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Columna
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El baúl de los recuerdos

Las personas que vivieron el franquismo no se dan cuenta de las secuelas, que las hay, y una de ellas es que uno acaba aceptando lo inaceptable. Como hemos conocido la locura histórica e ideológica, pues nos hemos acostumbrado, sabemos que esas cosas ocurren. Una pandilla de maníacos asesinos secuestran a un país, asesinan a los que se le resisten y luego se quedan con el botín, con todo y con todos. Y hay que sobrevivir, los secuestrados quieren sobrevivir. Lo malo es que cuando te secuestraron una vez, o has nacido ya en el secuestro, sabes que eso puede volver a ocurrir, y como conoces a los secuestradores pues si no les coges cariño al menos les coges familiaridad, los comprendes. Uno puede quedar encerrado en el síndrome de Estocolmo.

Estas listas son una verdadera maniobra recuperadora de lo peor de la historia del PP

Debe de ser el síndrome de Estocolmo lo que nos detiene para no ir al juzgado de guardia a denunciar las listas del PP al Congreso de los Diputados por apología del franquismo. Porque el franquismo fue un régimen delictivo, ¿o no? Y estas listas son una verdadera maniobra recuperadora de lo peor de la historia del PP, su herencia franquista. Ahí están de nuevo, salidos del baúl de los recuerdos, los peores recuerdos, para presentar a diputados a ese par de ex alcaldes franquistas irrecuperables, el de Sada y el de Ponteareas (¿Puentearenas?). Sólo les falta el de Beade con sus misas a Franco. Dos alcaldes militantes en la reivindicación del Caudillo, no sabemos si devotos también del Duce y el Führer; dos personajes que aún no han manifestado que hayan cambiado de opinión. ¿Han dejado de ser franquistas confesos? La ideología de un político no es un asunto privado, es de interés público. Si no han cambiado de ideas, si no condenan el franquismo ahora, es que siguen pensando igual. Y quiere decir que votar a esa lista electoral es votar a esa ideología, ni más ni menos. A estas alturas este país no merece unas candidaturas así; una buena parte de los votantes del PP, tampoco.

A esto, a la desesperación, ha llegado este camino del Calvario, estos cuatro años de oposición enloquecida del PP y toda la derecha que ha movilizado a su alrededor al general Mena, los obispos, Alcaraz y sus seguidores, los regantes de campos de golf de Murcia y Valencia, los legionarios de Cristo... Un circo espeluznante que culmina en Madrid con un ruidoso Guateque, una riña a navajazos por la herencia y un ex consejero de Sanidad fugado a las montañas nevadas desde la bandera al viento de la plaza de Colón.

Andan los indios pretendiendo asaltar el Pazo de Meirás, que no es exactamente un pazo, según nos aclaró en nuestra Cámara el señor Núñez Feijóo, y ante ello el Partido Popular moviliza a los veteranos: los viejos guerreros nunca mueren y reaparecen para defender el pazo familiar.

Hay un cálculo para recuperar a semejantes figuras: necesitan todos los votos, cualquier voto. Si un voto viene un poco manchado, se le sopla, se le pasa la manga para que no huela y para adentro. El PP afronta una dura prueba en España y ya todos piensan en lo que vendrá el día después. Los afiladores orensanos no paran de afilar cuchillos por Madrid, en el ayuntamiento, en la comunidad, en la calle Génova, pero en Galicia la situación es doblemente dolorosa. La suerte de Núñez Feijóo es parecida a la de Mariano Rajoy, a ambos les fue prometida una herencia que no llegaron a recibir, ambos quedaron a las puertas de un cielo que pensaron que ya era suyo y ambos afrontan la travesía de un desierto al frente de una caravana sedienta e inquieta, en cualquier momento puede estallar el desafío y la rebelión. En Madrid la caravana ya está enzarzada en la disputa por el liderazgo, y en Galicia Núñez Feijóo puede enfrentarse a eso en un futuro inmediato. Nació como el candidato de Génova, el hombre de Rajoy en Galicia, frente a Cuiña, el líder generado por el PP gallego, y aunque la figura de Cuiña no ha tenido sucesor, su decapitación en público fue ejemplarizadora. Tras la prevista derrota de marzo y el anunciado retroceso del PP en Galicia también es previsible que se abra la caja de Pandora, todos los demonios correrán sueltos y Núñez Feijóo tendrá que tener la agilidad de reposicionarse para no desaparecer en el abismo de los ángeles caídos.

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Hace bien en buscar votos en América, un viaje y otro, pues aquí, cuando uno atraviesa los campos, oye el familiar roce de la muela contra la hoja de hierro o acero. La política tiene un lado terrible.

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