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Un pueblo de Jaén pone en fuga a sus vecinos gitanos

Una pelea entre jóvenes degeneró en una marcha con ataques a viviendas

Ginés Donaire

A Rosa, Rafa, Juan, Luis, Paqui, Tamara y Emilia se les puede leer el miedo en su rostro. Son los seis hijos y la sobrina de José Escobedo y Toribia García. Esta familia gitana permanecía ayer recluida y atemorizada en una casa medio en ruinas en la barriada de El Polvorín, en Castellar (Jaén, 3.800 habitantes), custodiada por una pareja de la Guardia Civil. En la otra esquina del pueblo, enfrente del cuartel y junto al colegio público, otros miembros de la misma etnia permanecían atrincherados y sin dar señales de vida, con las persianas bajadas y la vivienda bien pertrechada. Son las dos únicas familias que en la mañana de ayer permanecían en esta localidad jienense.

Ya por la noche, fuentes de la Policía Local aseguraron que algunos gitanos habían regresado al pueblo al amparo de la protección de la Guardia Civil. No obstante, 70 de las 93 personas de esta etnia censadas en el pueblo seguían anoche huidos. Unos salieron despavoridos del pueblo, aconsejados por el alcalde, Pedro Magaña, del PSOE, y otros por voluntad propia. Ésta es la consecuencia de los enfrentamientos vividos el fin de semana.

La noche del sábado se produjo una pelea entre payos y gitanos, y el domingo hubo una manifestación en la que centenares de vecinos pidieron a gritos la expulsión de los gitanos, a los que culpan de la escalada de delincuencia que han sufrido en los últimos meses. La Guardia Civil, que mantiene un dispositivo de vigilancia en el pueblo, ha detenido a un gitano de 37 años por amenazas de muerte a otros vecinos.

"El que haya hecho algo, que lo pague, pero que no nos metan a todos en el mismo saco", sostenían ayer José y Toribia, y lamentaban no poder salir a la calle a comprar comida para sus hijos. Ninguno de ellos asistió ayer a clase por temor.

"Que se vayan del pueblo", comentaba sin miramientos Justa Bustos a las puertas del colegio ante la aprobación del resto de las madres. Sólo alguna, como Eva María Fernández, advertía del riesgo de generalizar la acusación: "Los niños no tienen por qué pagar las consecuencias, deben ir al colegio".

Ramón y Alejandro, dos de los jóvenes que se vieron envueltos en la pelea, cuentan a su manera lo sucedido: "Empezaron a provocar en la zona del botellón, hasta que nos liamos a palos, pero antes ya estábamos hartos por sus continuas amenazas y robos".

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Esa trifulca motivó que decenas de vecinos rodearan y tiraran objetos contra varias viviendas de gitanos. Muchos volvieron a concentrarse ayer para crear una plataforma y demandar más seguridad ciudadana. Para el próximo sábado preparan una gran manifestación.

En Castellar censuran la falta de implicación del alcalde, que el sábado no quiso abanderar la manifestación. "No se trata de echar a nadie del pueblo", decía el regidor, que ha convocado para hoy una junta de seguridad.

José Escobedo y su familia, ayer, a la puerta de su casa en Castellar.
José Escobedo y su familia, ayer, a la puerta de su casa en Castellar.JOSÉ MANUEL PEDROSA

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