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Columna
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Miscelánea de lo cotidiano

El problema es que nos aburrimos de lo cotidiano. Especialmente cuando la vida transcurre más o menos sin sustos importantes frente al modelo de sociedad activa, del modelo social que transmite la comunicación, empeñada en mostrarnos que la vida no es más que una serie de estresantes retos continuos, de emociones, de malos sucesos, con héroes de la política en perpetua acción y esgrima con el adversario, prontos y prestos a la arenga. Cuando Castillejos (lo cito por aquella famosa arenga) está más que amortizado (¿o no?), y a Prim lo mataron en la calle del Turco sentadito en su coche con la guardia civil, y todavía, salvo en la Historia de España que escribieran Pi i Margal y Pi i Arsuaga, nadie se atrevió a contar quiénes fueron los autores intelectuales... ¿Pero no quedamos que íbamos de lo cotidiano?

En nuestro ayuntamiento, en el de Bilbao, ¡cuál va a ser!, la oposición, (aquí hacen causa común el PSOE y el PP), está enfadada porque el alcalde ya no les invita a la carrera de inauguraciones en la que se ha metido. Se ve que las elecciones generales están ahí a la vuelta y le han pedido que eche una mano, pero esas ansías de inaugurar hace que algunas de las obras estén en precario o no finalizadas. No sé a qué viene ese mosqueo, es más, me parece que el alcalde les hace un favor apartándolos de ese cortejo que se montaba con concejales de la oposición que iban detrás de su estela en plan pelotillas para mayor gloria del alcalde.

Lo que debiera tener la oposición es un poco más de imaginación. Si el alcalde por las prisas inaugura obras, como la Plaza del Gas, sin acabar, lo que tendría que hacer la oposición tres días después es ir allí y con todo boato desinaugurar las obras sacándole todos los defectos. Si cundiera el ejemplo luego no tendríamos los sustos morrocotudos que las obras públicas por apresuramientos están dando. Y cuando algo ya no funciona en la ciudad, y pueden ser muchas cosas, por ejemplo, paradas de taxis donde nunca hay un taxi, carriles de ciclistas que pasa uno al día, plazas que por agresivas no tienen ni su vagabundo borracho de rigor tumbado en el banco, ir allí y desinnaugurarla. Y luego dicen que el periodismo no es una tarea de servicio para la democracia.

Y, en este panorama demagógicamente sórdido al que hemos accedido por el uso desmedido de los argumentos, el todo vale, en la política, a veces te llevas una alegría.

Voy a poner en valor otra cosa en riesgo de extinción, que te congratula y te reconcilia con la política, como es la crítica cuando ésta surge de un comportamiento coherente. Puesto que, con toda credibilidad, el secretario de los socialistas de Vizcaya, José Antonio Pastor, partido que tiene nada menos que a su secretario general y de organización procesados por un delito similar al de Juan José Ibarretxe, le critica al PNV y al Gobierno vasco con toda autoridad por su actitud y comportamiento ante la justicia, y acusa al mismo lehendakari de presentarse como "víctima de las malvadas hordas judiciales". Si la crítica política fuera siempre tan justa como esta, y viniera de la autoridad que supone un comportamiento coherente con la práctica, el haber asumido la autonomía judicial, no estaríamos tan alejados de la política. Que cunda el ejemplo, así, así...

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