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La carrera hacia la Casa Blanca

Clinton se une al "sí, podemos" de Obama

La senadora pide a sus fieles que hagan suyo el lema electoral del candidato demócrata

Yolanda Monge

Hillary Clinton tardó seis minutos y 25 segundos en pronunciar el nombre de Barack Obama. Quien quiso ser la primera mujer en llegar a la presidencia de EE UU puso ayer fin a su histórica campaña. "La manera de continuar ahora nuestra batalla es poner toda nuestra fuerza en hacer todo lo que podamos para ayudar a elegir a Obama presidente de EE UU", dijo.

Tuvo que ser el último su mejor discurso. La mujer que tras 16 meses de dura batalla tiró ayer la toalla con elegancia no se permitió ni una sola fisura en su apoyo al senador por Illinois: "Hoy, cuando suspendo mi campaña, le felicito, le doy mi visto bueno y todo mi apoyo". Hillary Clinton, 60 años, ya en los libros de historia, no vistió ayer en su adiós ninguno de los vivos colores que ha empleado en sus muchos mítines de campaña. No hubo rojo, no hubo azul, no hubo amarillo. Un sobrio negro cubrió su cuerpo. Un collar de perlas remataba la faena para la que la ex primera dama se había preparado toda la semana y se había vestido a primera hora de la mañana de ayer: declarar su derrota.

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Derrota ya serena que transformó en cimientos para que el Partido Demócrata y el senador Obama puedan retomar la Casa Blanca el próximo cuatro de noviembre. "Os pido a todos que apoyéis a Barack Obama como me habéis apoyado a mí". Con el gesto sosegado, ya sin las tensiones ni las gesticulaciones que tensaban su rostro cuando luchaba a brazo partido por ser la elegida, Hillary Clinton abrió su discurso de 20 minutos de forma distendida. Y no tardó en referirse a su rival. "He estado con él cuatro años en el Senado; compartido 16 meses de campaña y enfrentado en 22 debates", explicó la senadora por Nueva York que prosiguió asegurando que Obama representaba "el sueño americano" que ha inspirado "a muchos hombres y mujeres". "Cuando empecé la carrera por la Casa Blanca tenía unos objetivos, objetivos que sin duda puede cumplir Barack Obama y ésa es la razón por la que hoy le doy todo mi apoyo"

Clinton llegó ayer tarde a su cita prevista para mediodía con sus seguidores. "Siempre llega tarde", comentaba Ron Allen, presentador de la cadena NBC. Quizá había algo más que noción de puntualidad en esas palabras. Clinton reunió en el edificio del Museo Nacional, un vasto complejo cultural en el corazón de Washington y a pocas calles de la Casa Blanca, a unos fieles seguidores que la vieron partir como favorita en enero para ahora culminar su carrera por la presidencia como perdedora ante un rival joven y hasta hace poco desconocido.

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Desde que el pasado martes, con el final de las primarias, Obama se hiciera con los 2.118 delegados necesarios para asegurarse la nominación del partido como candidato, la antigua primera dama sólo había reconocido implícitamente una vez a la prensa la victoria del senador cuando el pasado miércoles se dirigía a un mitin del lobby proisraelí AIPAC en Washington: "Sé que Barack Obama será un buen amigo de Israel". Ese mismo día agradecía, con lágrimas en los ojos, a los miembros de su equipo de Arlington (Virginia, afueras de Washington) los servicios prestados. La página web de Obama, el hombre que se enfrentó y derrotó la maquinaria Clinton, daba ayer las gracias a la veterana política por su apoyo: "Gracias senadora Clinton".

"Gracias, gracias, gracias". Clinton repasó la historia y dio gracias a las sufragistas que hicieron posible que las mujeres pudieran votar, a los abolicionistas que acabaron con la esclavitud y a los defensores de los derechos civiles que pusieron fin a la segregación en EE UU. Conciliadora, aceptando el puente de plata que le ha ofrecido Obama, Clinton evitó en todo momento caer en expresiones como "qué cerca hemos estado" o "qué hubiera pasado si yo..." Todo lo contrario, la senadora hizo suyo y ordenó a sus seguidores que lo interiorizaran como un credo el mensaje que ha cubierto EE UU de costa a costa y de norte a sur: "Sí podemos". "Desde que existe América existe la forma americana de hacer las cosas", proclamó Clinton, para quien en este momento de la historia política norteamericana, ese "American way", esa manera tan particular de los americanos de hacer las cosas, pasa por aplicar el "Yes, we can" de Obama. "Sí podemos", expresó Clinton.

Frente al cambio que proclamaba el joven Obama, Clinton ofrecía experiencia. Pero su derrota en los primeros caucus en Iowa fue un jarro de agua fría que Clinton superó estoicamente con una victoria en New Hampshire. Pero el supermartes, en el que tanto ella como sus estrategas contaban con cerrar la candidatura, acabó con un empate técnico. Once victorias consecutivas de Obama en febrero permitieron al senador por Illinois hacerse con una ventaja que, a la larga, se probaría inexpugnable. Se pedía a Hillary que renunciara pero prometió continuar mientras tuviera posibilidades. Un claro triunfo en Ohio en marzo y una victoria por diez puntos en Pensilvania siete semanas después le dieron alas y un impulso que le permitió ganar en varios de los Estados en disputa. ¿Se trataba de testarudez? ¿O era constancia? Ella nunca dejó de creer en sí misma. Creía ser la candidata con más posibilidades de derrotar al republicano John McCain. Hasta ayer. Cuando la innegable realidad le forzó a decir adiós.

Mucho se especuló sobre si junto a la luchadora que ayer daba un paso atrás y dejaba vía libre a Barack Obama para que quizá logre lo impensable hace 40 años -cuando el matrimonio entre la madre blanca como la leche de Kansas y el padre negro de Kenia del senador estaba prohibido en la mitad de los Estados de la Unión-, estaría Bill Clinton, marido de Hillary y ex presidente de los americanos. No solo estuvo. Sino que su mujer le devolvió los favores prestados durante la campaña, intentando de una vez por todas borrar la imagen que todavía existe en la mente de muchos estadounidenses de aquellos Clinton que intentando guardar las apariencias cruzaban de la mano los jardines de la Casa Blanca en 1998 después de que se destapara el escándalo sexual de Bill con Monica Lewinsky.

"He estado involucrada en la política de este país en las últimas cuatro décadas", dijo la senadora. "Durante esos 40 años, los americanos han votado en 10 elecciones presidenciales", dejó saber Clinton. "Señores y señoras, sólo tres de esos presidentes han sido demócratas y el que lo fuera dos veces está hoy aquí", expresó Hillary Clinton entre unas de las mayores ovaciones por parte del público.

Tocó todos los palos la ya ex candidata a la Casa Blanca. Seguro social, Irak, cambio climático...Desgranó su formación feminista cuando recordó que todavía quedan muchos techos de cristal por romper para las mujeres. "Soy una mujer y sé que sigue habiendo barreras", declaró para continuar explicando que había lidiado esta carrera como hija de una mujer que casi estrenó el derecho al voto y como madre de una hija que tiene todas las posibilidades en sus manos. Fue entonces cuando la ex primera dama se permitió un momento lírico. "Mientras estamos aquí hablando, la mujer número 50 en abandonar la tierra orbita sobre nuestras cabezas", comento con una sonrisa sin que los asistentes supieran muy bien adónde quería llegar. "Si hemos sido capaces de enviar 50 mujeres al espacio no creo que sea imposible situar a una mujer en la Casa Blanca". Aquí los aplausos y las lágrimas entre las mujeres se hicieron incontenibles. El discurso de la ex candidata alcanzó grados importantes de emoción. Sin duda, su más emotivo e intenso discurso.

Obama se tomaba el fin de semana libre para dejar que todos los focos cayeran sobre su ya ex rival. Tan sólo hizo una aparición por sorpresa el viernes en un mitin en Chicago en el que se promovía la candidatura de la ciudad para los juegos olímpicos de 2016. El candidato presidencial dejó saber con sentido del humor que su casa se encuentra tan sólo a dos bloques del lugar propuesto como sede. "Voy a poder ir andando", bromeó Obama. "Debería alquilar mi casa porque imagino que alcanzará un buen precio", prosiguió con su cautivadora sonrisa. Y por si no hubiera hecho bastante las delicias de la prensa con esa pequeña declaración, aportó un nuevo dato lleno de confianza en el futuro: "Y ya que estamos haciendo revelaciones, tengo que dejarles saber que en 2016 estaré a punto de concluir mi segundo mandato como presidente de EE UU".

Clinton decía adiós al sueño de su vida con una sonrisa, a pesar de saber lo incierto de su futuro. Fuerte presionan sus partidarios para que Obama la lleve de compañera en tan fascinante viaje. Pero incluso ante esa idea, Clinton juega ya la carta de la humildad. "Eso es algo que debe decidir Barack", comentaba hace dos días. "Nunca me rindo, nunca me doy por vencida". Esas palabras pertenecen ya al pasado. "Mirar hacia atrás nos impide mirar hacia delante y avanzar", dijo ayer. Avanzar para que tras ocho años de oscura Administración de George W. Bush un demócrata recorra el camino que va del Capitolio a la Casa Blanca el próximo 20 de enero de 2009, cuando el nuevo presidente tome posesión del cargo. Será Barack Obama o será John McCain. Ayer Hillary Clinton puso todo su ser a disposición del hombre que representa el sueño americano frente a su propio sueño: ser la primera mujer en llegar a la presidencia de EE UU.

Hillary Clinton, ayer en Washington. A la derecha, su hija, Chelsea.
Hillary Clinton, ayer en Washington. A la derecha, su hija, Chelsea.REUTERS
Una mujer llora al escuchar a Hillary Clinton ayer.
Una mujer llora al escuchar a Hillary Clinton ayer.AFP

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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