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Columna
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Estratagemas

Enrique Gil Calvo

La doble reacción del PP ante la publicación de la sentencia sobre la masacre del 11-M debe ser interpretada en clave electoral. Se trata de una puesta en escena ambivalente al estilo del reparto de papeles entre el policía bueno y el policía malo.

Así, el moderado Mariano se muestra conciliador y tolerante, buscando la comprensión del votante centrista que lee Abc y escucha Onda Cero. Mientras que el pendenciero Aznar insiste en sostenella y no enmendalla, buscando la complicidad del electorado radical que lee El Mundo y escucha la COPE. Una táctica electoral tan transparente que parece sacada de un manual de campaña.

Pero se dice que han cometido un error, pues han dejado pasar la ocasión de rectificar su pasado error. Lejos de eso, Aznar ha reincidido con contumacia, pero también Rajoy ha venido a hacer lo mismo con otras palabras, pues sigue insistiendo en alentar la fraudulenta manipulación informativa. Y el resultado agregado de esta persistencia en el error es que el doble mensaje que se transmite puede asustar al personal, demostrando que el peor PP vuelve por sus fueros. Lo cual podría despertar de su indolencia al electorado del "No nos falles", sacándole de su abstención para votar de nuevo a ZP.

No era realista esperar que el PP aprovechase la ocasión de la sentencia del 11-M para rectificar

¿Seguro que se trata de un error? ¿O es una estratagema que provoca un riesgo calculado? Para ver a dónde quiero ir a parar, pasemos al otro lado del hemiciclo. También los estrategas de La Moncloa se están exprimiendo estos días la mollera tratando de innovar tácticas electorales que les permitan pescar en los caladeros centristas, a la caza y captura del votante indeciso entre el talante de Zapatero y la firmeza del Partido Popular. Y la última de sus estratagemas hasta la fecha ha sido la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla. Un tema que parecía tabú, pues ni siquiera el valentón Aznar se atrevió a intentar tamaña provocación contra la autocracia marroquí. Pero el funámbulo Zapatero cree que puede con todo. Así que allá que se fue la familia real, para forrar de banderas las dos plazas africanas de soberanía española.

De este modo devolvía Zapatero el banderazo españolista que le había propinado Rajoy el Día de la Hispanidad. Todo para captar al posible votante asustado por las presuntas cesiones de Zapatero a los enemigos nacionales (terroristas, republicanos, independentistas...), demostrando con hechos que a españolismo tampoco le gana nadie. Pura táctica de Tercera Vía transversal, que busca votos a derecha e izquierda.

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Pero claro, como tiene por costumbre, Zapatero cometió un error de bulto. Y en su arriesgada apuesta de provocación, el tiro le salió por la culata, pues lejos de tragar, el monarca alauí optó por abrir en las relaciones hispano-marroquíes una crisis de pronóstico reservado y consecuencias hoy por hoy incalculables. ¿Otro patinazo de Zapatero? ¿Un paso en falso, una imprudencia irresponsable...? Quizá. Pero también puede ser una estratagema: un riesgo calculado. Pues de esta forma, ahora no le quedará más remedio al Gobierno español que aceptar el plan para el Sáhara que ha decidido imponer unilateralmente el monarca marroquí. Una aceptación española que hasta ahora parecía una traición y una cobardía, por lo que no podía ser entendida por el electorado de izquierdas. Pero que ahora parecerá una cesión necesaria como precio a pagar para recuperar las buenas relaciones con nuestro vecino del sur. Todo sea por la patria y el Rey. Lo dicho: un claro transversalismo de Tercera Vía a lo Tony Blair.

Y algo parecido sucede al otro lado del hemiciclo. No era realista esperar que el PP aprovechase la ocasión que le brindaba la sentencia para rectificar, reconociendo su error de amparar la estratagema conspiranoide.

De error nada, pues la sentencia les autoriza a seguir diciendo más de lo mismo (Aznar) con otras palabras (Rajoy), dado que parece escrita para que pueda interpretarse en clave salomónica. Por un lado demuestra que ETA no fue la autora material, lo que permite al PP reconocer por fin la verdadera autoría yihadista. Pero al mismo tiempo se deniega expresamente la autoría intelectual (citando esos términos de un escrito de alegación), no se recoge como hecho probado el móvil de Irak (a pesar de que así estaba citado en la reivindicación del atentado) y se exculpa a El Egipcio por cosa juzgada, rechazando las pruebas de inducción por las que fue condenado en Italia.

A partir de aquí, el PP entiende que ha sido absuelto de su estrategia conspiranoica, que puede seguir explotando con todo derecho porque así se lo autoriza la sentencia. Lo dirá con doble lenguaje, moderado y radical, pero lo hará con el mismo objetivo estratégico: el de solicitar al electorado que le devuelva el poder que entonces le arrebató.

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