Un jugador muy serio
Neil Gaiman, guionista de Beowulf y Stardust, publica el libro de relatos Objetos frágiles, historias extrañas, divertidas, conmovedoras y espeluznantes
Si el escritor británico Neil Gaiman (Portchester, 1960) fuese militar, tendría el pecho cubierto de condecoraciones. Aún no ha cumplido los 50 y ya ha recibido casi todos los premios literarios y, en la mayoría de los casos, en varias ocasiones: tres Hugos, dos Nebulas, un PEN, un World Fantasy Award, cuatro Bram Stoker, seis Locus Awards, dos British Science Fiction Awards, un British Fantasy Award, cuatro Geffens, un International Horror Guild Award y dos Mythopoeic. Galardones con nombres extraordinarios para una prolífica carrera basada en la imaginación, la destreza narrativa y el deseo de explorar las tierras desconocidas que rodean el mundo en que vivimos. Un paraje peligroso y fascinante donde cualquier cosa capaz de ser imaginada puede ser encontrada. Gaiman, seleccionado entre los 10 mejores escritores vivos por el prestigioso Dictionary of Literary Biography, utiliza indistintamente los géneros para describir lo encontrado: novela, cómic, relatos, poesía, guiones, teatro, cuentos para niños y hasta letras de canciones, que luego graba la cantante canadiense Tori Amos. Y con cada una de sus historias, igual que un cartógrafo, perfila el mapa del territorio explorado. Gaiman podría hacer suya la definición que daba de su trabajo el artista holandés M. C. Escher: "Lo que yo hago es un juego, pero un juego muy serio".
"Las historias, como las personas y las mariposas y los corazones humanos y los sueños, son también objetos frágiles hechos de 27 letras y un puñado de signos de puntuación"
Parece mentira que un autor así sea tan poco conocido en España. O quizá sería más adecuado decir: tan poco reconocido. Escritores como Norman Mailer, Philip Pullman, William Gibson o Stephen King le adoran. Su página web recibe más de un millón de visitantes cada mes. Pero éste parece, por fin, un buen momento para descubrirlo en España. Ahora mismo hay dos películas, con excelentes críticas, de cuyos guiones es autor: Stardust y Beowulf. Está a punto de aparecer su segundo libro de relatos, Objetos frágiles (Roca), que reúne historias extrañas, divertidas, conmovedoras y, en algunos momentos, espeluznantes. Y las editoriales se rifan la versión como novela gráfica de su premiada novela infantil Coraline, aprovechando que ha sido llevada al cine y que muy pronto será estrenada. Pero leer a Gaiman no es una obligación intelectual ni una consecuencia lógica ante su apabullante lista de premios. Es algo distinto: leer a Gaiman es cuestión de placer. De puro placer.
Neil Gaiman entró en la literatura por una puerta singular, la del cómic. Para entender lo que significa una entrada así en un mundo tan encorsetado como el literario, habría que imaginar al actor shakesperiano Laurence Olivier empezando su carrera en el circo. Gaiman escribió Sandman, una serie de 10 volúmenes, entre 1989 y 1996. Fue su tarjeta de presentación: un mundo onírico con guiños a Shakespeare y a los mitos modernos, que unía las leyendas, el drama histórico y la fantasía. Junto a Morfeo, el personaje principal, aparecían Lucifer, Caín y Abel, Barbie, Marco Polo, animales parlantes, drag-queens... Gaiman mostraba su don para conmover y horrorizar, para unir romanticismo y humor negro. Sandman consiguió el primer galardón literario concedido a un cómic, el World Fantasy Award, y se convirtió en la primera obra de este género que aparecía en la lista de los libros de ficción más vendidos de The New York Times.
Desde entonces, Gaiman ha escrito a un ritmo febril. Tras su primera novela, Neverwhere, publicó Stardust, Good omens (escrita con Terry Pratchett), American gods y Los hijos de Anansi; una novela infantil, Coraline; dos libros ilustrados, El día que cambié a mi padre por dos peces de colores y Los lobos de la pared; dos libros de relatos, Smoke and Mirrors y Objetos frágiles... Ha realizado versiones de sus historias para la ópera, el cine y el teatro. Ha escrito para la cantante canadiense Tori Amos y ella le ha convertido en personaje de sus canciones.
El éxito le ha ayudado a proseguir sus exploraciones por ese mundo fronterizo y en penumbra donde se confunden ficción y no ficción, el umbral entre la vida terrena y el más allá. Un espacio difícil de definir hasta para el propio autor. Preguntado por el género de su última novela, Los hijos de Anansi, Gaiman contestó lo siguiente: "Es una divertida historia de miedo. No es exactamente un thriller ni una novela de terror, tampoco una novela de fantasmas (aunque en ella aparece algún fantasma) o una comedia romántica (aunque hay varios romances y partes muy cómicas, si exceptuamos las partes terroríficas). En realidad, si tuviera que definirla diría que es una épica familiar-cómico-romántica-de fantasmas-thriller-mágica-de horror, aunque eso deja fuera la parte policiaca y gran parte de la comida".
Su último libro se llama Objetos frágiles y, en la introducción, Gaiman hace profesión de fe del poder de la literatura. "Las historias, como las personas y las mariposas y los corazones humanos y los sueños, son también objetos frágiles hechos de 27 letras y un puñado de signos de puntuación. Y hay palabras en el aire compuestas de sonidos e ideas -abstractas, invisibles, que se desvanecen tan pronto son dichas-. ¿Qué podría haber más frágil? Pero algunas historias, pequeñas y sencillas, sobre personas que parten a la aventura o que realizan prodigios, igual que algunos cuentos de milagros y monstruos, han sobrevivido a la gente que las ha contado e incluso a las tierras donde fueron creadas". Gaiman es un jugador muy serio: confía en su imaginación, en su corazón y en sus fantasmas. Apuesten por él y lean sus historias frágiles e inauditas. -
Neil Gaiman. Objetos frágiles (de próxima publicación en Roca). Startdust (Roca). Los hijos de Anansi (Roca). Sandman (Norma). El día que cambié a mi padre por dos peces de colores (Norma). Sombras sobre Baker Street (La Factoría de Ideas).
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