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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Gaza, a dos velas

Israel aprieta a la franja para ahogar a los extremistas. Pero es la población la que sufre

Literalmente, a dos velas. Israel había cortado este fin de semana el suministro de combustible y alimentos a la franja de Gaza, donde gobierna Hamás, como represalia por el bombardeo de cohetes sobre su territorio, pero anoche se anunciaba el restablecimiento para hoy del flujo de carburante que mantiene la principal central eléctrica y del envío de medicamentos. Los hospitales podrán seguir funcionando precariamente y la ONU seguirá sin poder repartir víveres si el Gobierno de Ehud Olmert, que asegura que no permitirá "una catástrofe humanitaria", mantiene el bloqueo físico de la franja.

Desde junio de 2007, el movimiento terrorista Hamás gobierna el menguado corredor mediterráneo, en ruptura con la Autoridad Palestina, que dirige el presidente Mahmud Abbas instalado en Cisjordania; e Israel no ha cejado de colocar, una vez y otra, la franja al borde de ese abismo, desoyendo varias ofertas de tregua de la fuerza integrista, sobre la base de que a los terroristas se los extermina o desarma, pero nunca son interlocutores. A la vista de todo ello, cabe preguntarse qué sentido militar tiene seguir regando indiscriminadamente Israel de cohetes -200 la semana pasada- si con ello, aparte de la inadmisible amenaza terrorista, están fabricando la perfecta justificación para que Israel actúe con la contundencia de todos conocida: casi 40 palestinos muertos por incursiones aéreas en los últimos ocho días.

Ese tensar la cuerda por parte del Gobierno de Jerusalén entraña en esta ocasión un inri particular. Desde diciembre, Olmert y Abbas se reúnen una vez a la semana en un ejercicio presentado como reanudación de las conversaciones de paz, de las que Bush no cesa de repetir que debe salir un acuerdo antes de fin de año. El juego de acción-reacción, cohetes y bloqueo, es una bomba de tiempo para unas conversaciones que, de suyo, nunca han mostrado buena salud.

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Ni Hamás quiere un acuerdo, ni parece que Israel tenga prisa para lograrlo mientras repite que con terrorismo no puede progresar la negociación. ¿Acabará un día esta charada? ¿Depondrá Hamás el terror e Israel dará prueba de querer una paz equitativa? Porque es evidente que Estados Unidos, que teóricamente dirige las negociaciones, en la práctica, se lava las manos.

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