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Reportaje:

Los franceses volvieron a capitular

Bailén rememora la batalla que supuso el principio del fin de Napoleón

Ginés Donaire

Los cañones y los vetustos fusiles devolvieron ayer el olor a pólvora a la Huerta de San Lázaro y el Charco de la Gallina de Bailén (Jaén), un campo abierto de más de tres hectáreas en el que las tropas españolas del general Castaños y las francesas de Dupont combatieron hace 200 años en uno de los episodios más cruciales de la Guerra de la Independencia, no tanto por su trascendencia real como por el simbolismo que supuso la primera derrota en suelo español del poderoso ejército napoleónico. La victoria de las tropas que comandó en primera línea de fuego el general Reding -cuya gloria quedó oscurecida por Castaños- fue, sobre todo, un baño de moral y autoestima para el pueblo español.

La contienda de Bailén es el principal reclamo de la Ruta de las Batallas
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La Batalla de Bailén, recreada 200 años después

La escenificación del acontecimiento, protagonizada por más de 700 personas de varios grupos y asociaciones culturales de Bailén y de Francia, Portugal, Inglaterra, Bélgica y Holanda, fue fiel y rigurosa con la historia. Un campo de batalla con trincheras, casa de postas, hospitales de sangre y hasta una réplica de la noria de la que se abastecían de agua las tropas españolas gracias al arrojo de un grupo de mujeres bailenenses comandadas por la heroína local María Bellido.

Y en ese escenario tan parecido a la realidad se dispusieron, frente a frente, los dos ejércitos: a un lado los españoles, con la bandera de la Cruz de San Andrés; y al otro, los franceses que, tras el saqueo de Córdoba, encontraron en Bailén una resistencia inesperada en su afán por abrirse el camino hacia Madrid. Todos ellos distribuidos en distintos regimientos de infantería, caballería y artillería, y un numeroso grupo de paisanos y aguadoras, ataviados con trajes de la época. Y toda la tropa apoyada por 40 caballos y una decena de cañones de los que se quemaron 300 kilos de pólvora.

Alrededor del campo de batalla, casi 10.000 personas -muchas sentadas en las gradas instaladas por el Ayuntamiento- seguían los combates que acabaron con las capitulaciones y la rendición de los soldados galos. "200 años después Bailén vuelve a estar en el punto de mira de la historia", decía, orgulloso, el alcalde, Bartolomé Serrano. Un breve acto por la paz, con los sonidos del Ave Verum Corpus de Mozart, precedió a la recreación de esta batalla que insufló ánimo entre las tropas españolas. "Bailén despertó la conciencia popular y demostró que el todopoderoso ejército francés no era vulnerable", señala el general Ricardo Álvarez-Espejo, comandante militar de Córdoba, en la publicación editada por el Ayuntamiento de Bailén con motivo del bicentenario de la batalla.

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La recreación de la contienda, avalada por la Asociación Napoleónica Española, fue el epílogo de un intenso fin de semana en el que las calles de Bailén han acogido desfiles, un mercado de época, exposiciones sobre la Guerra de la Independencia, homenajes a los generales Castaños, Reding, Dupré y San Martín y la heroína María Bellido, y también el hermanamiento con el municipio madrileño de Móstoles. El levantamiento del 2 de Mayo en Móstoles contra la ocupación francesa se extendió por toda España y fue considerado el origen de la Guerra de la Independencia española. Sólo dos meses después, la Batalla de Bailén daba un vuelco a esta guerra al ser derrotadas por primera vez las tropas de Napoleón. Después de Bailén vendría el desastre napoleónico de las campañas rusas y, en 1815, la derrota en Waterloo.

El Ayuntamiento de Bailén ha aprovechado el bicentenario de la batalla para hacer de este histórico hecho un atractivo turístico. La de ayer fue la tercera recreación en los últimos tres años, y el municipio cuenta con un Museo de la Batalla. También la Diputación y la Junta de Andalucía han situado a esta batalla como eje principal de la Ruta de los Castillos y Batallas, pues además de la de Bailén también tuvieron lugar en suelo jiennense las de Baécula y la de las Navas de Tolosa.

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