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Reportaje:

Despilfarro para nada

El Zaragoza invirtió 39 millones en fichajes y no halló ningún líder

Jordi Quixano

El descalabro del Zaragoza, que ha dado con sus huesos en Segunda, ha sido de aúpa. "En dos años pelearemos por la Champions", convino Agapito Iglesias, el máximo accionista. En dos años han descendido. Pedro Herrera, el secretario técnico, no cogió ayer el teléfono. "Remítase al director de prensa", respondió Iglesias. "Dejo mi cargo en manos de Agapito", susurró Eduardo Bandrés, el presidente. Se le denegó la salida. No así a Miguel Pardeza, director deportivo, que presentó la dimisión irrevocable. "Pido disculpas por los errores", dijo.

El desastre ya se fraguó en la pretemporada. A Víctor Fernández le gustaba Coloccini, central del Deportivo. En vez de eso y sin consultarle, le trajeron a Pavón. Tampoco quiso a D'Alessandro, pero Iglesias hizo oídos sordos.

El despilfarro económico, en cualquier caso, ha sido otra de las claves. De 1996 a 2006, el ex presidente Alfonso Solans aplicó una política de contención del gasto ante la deuda del club, circunstancia que provocó su descapitalización deportiva. Se fueron, por ejemplo, Villa y Cani, los dos futbolistas más representativos.

Iglesias ha empleado una política inversa. En dos años, el Zaragoza ha invertido 39 millones de euros -D'Alessandro (4,5), Aimar (10), Diogo (4,5), Luccin (3), Matuzalem (7), Paredes (1,5), Ayala (6) y las cesiones de Nery, Piqué y Oliveira- y ha cobrado 28 -Álvaro (0,6), Ponzio (4) y D'Alessandro (3,5) más la venta de Gabi Milito al Barcelona (20)-. El problema radica además en que seis jugadores están dentro de la horquilla del tope salarial, que va de los 1,8 a los 2,3 millones.

Desfile de técnicos

Teóricamente fundamentado el proyecto deportivo en Fernández, pronto se derrumbó. Si el curso anterior se atrapó la Copa de la UEFA en el último resuello, en éste se echó por la borda a las primeras de cambio ante el Aris de Salónica. "Nos hizo mucho daño", recuerda Zapater. Perdida la moral, el Zaragoza nunca se levantó. Y se inició el desfile de técnicos incapaces de gobernar al vestuario y lidiar con la directiva. De Fernández a Ander Garitano, Javier Irureta y Manolo Villanova.

Tampoco han arrimado el hombro los jugadores. "No se ha remado en la misma dirección", conceden en el vestuario. Así, no extrañó que D'Alessandro gritara a la cara de Fernández o se peleara con Aimar ni que se dejaran llevar por la desidia cuando se descabalgaron de la cabeza.

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