La educación sexual es una cuestión de suerte
La formación depende de los colegios y muchos se frenan por miedo a las familias - La mentalidad tradicional lastra la solución en centros públicos y privados - Y la Iglesia pide castidad
En pleno siglo XXI, los amigos y los medios de comunicación siguen siendo la mayor fuente de información sexual para adolescentes. Ni los padres ni los colegios lo son, en un fracaso de la educación sexual que parecía asunto superado desde los ochenta.
Pese a todas las recomendaciones, muchos centros han claudicado por ideología, exceso de responsabilidades, por miedo a las familias y ante una mentalidad tradicional que lastra la solución. Y mientras, el aborto aumenta.
Los contenidos obligatorios se limitan a la biología, y no siempre se dan
La Iglesia defiende la castidad para integrar "rectamente la sexualidad"
"Hablar de sexo aún es tabú en las familias", asegura una experta
Los especialistas reclaman una asignatura desde la etapa infantil
Entre risotadas nerviosas llega un grupo de alumnos de 4º de ESO, de 14 a 16 años, al Centro Joven de Anticoncepción y Sexualidad, en el barrio de Gràcia de Barcelona, por donde pasan a diario varios institutos. Van a recibir un taller de educación sexual. En la práctica, esta sesión (como mucho tres o cuatro) será la base de la educación que reciban estos jóvenes sobre cómo usar un preservativo, el placer sexual, las prácticas, las responsabilidades y los distintos tipos de relaciones afectivas que establecen entre las personas. "Pero en tres o cuatro horas, sólo te puedes dedicar a la urgencia, a la prevención", asegura Ana García Mañas, coordinadora del Centro Joven de Anticoncepción y Sexualidad de Madrid.
Ésta será la base porque los contenidos obligatorios sobre sexualidad en la escuela (después de que fracasara en los noventa la idea de ir salpicando estos contenidos en todas las asignaturas) se reducen a un tema en Ciencias Naturales de 3º de ESO (14 años), donde los profesores explican la parte biológica, más académica de la reproducción, las enfermedades de transmisión sexual o los anticonceptivos. Eso si se llega a dar, ya que está "muy al final del libro", por lo que no siempre da tiempo, explica José Antonio Arias, profesor de Biología del instituto Ben Arabi de Cartagena.
A partir de ahí, ya sean colegios públicos, privados o concertados (la mayoría católicos), todo depende de las convicciones morales (muchas veces antagónicas) y el interés de las administraciones, para apoyar esta educación, y de los profesores para formarse, enseñar sexualidad en las tutorías o contratar esos talleres externos que se reducen a unas cuantas horas. Y de esta manera, sólo el 46% de hombres y mujeres de 15 a 24 años declara haber recibido información sexual en los centros educativos, según la 2ª Encuesta Schering 2005 Sexualidad y anticoncepción en la juventud española.
La doctora Nuria Parera, de la Unidad Médica de Adolescentes del Instituto Dexeus, asegura que hay unos colegios e institutos en los que no existe en absoluto esta educación y hay otros, incluidos muchos católicos, en los que se da bien (incluso algunos que dan talleres en todas las etapas), pero coincide con la mayoría de expertos en que en general es del todo insuficiente. Y las cifras les dan la razón. Entre el 15% y el 22% de los jóvenes de 15 a 18 años no utiliza preservativo, entre el 10% y el 15% practican la marcha atrás. El número de abortos entre chicas menores de edad casi se ha cuadruplicado en las últimas dos décadas: cerca de 13.000 adolescentes interrumpieron voluntariamente su embarazo en 2005, muchas por segunda vez.
Lo que reclaman los expertos es una educación afectivo-sexual completa en una "materia obligatoria en el currículum desde educación infantil a la universidad". Hoy lo vuelve a reclamar el profesor de Didáctica de la Universidad de La Laguna Fernando Barragán. En Holanda, que tiene la tasa más baja de embarazos adolescentes de Europa, la mitad de las escuelas de primaria comienzan la educación sexual, y estos contenidos, más allá de los puramente biológicos, pasan a ser obligatorios en secundaria.
Sin embargo, aumentar los contenidos obligatorios de sexualidad en España no se ha planteado. No se planteó crear una asignatura hace de dos años, cuando se aprobó una nueva ley educativa. Tampoco la idea de meter estos contenidos en Educación para la Ciudadanía, en la que sólo se han incluido aspectos de igualdad de género y el respeto a todas las orientaciones sexuales. El programa electoral del PSOE de 2004 tampoco lo mencionaba, y el que están preparando ahora, para las elecciones del 9 de marzo, dice que "se promoverán programas y campañas de información sexual en los centros educativos". Nada de una asignatura ni de más contenidos obligatorios. ¿Por qué? En primer lugar, por la saturación de asignaturas, asegura el secretario general de Educación, Alejandro Tiana: "Es un viejo debate, pero es imposible que todo se convierta en una materia nueva". Pero añade que se trata también de una enseñanza que sobrepasa "el ámbito educativo" y entra "en el de las familias".
Y probablemente reside ahí en buena parte el problema, cuando se sale la parte puramente biológica y se entra en el terreno de las convicciones éticas y morales, al igual que ha sucedido con la asignatura de Ciudadanía. ¿Pero no existe en educación afectivo-sexual unos mínimos compartidos como se ha sostenido con la ética cívica?
"Tenemos que tener mucho cuidado porque a algún padre le puede sentar mal", explica Samuel Caballero, profesor de primaria de un colegio público de Seseña (Toledo). La masturbación, el sexo por puro placer, las diferentes prácticas, el sexo homosexual, los métodos anticonceptivos, el aborto... desde que se empezaron a plantear abiertamente estas cuestiones, hace más de 20 años, en las escuelas, siempre ha habido críticas. Pero ahora, según el profesor Fernando Barragán, que también dirige un máster sobre educación sexual, España está asistiendo a "un rearme ideológico importante de los grupos más conservadores y de derechas de nuestro país entre los que se encuentran la Iglesia católica" y por eso, entre otras razones, "asistimos a una situación similar a la que se produjo en los setenta y ochenta: la confluencia de varios factores entre los que se encuentran el abandono progresivo del apoyo institucional, especialmente educativo, al desarrollo en la práctica de programas", añade.
Ante distintas visiones sobre la educación sexual, ¿es la respuesta la carencia educativa que denuncian los expertos? "No creo que la sociedad, ni por tanto el Estado y la escuela, deban dimitir de esta responsabilidad. Pero, como siempre, la pugna es con la Iglesia, que querría mantener el monopolio en este terreno y que presenta su empeño como una causa de las familias (los niños son de las familias y las familias son suyas)", asegura el profesor de Sociología de la Universidad de Salamanca Mariano Fernández Enguita.
En noviembre de 2003, una pastoral de la Conferencia Episcopal Española pidió a los colegios católicos, donde estudian 1,3 millones de alumnos, cerca del 20% del total, la mayoría en colegios concertados (privados subvencionados, por tanto, gratuitos), que hicieran un plan educación afectivo-sexual. Además, se marcaban el objetivo de "extender" su forma de entender esa enseñanza "a los centros públicos". La patronal de colegios católicos, FERE, asegura que no da indicaciones a sus centros sobre la educación sexual. Sin embargo, la doctrina de la Conferencia Episcopal es que "la castidad no es una represión de las tendencias sexuales sino la virtud que hace que el hombre pueda integrar rectamente la sexualidad". Además, no es desconocida la postura de la jerarquía católica, contraria al aborto o al preservativo.
Entre los organismos que ofrecen talleres de sexualidad, hay varias fundaciones que también colaboran en organización de estas actividades en las diócesis católicas. Por ejemplo, la Fundación Desarrollo y Persona, a la que han vinculado a una red antiabortista, y que ha rehusado aportar aquí su punto de vista por falta de tiempo, refleja en su web posturas cercanas a la ortodoxia católica. En un texto sobre la píldora poscoital, se concluye: "Ante la mínima duda de si existe vida o no en el momento de la concepción, todos deberíamos respetarla como algo sagrado".
En cualquier caso, "existen excelentes programas en España, pero no se aplican de forma extensa", se queja Fernando Barragán. Hay multitud de asociaciones de todo tipo, centros de salud, organizaciones profesionales de la sexología, que trabajan estos temas, "incluso marcas de compresas que enseñan higiene y lo llaman educación sexual", asegura Ana García Mañas, del centro joven madrileño de Anticoncepción y Sexualidad. Su centro es parte de la Federación de Planificación Familiar de España. También el centro barcelonés donde dejamos al grupo de chicos de 14 a 16 años.
Allí, los chavales han entrado en una sala y los profesores se han quedado fuera. "Ciertas preguntas dan corte delante de los maestros", explica Paula Baldi, 31 años y diplomada en trabajo social, que conduce el taller. Paula rompe el hielo con una serie de preguntas. "¿Cuándo se puede producir un embarazo?". "Si lo haces sin...", apunta un joven, sin terminar su frase. Condón, sexo y pene son palabras que se resisten a pronunciar y cuando lo hacen, los alumnos rompen en carcajadas. Por eso el arranque es algo tenso: miradas bajas, brazos retorcidos y manos que no dejan de agitarse. Paula los divide en grupos, entrega una hoja con distintas premisas a cada corro. "Cuando lo haces quizá le duele, pero seguro que le gusta", murmura un joven. "Si te quedas embarazada siendo menor es tu responsabilidad, no la de tus padres", comenta una de las jóvenes. "Por eso mi prima se tomó la pastilla, tenía 16 años", susurra otra.
Los iguales, los amigos, como la prima de esta chica y la familia en general, son la fuente de información de la mayoría de los jóvenes, el 87% de los chicos y el 96% de las chicas de 15 a 24 años, junto con los medios de comunicación (prensa, radio, televisión), el 91% y el 80%, respectivamente, según la Encuesta Schering 2005. Normalmente, pues, los jóvenes tienen bastante información por estas vías, lo cual es bueno, porque puede servir de base para una enseñanza más completa, y malo, porque se trata muchas veces de información indiscriminada, ambigua, incluso errónea. La doctora de Dexeus Nuria Parera insiste en que en la educación sexual "influyen muchos factores, la familia, la escuela, los profesionales de la salud, los amigos, los medios de comunicación...". Pero en la mayoría ellos hay muchas carencias, también dentro de las familias: "Hay muchas campañas dirigidas a los padres, pero el sexo aún es tabú, apenas se saca el tema con las chicas cuando van a tener la regla", se lamenta.
El sociólogo Fernández Enguita duda de las capacidades de las familias para educar sexualmente a los adolescentes: "No están garantizadas y están muy desigualmente distribuidas". De ahí la importancia, una vez más, de la escuela. En ella, según la doctora Parera, la educación debería ser progresiva, empezando cuando los niños son pequeños. Luego, en la adolescencia, las cosas se complican. Llegan las risitas y el nerviosismo que poco a poco se va mitigando en taller del paseo de Gracia de Barcelona.
Una de las hojas que ha repartido la asistente social dice: "El chico debe dar placer desde la primera relación". "Si lo haces es para hacerlo bien, si no, no lo hagas", se jacta un joven. Ellas están en contra. "Si no lo has probado nunca es normal que no sepas...", razonan. "Aquí hablan las que menos idea tienen de nada", chulea el mismo de antes. "A ver, ¿qué les preocupa a ellos en su primera vez?", atempera Paula. De nuevo, división. "Hacer daño a la chica", dice el sector femenino. "Hacerlo bien", responden ellos a coro. La monitora pregunta: "¿El tamaño importa?". Risas. Paula insiste: "A ver, ¿cuánto mide una vagina?" Los estudiantes se mueven en una horquilla que va de nueve a 21 centímetros. "Desde la entrada del cuello del útero, que es el tope, puede medir entre 8 y 12 centímetros", aclara la asistente. "Así que lo del tamaño es un mito". Antes de terminar queda la práctica, presidida por cinco penes que, hechos a base de resina y con distinta forma, tamaño y color. Tras repartir un condón a cada joven, Paula señala: "Lo primero es fijarse en la fecha de caducidad". Muchos de los que ha repartido están deliberadamente caducados. Nadie se había dado cuenta. "¿Qué quiere decir que caducan? ¿Cómo un yogur?", pregunta un joven entre el desorden.
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