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Martti Ahtisaari gana el Premio Nobel de la Paz

El ex presidente finlandés medió en las crisis de Kosovo, Namibia e Indonesia

Ramón Lobo

Martti Ahtisaari, finlandés de 71 años, es un enamorado de los riesgos del diálogo. En una entrevista realizada el 20 de junio con EL PAÍS se revelaba contra la práctica de muchos políticos de evitar a toda costa los peligros de aparcar las crisis en espera del milagro de que se solucionen solas. "No creo que nuestro objetivo deba ser la creación de conflictos congelados, como el de Oriente Próximo, sino el de solucionarlos". Por esta filosofía y por una vida dedicada a ella -desde sus tiempos de embajador africano en Tanzania en 1973, los posteriores de alto funcionario de la ONU, presidente de Finlandia (1994-2000) y negociador en Namibia, Indonesia y Kosovo- le han otorgado el Premio Nobel de la Paz 2008.

Ahtisaari -que de joven quiso ser maestro, una profesión que define como "escuela de paciencia"- es un profundo defensor de la capacidad que tienen las personas de sentarse alrededor de una mesa para hallar soluciones. "No existe conflicto que no tenga solución", decía en aquella entrevista celebrada en Madrid. Este diplomático nacido en Viipuri, que por los corrimientos de fronteras de la Europa de la primera mitad del siglo XX se encuentra ahora en Rusia, está convencido de que la paz es más sólida cuando el conflicto termina mediante el acuerdo y no con la victoria de una de las partes, por muy aplastante que ésta sea.

Kosovo, la provincia serbia que se independizó en febrero, es su última y quizá más polémica obra de ingeniería diplomática. Los contrarios de la secesión (Serbia, Rusia y España, entre otros), algunos temerosos de un contagio debido a sus propias tensiones territoriales, le acusan de no haber buscado jamás la reintegración pacífica de Kosovo en Serbia, sino su secesión. Y le culparon después de lo ocurrido este verano en Georgia, la primera víctima colateral de Kosovo.

En la entrevista, Ahtisaari, se defendía de las críticas: "No se puede pedir a un maltratado que vuelva con su maltratador" y recordaba que la independencia de Kosovo ("el 90% de la población está a favor") no fue producto de su plan sino de la guerra que llevó a cabo el régimen de Slobodan Milosevic en 1998 y 1999, la última de las cuatro Balcánicas de los noventa, y que provocó el éxodo de la mitad de los dos millones de albaneses que viven en Kosovo. "Los dictadores no pueden cometer crímenes e impulsar la limpieza étnica y pensar que no tendrá consecuencias jurídicas ni afectará a la soberanía. Milosevic perdió Kosovo y nada lo va a cambiar".

En todo camino hacia la paz existe un doloroso proceso catártico, de ruptura con un pasado violento. Ahtisaari decía que el único país europeo que se ha enfrentado a ese ayer terrible ha sido Alemania. "Rusia no lo ha hecho". Rusia no se ha enfrentado a Stalin y a sus crímenes. Serbia y Croacia, tampoco con los suyos.

Ahtisaari, en la rueda de prensa celebrada ayer en Helsinki.
Ahtisaari, en la rueda de prensa celebrada ayer en Helsinki.REUTERS
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Últimos premiados

- 2007:el ex vicepresidente Al Gore (Estados Unidos) y el grupo de la ONU sobre el cambio climático.

- 2006: Muhammad Yunus (Bangladesh) y el Banco Grameen de microcrédito.

- 2005: el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) y su director, Mohamed el Baradei (Egipto).

- 2004: la ecologista keniana Wangari Maathai.

- 2003: la activista y jurista iraní Shirín Ebadí.

- 2002: el ex presidente estadounidense Jimmy Carter.

- 2001: la Organización de Naciones Unidas (ONU) y su secretario general, Kofi Annan.

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