibió el visto bueno. El 11 de septiembre estaba en marcha, según señala el informe de la comisión del Congreso de EE UU que investigó la matanza. Él se ha descrito como jefe del comando militar para todas las operaciones extranjeras de Al Qaeda.

KSM, como le denominan en algunos informes de espionaje norteamericanos, nació en Kuwait. Su familia era paquistaní. En los ochenta se trasladó a Estados Unidos para estudiar ingeniería en una universidad de Carolina del Norte. Tras su paso por el país, empezó a relacionarse con la yihad antisoviética en Afganistán. Y su participación en atentados terroristas contra Occidente comenzó en 1993, el primer atentado con bombas contra las Torres Gemelas, organizado por su sobrino. Pero su papel de entonces fue muy secundario.

Estuvo en los noventa en Filipinas, donde supuestamente organizó atentados contra el entonces presidente de EE UU, Bill Clinton, y el papa Juan Pablo II. Pero, desde la primavera de 1999, parece que se dedicó sobre todo a preparar el 11 de septiembre, a reclutar, organizar y preparar a los cuatro terroristas suicidas que acabarían con la vida de 3.000 personas. Ha declarado que decapitó él mismo al periodista de The Wall Street Journal Daniel Pearl y que ha planeado un sinfín de atentados.

Desde 2003 está en manos de la CIA. Ha pasado por cárceles secretas en Polonia y Oriente Próximo. Ahora vive sus días en el Campo 7 de Guantánamo, una prisión de máxima seguridad que no puede ser visitada y cuya ubicación física es alto secreto. Ahora pide la pena capital para morir como un mártir.

Los cuatro cómplices

- Ramzi bin al Shibh. Uno de los cerebros del 11-S, este yemení iba a pilotar uno de los aviones del ataque, pero no logró el visado de EE UU.

- Mustafá Ahmad al-Hawsawi. De nacionalidad saudí, su papel fue clave en la financiación de los atentados.

- Ali Abd al-Aziz Ali. Lugarteniente y sobrino de Seij Mohamed.

- Walid Bin Attash. Además de su relación con el 11-S, según el Pentágono ha admitido haber planeado el ataque al destructor USS Cole en aguas de Yemen, en el que murieron 17 marines.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Mónica Ceberio Belaza
Reportera y coordinadora de proyectos especiales. Ex directora adjunta de EL PAÍS. Especializada en temas sociales, contó en exclusiva los encuentros entre presos de ETA y sus víctimas. Premio Ortega y Gasset 2014 por 'En la calle, una historia de desahucios' y del Ministerio de Igualdad en 2009 por la serie sobre trata ‘La esclavitud invisible’.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_