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La oposición teme quedar fuera del diálogo

Pocas veces ha habido tanto consenso entre la disidencia cubana: el levantamiento de las sanciones diplomáticas al Gobierno de La Habana, decidido el jueves por la UE, podría contribuir, advierten, a silenciar aún más a la oposición democrática. "Los efectos pueden ser nefastos, porque hay una decisión del régimen de hacer desaparecer a los opositores, de sacarlos del camino", explica el periodista Raúl Rivero, exiliado en España tras su excarcelación en 2004. "Y quieren que la UE participe en esa estrategia". El Gobierno cubano, explica Rivero, ha impuesto un cordón sanitario en torno a los disidentes en las recientes visitas a Cuba del cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado del Vaticano, y del comisario europeo Louis Michel para impedir cualquier contacto.

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Y no sólo se trata de presiones diplomáticas: en estos días de visita oficial del presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, la casa del opositor Oswaldo Payá, promotor del Proyecto Varela y Premio Sajarov del Parlamento Europeo, ha sido cercada por las fuerzas de seguridad, explica su hermano Carlos. "No somos partidarios de sanciones que sólo aumentan el victimismo del régimen. Somos partidarios del diálogo. Los contactos han posibilitado la reciente excarcelación de cuatro presos, y eso es positivo, pero esas celdas están esperando a que entren cuatro más".

Uno de esos cuatro presos es Alejandro González, detenido con otros 74 disidentes en la Primavera Negra de 2003, que dio pie a las sanciones. "Levantarlas cuando no ha habido contrapartidas ni señales tangibles en materia de libertades es un contrasentido", dice González, hoy exiliado en Madrid. El Gobierno español asegura que hay menos "hostigamiento" a los disidentes. Éstos esgrimen la represión sistemática de los actos de protesta, las detenciones o las campañas de difamación desde el diario oficial Granma. "La situación de los derechos humanos no ha cambiado", asegura por teléfono desde su Placetas natal Jorge Luis García Pérez. El disidente ha sido arrestado una docena de veces en los dos últimos años por sus actividades de denuncia de la situación de los prisioneros políticos cubanos, que conoce bien porque ha pasado 17 de sus 42 años en la cárcel y lleva en el cuerpo las marcas de las mordeduras de los perros que le azuzaban, cuando estaba esposado, en la prisión de Manaca. García Pérez iniciaba ayer una huelga de hambre para exigir la presentación de Mario Pérez Aguilera, otro preso político sometido a régimen de aislamiento y víctima de una paliza el 29 de mayo.

Los disidentes no ocultan su malestar con las autoridades españolas y cifran sus esperanzas en la República Checa, que endureció la propuesta presentada por España y que ha mantenido una firme defensa de la inclusión de la oposición en el diálogo bilateral.

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