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Las subvenciones también juegan su papel

Algunas instituciones denuncian que gran parte de la subida en los precios de productos como el maíz no se debe al incremento de la demanda, sino que se trata de un alza artificial y responde a las ayudas que reciben los agricultores de los países ricos. "El apoyo de la Administración estadounidense a la producción de biocarburantes en 2006 se situó en 5.325 millones de euros. Con las políticas actuales, la industria obtendrá en forma de subsidios más de 63.623 millones en el periodo comprendido entre 2006 y 2012", según el informe Biocarburantes, ¿a qué precio?, elaborado por el Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible. Con estas ayudas, no es de extrañar que en EE UU se haya plantado este año la mayor cosecha desde la II Guerra Mundial.

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En el caso europeo, Bruselas también subvenciona generosamente los cultivos que acabarán convertidos en carburantes. Tanto, que desde 2004, la superficie dedicada a estos cultivos ha pasado de 0,31 millones de hectáreas a 2,84 millones en toda la UE, superando el tope presupuestario de Bruselas, obligada ahora a reducir las ayudas a 45 euros por hectárea.

A pesar del crecimiento de los cultivos para energía en la UE, la Comisión reconoce que para cumplir el objetivo del 10% de biocombustibles [hoy ronda el 1%] tendrá que importar grandes cantidades de biocombustible. "Es evidente que no disponemos de suficientes terrenos en Europa para responder a la demanda de cultivos energéticos. Una parte de nuestras necesidades debe proceder por tanto de las importaciones", escribía esta misma semana en un artículo la comisaria europea de Agricultura, Mariann Fischer Boel.

Bruselas se ha comprometido a que estas importaciones sean sostenibles desde un punto de vista ambiental, porque no tiene sentido importar productos cuyo cultivo y transformación genere tanto dióxido de carbono que convierta al remedio en peor que la enfermedad. Y no quieren tampoco que las importaciones sean fruto de la destrucción de la selva tropical.

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