Épica remontada de Turquía
Nihat, con dos goles al final, deja en evidencia a una República Checa víctima de su suficiencia
A veces no es precisa la rueda de los penaltis para emocionarse con el fútbol. Anoche había la posibilidad inédita de resolver una clasificación desde los 11 metros, sin mediar la prórroga, de acabarse en empate. No hizo falta porque Turquía firmó una remontada heroica, romántica, ante la confiada y desganada República Checa. Los checos se suicidaron tras contar dos goles sin esforzarse, excesivamente confiados, y propiciaron la respuesta de Turquía. A veces un par de estacazos no valen más que veinte latigazos. De vez en cuando gigantes como Cech se desploman ante el vértigo que provocan delanteros como Nihat. Hay ocasiones en que el entusiasmo y la sorpresa valen más que la previsibilidad y el oficio.
Nihat, el turco que marca las diferencias |
Todo Turquía |
A los checos les perdió su suficiencia. Habían diseñado un partido que dieron por acabado antes de tiempo para suerte de Turquía. A la que se sintió exigido, Brückner regresó al punto de partida y alineó a un único delantero, Koller, el más experto del plantel (89 partidos y 54 goles) y también el más largo (2,02 metros) y más pesado del torneo (103 kilos). Frente a una zaga especialmente vulnerable como la turca, nada mejor que poner a un gigante asistido por dos alas que centran y atacan como Sionko y Plasil. A fin de cuentas, el partido sólo parecía precisar mucho control y un poco de paciencia para los checos, favoritos por historia, estadística y equipo. Firmes en su cancha, más que nada porque se defienden con jugadores que ejercen en el calcio y el portero es Cech, se trataba de aguardar a que el gol cayera por su propio peso. Y, pasada la media hora, anotó Koller de cabeza como estaba escrito.
A Turquía le convenía agitar el partido. Aunque el equipo de Fatih Terim no es fácil de descifrar, se le supone talento individual y posibilidad de sorpresa en las dos áreas, también en la contraria, por la presencia de jugadores veloces y muy técnicos. Así las cosas, los checos sacaron de centro y pusieron la pelota en la cabeza de Koller, quien la dejó para el gatillo de Matejovsky. El remate salió alto para alivio de Turquía. Pasado el susto, los turcos tomaron el balón y su pelotón de medios se puso a jugar un rondo. Le faltaba pegada y oficio, de la misma manera que se asociaba fácilmente a partir del toque y el pase y circulaba bien. Iban y volvían los turcos, confiados, seguros de su triunfo por más que los pronósticos lo negaran. Turquía combinaba y a la República Checa le alcanzaba con apretarse atrás y descolgarse de vez en cuando. Grygera fue el que puso mejor el cuero al área y el ariete no falló en el cabezazo después de sacar un palmo a cada uno de los dos centrales, de manera que al minuto 34 todo parecía resuelto.
Ocurrió que, como los checos no cerraban el encuentro, los turcos se animaron más y se fueron muy arriba sabedores de que a falta de defensas bien valen los medios y delanteros. Los muchachos de Terim abrieron muy bien el campo y cruzaron muchos y variados centros. Tal fue su empuje que a los checos no les valió ni siquiera un segundo gol, obra de Plasil a centro de Sionko, después de que Koller mostrara que es tan hábil con la cabeza como patoso con los pies.
El ejército de Napoleón Terim perseveraba en una batalla que se prometía ganada y así, uno detrás de otro, fueron cayendo los goles. Hamit Antilop se puso a centrar desde la derecha y los checos se vencieron. Los centrales defendieron mal la entrada de Arda Turan (2-1). Más tarde, Cech erró en la recepción de la pelota para suerte de Nihat (2-2). Alcanzado el empate, ni los checos dudaron ya de su derrota, firmada por un trallazo de Nihat, el jugador del partido. Falto de un ariete que emboque los pases de los extremos y los volantes, bien vale un delantero hábil y con gol como el del Villarreal. Nihat apareció justo cuando Turquía necesitó un jugador que marcara diferencias y, puestos a elegir entre Koller y Nihat, a muy pocos les supo mal que triunfara el turco.
Aunque la historia avalaba a la República Checa, Turquía creyó y perseveró en su suerte hasta encontrarla en el último minuto. No hubo penaltis, sino cuatro minutos de tiempo añadido que, al final, provocaron todavía una mayor satisfacción para la pasional Turquía de Terim. El fútbol fue generoso ayer con el juego y nadie peleó más por la victoria que Turquía, cuartofinalista de la Eurocopa.
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